Pascal Beltrán del Río
Callados. Así están los funcionarios del pasado gobierno federal que promovieron los cambios constitucionales en materia educativa, energética y otras, que están siendo demolidos en este sexenio. Cuando uno revisa la manera en que defendían las iniciativas, este silencio resulta incomprensible. ¿Será que no creían en ellas? ¿Será que las reformas no dieron los resultados que esperaban? ¿Será que se arrepienten de su aprobación?
El presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene los votos para sacar la contrarreforma energética que propone. Por ello, corteja abiertamente al PRI. Muy pocos priistas –como la senadora Claudia Ruiz Massieu y el exsecretario de Turismo Enrique de la Madrid– se atreven a defender la reforma energética del sexenio pasado y rechazar la contrarreforma que se propone. Pero ¿qué pasa con sus principales promotores? ¿Dónde están? ¿Por qué no alzan la voz?
Ni eco queda de la enjundia con la que hablaban el presidente Enrique Peña Nieto y los entonces secretarios de Hacienda y Energía, Luis Videgaray y Pedro Joaquín Coldwell, respectivamente. Veamos qué decían:
“Hemos optado por la ruta de la transformación. Es un camino exigente, arduo, que nos demandará grandes esfuerzos, pero también es el único que nos llevará al México que queremos construir. Con la Reforma energética, México tiene la oportunidad de aprovechar sus vastos recursos energéticos, que antes eran técnica y económicamente inviables de explotar. De esta manera, nuestro desarrollo tendrá un gran impulso.
“La Reforma energética fortalece la soberanía nacional. Incrementará la seguridad energética del país (…) Con esta iniciativa, México podrá convertirse en una potencia energética para beneficio de todos los mexicanos”.
Enrique Peña Nieto, presidente de México.
Primer Informe de Gobierno, 1 de septiembre de 2013.
“Las reformas que propone el Presidente de la República, que están inscritas en el Pacto por México, lo que buscan es influenciar nuestra capacidad de crecer en las próximas décadas, no solamente en los próximos años, y de ahí, este crecimiento económico que está siendo por debajo de lo que debería ser, es un recordatorio de la importancia de hacer pronto estas reformas, reformas profundas que requiere nuestro país”.
Luis Videgaray, secretario de Hacienda.
26 de agosto de 2013.
“El país sí requiere una reforma energética y esto es inaplazable. Si no lo hacemos, México se va a atrasar en relación con otros países que hicieron su reforma energética y tienen grandes avances en la materia. Sabemos muy bien desde el gobierno las complejidades políticas que implica en México hacer una reforma energética de fondo. Y si el Presidente tomó la decisión, es porque es por el bien del país. Estamos convencidos que si el país no tiene una buena reforma energética, esto se va a reflejar en menos crecimiento económico, en menos empleos y en un atraso que es inaceptable para el país (...).
“Hay que señalar frente a los miles que están inconformes con la reforma energética, también los miles de mexicanos que están a favor de la reforma energética, y también hay que tener del otro lado de la balanza los beneficios sociales y económicos que va a traer una reforma energética (…) El gobierno va a insistir en la reforma energética, considera que es inaplazable para el país, y con esa convicción es que estamos trabajando”.
Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía.
26 de agosto de 2013.
Quienes eso sostenían, hace apenas siete años, hoy están callados, escondidos. Dejaron colgados de la brocha a los legisladores que avalaron las reformas, a quienes debatieron en la tribuna a favor, a quienes se desvelaron en el proceso legislativo.
Como se ve en las palabras de Peña, Videgaray y Joaquín, la Reforma energética no fue pensada para durar un sexenio o dar resultados inmediatos. Se aprobaron pensando en el futuro. Entonces, ¿qué pasó? ¿No lo hicieron por el bien del país? ¿Se quedarán cruzados de brazos, sin siquiera convocar a sus compañeros a usar sus votos para frenar el intento de despedazarla?