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El relato oculto del caso Aburto

 

Jorge Fernández MenéndezRazones
 
 

¿A qué se dedica la Comisión Nacional de Derechos Humanos? Uno pensaría que está atenta a la violencia, a los más de 100 mil asesinados en lo que va de esta administración, a la situación de los detenidos (85 por ciento de ellos sin condena) o de los desaparecidos, o en el caso de las víctimas del accidente de la Línea 12, todo eso le exigiría toda su atención y competencia. Pero no, la CNDH, que dirige, es un decir, Rosario Piedra Ibarra, está interesada en la salud y los derechos humanos de Mario Aburto, el asesino confeso y condenado de Luis Donaldo Colosio, e incluso demanda que se abra una investigación sobre el asesinato y sobre las torturas que supuestamente sufrió entonces Aburto.

La irrelevancia al que la señora Piedra Ibarra ha llevado a la CNDH es inclasificable. Pero incluso con el caso Aburto, en lugar de buscar absolverlo de un crimen terrible, la CNDH podría ahondar en algunas investigaciones de fondo en el caso, como en su momento lo hizo el fiscal (y luego presidente de la CNDH) Luis Raúl González Pérez.

Le vamos a contar una historia que investigamos desde fines de 1994. En Tamaulipas, desde principios de los años 80, había nacido una banda criminal llamada Los Texas, conformada por pequeños narcotraficantes enlazados familiarmente.

Su jefe era Arturo Martínez Herrera. El número 2 era su hermano Guillermo; otro hermano, Daniel, era el tercero al mando. Se hacían llamar Caballero Águila I, II, III, respectivamente. Se hicieron muy conocidos por controlar el paso de indocumentados en Nuevo Laredo y, posteriormente, por ser contratados como asesinos a sueldo. En la red de tráfico de personas que se iniciaba en Centroamérica y terminaba en Texas, este grupo se caracterizó por ser el más sanguinario.

Este grupo creció porque tuvo el apoyo de otro personaje célebre: Guillermo González Calderoni, quien, al ascender al cargo de director de intercepción aérea de la PJF, enviaba parte de los decomisos realizados por esa corporación a Los Texas para que ellos los ingresaran al otro lado de la frontera. Trabajaron durante años tanto para González Calderoni como para Juan García Ábrego. Llegaron a contar con unos 50 pistoleros entrenados por Jaime González Beath, un exmiembro de las fuerzas especiales de Estados Unidos y actualmente preso en ese país.

En 1994 llegó a Nuevo Laredo el comandante de la Policía Judicial Federal Luis del Moral, quien se negó a aceptar un portafolio con 200 mil dólares que le enviaba Arturo Martínez Herrera. Un día después fue interceptado su vehículo y asesinado, junto con sus escoltas. Pero en esa operación, un agente de la PJF, que sobrevivió al ataque, logró detener a Guillermo Martínez Herrera. Mientras tanto, designado por González Calderoni, Arturo Martínez, el verdadero jefe de la banda, estaba acreditado como comandante de la PJF en Piedras Negras.

¿Cómo participaron Los Texas en la desestabilización de 1994? Una forma fue evidente: el primer personaje contratado para asesinar a José Francisco Ruiz Massieu fue Carmelo Herrera, primo de Los Texas y miembro de la banda. Como se recordará, después de dos meses de seguimiento del político guerrerense, por alguna razón, dejó esa encomienda y se fugó con los 300 mil pesos que le habían pagado. Antes, en 1993, Carmelo había sido detenido en el aeropuerto capitalino cuando transportaba 700 mil dólares en efectivo, que pertenecían al Cártel del Golfo. A pesar de que la detención fue pública, a los pocos días fue dejado en libertad “por falta de pruebas”.

Carmelo Herrera era narcotraficante, pero también madrina del comandante de la PJF José Luis Larrazolo, un cercanísimo colaborador de González Calderoni. Larrazolo fue asesinado el 2 de febrero de 1994 en las puertas de su casa en el Pedregal, al sur de la Ciudad de México. Larrazolo había encabezado el comando que semanas antes había intentado asesinar en el restaurante Bali Hai a su enemigo, Amado Carrillo Fuentes, y a su familia. Antes de todo esto, Larrazolo y Carmelo Herrera habían trabajado juntos en la PJF en Mérida.

Como dijimos, Carmelo Herrera era primo de Arturo y Guillermo Martínez Herrera. Carmelo también era vecino del tío de un señor que se llama Mario Aburto. En esa casa, en el norte de Veracruz, conviviendo con ese tío, se supone que Aburto escribió aquellos cuadernos que se encontraron en un baúl en Tijuana. ¿Cómo se identificaba a sí mismo Aburto en esos cuadernos?: como un Caballero Águila. ¿Cómo se identificaban a sí mismos los miembros de Los Texas?: como Águila I, Águila II, III, y así sucesivamente. ¿En dónde se le perdió el rastro al revólver Taurus que sirvió para asesinar a Colosio?: en Tamaulipas, precisamente en Nuevo Laredo. ¿Qué había sucedido un mes antes del crimen? Humberto García Ábrego había sido corrido de una cena que se le había hecho a Colosio en Monterrey, por órdenes del propio candidato presidencial. Los García Ábrego aseguraban que habían “invertido” en la campaña presidencial y Colosio, al expulsar a Humberto de la cena, quería mandar el mensaje de que no tenía relación con ellos. ¿Para quién trabajaban Los Texas? Para los García Ábrego.

Pueden ser casualidades, pero son casualidades que nunca se investigaron a profundidad. Ésa es la historia que se esconde tras la defensa que hace la actual CNDH de Mario Aburto.