Vianey Esquinca
El próximo 1º de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentará un informe más, oficialmente sería el tercero, pero como el mandatario ha choteado tanto el ejercicio y es tan reiterativo en lo que dice, que lo que se espera es que el miércoles sea una mañanera más, sólo que más solemne y con funcionarios como asistentes, en lugar de medios.
Para muchos, lo único para lo que sirven estos informes es para hacer apuestas y tomarse un shot de tequila cada vez que el Presidente dice las palabras corrupción, conservadores o las frases “no somos iguales”, “soy el presidente más atacado” o cuando le echa la culpa a alguien de lo que pasa en el país.
¿Qué más podrá decir este año? ¿Dirá, como lo hizo el 1º de septiembre del año pasado, que la Fiscalía General de la República actúa con absoluta autonomía y que se acabó aquello de que todo lo que ordenaba el presidente se hacía? Estaría muy bien, para agregarle un poco de humor a ese ejercicio, nada como unas carcajadas espontáneas.
Por supuesto, hay que dejar por sentado que se volverá a quejar de que desde Francisco I. Madero ningún presidente había sido tan atacado como ahora, para agregar unas notas de victimización, como: que sus adversarios no quieren que avance la transformación.
¿Dirá que con la pandemia el país está en el peor momento con el mejor gobierno o que se saldrá de la pandemia con un mejor sistema de salud? Sería una deliciosa ironía cuando se está atravesando la tercera ola con más contagios que nunca y el desabasto de medicamentos continúa. ¿Mencionará el fracaso de la vacuna Patria? O, en una de ésas, anuncia que para la quinta ola ya estará lista.
¿Seguirá enorgulleciéndose de que su gobierno enfrentó la crisis económica de una manera “distinta, peculiar, heterodoxa, única en el mundo”? o, en una de ésas, sorprende y habla del aumento de precios en la canasta básica, de la gasolina, de la inflación y la fuga de capitales ante la incertidumbre #okno.
No hay que perder detalle de cómo justifica que gracias a la desaparición del Fonden, las entidades están más vulnerables que nunca ante los fenómenos naturales.
Seguro reiterará, como siempre lo hace, que se está avanzando en el combate a la delincuencia y que en casi todos los delitos ha habido alguna disminución, buscará compararlas con algún mes o año que le convenga y añadirá que todavía falta por avanzar, pero es que le dejaron el país hecho trizas (aunque él lo está dejando en cenizas). ¿Se atreverá a señalar nuevamente que no hay torturas, desapariciones ni masacres?
En su informe anterior señaló que en 2021 habría internet para todos. Será muy interesante escuchar a quién le echará la culpa de que no se ha llegado a la meta, ¿a la pandemia otra vez?, ¿al elefante reumático?, ¿a Felipe Calderón?
Lo que seguro presumirá, como si fuera un logro de su gobierno, es que las remesas crecieron como nunca antes, y volverá hablar de los héroes vivientes, por supuesto hará un espacio porque los asistentes aplaudirán, como lo marca el manual de informes de gobierno.
Por supuesto, seguramente volverá a señalar que a siete de cada diez familias les está llegando un beneficio o algo del presupuesto público, y omitirá, por supuesto, las cifras del Coneval que muestran que la pobreza ha crecido exponencialmente en su gobierno. Pero, ¿es que quién quiere oír malas noticias en el día del presidente?
Seguramente será otro año en lo que los mexicanos se quedaran con las ganas de oír un mensaje de reconciliación, de tender la mano. Por supuesto, tampoco habrá un ápice de autocrítica, como no lo han hecho sus antecesores.