En su conferencia del viernes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador arremetió contra quienes critican su iniciativa de contrarreforma eléctrica por considerar que promueve la utilización de fuentes contaminantes de energía.
“La iniciativa que envié de reforma a la Constitución es la transición energética, en efecto, el que se vayan utilizando cada vez más energías limpias, no contaminantes y que garanticemos esa transición de manera ordenada, pero no como un parapeto para beneficiar a hombres de negocios, para llamarlo amablemente, porque realmente son delincuentes de cuello blanco, saqueadores que engañaron con lo de las energías limpias para hacer negocios sucios”, afirmó el mandatario.
Argumentó que los impulsores de la participación privada en la generación de energía abandonaron las hidroeléctricas. “Es más —apuntó—, no se contemplaron como energía limpia. Imagínense eso, que la energía que se produce con agua no es energía limpia. Entonces la iniciativa que estamos enviando es que se consideren las hidroeléctricas como energía limpia (…) y estamos invirtiendo para modernizar 14 hidroeléctricas cambiando turbinas y equipos para producir el doble de lo que se produce actualmente”.
Pero, ¿es realmente limpia la energía que generan las plantas hidroeléctricas? Estudios recientes muestran que no es así. Y, además, que la producción de electricidad con agua resulta más cara que con aerogeneradores.
Revisé dos investigaciones al respecto. La primera, realizada por la Universidad Estatal de Washington y publicada en noviembre de 2016, encontró que 267 grandes presas en diferentes partes del mundo son responsables de 1.3% de los gases de efecto invernadero que empujan el cambio climático, pues generan grandes cantidades de metano.
El segundo, publicado en la revista de la Public Library of Science, en septiembre de ese mismo año, con base en un estudio realizado por el Instituto de Ingeniería Ambiental de Zúrich (ETH, por sus siglas en alemán), descubrió que la huella de carbono de mil 500 centrales analizadas, que producen 43% de la energía hidroeléctrica mundial, es incluso mayor que el de las de energía térmica. La primera investigación fue conducida por los especialistas ambientales estadunidenses Bridget R. Deemer y John A. Harrison y la segunda por los suizos Laura Scherer y Stephan Pfister.
Hasta hace unos 15 años, se pensaba que la electricidad producida por agua era limpia porque utiliza una fuente renovable. Sin embargo, el conocimiento científico adquirido en ese lapso ha desmentido esa impresión.
La razón es que las presas concentran gran cantidad de desechos biológicos y nutrientes, provenientes de los cauces de agua que los alimentan, los cuales se transforman en gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono y metano. En climas calurosos, la cantidad puede ser mayor.
Las centrales hidroeléctricas potencian ese proceso porque el uso de turbinas remueve los desechos de las presas y liberan de manera más rápida los gases producidos, una parte de los cuales no salen a la superficie en presas que no están equipadas para producir energía. En el mundo hay aproximadamente un millón de presas artificiales y la creencia de que la energía hidroeléctrica es limpia llevó a la construcción de miles más para reducir la dependencia de energías fósiles. Sin embargo, en 2010, la Organización de las Naciones Unidas estableció guías para medir la emisión de gases de efecto invernadero en presas construidas por el hombre. Además, “el desarrollo irresponsable de centrales hidroeléctricas ha llevado a la extinción de especies”, dice la asociación American Rivers, que sostiene que sí se puede aprovechar la energía hidroeléctrica sin necesidad de construir o equipar presas.
“Debemos estimular el desarrollo responsable al tiempo de hacer responsables a desarrolladores y autoridades por el impacto ambiental”, dice el grupo ecologista en su página web.
Dado que el gobierno se propone aumentar la cantidad de energía hidroeléctrica, valdría la pena que la iniciativa a debate tome en cuenta los factores anteriores y no contribuya a distorsionar la realidad.