Yuriria SierraNudo gordiano
”Tal día como hoy, de hace 500 años, una tropa de españoles, encabezada por Hernán Cortés y aliados nativos, consiguió la rendición de Tenochtitlán, en México. España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas…”, reza una publicación en Facebook que apareció al mediodía de ayer, durante la conmemoración de esa intervención que, de este lado del mundo, interpretamos de otra forma. El breve texto lo firma Vox, el partido de derecha radical de España, y con él nos demuestra el uso político y a conveniencia que muchas veces se le da a la historia.
Y se usa en los dos extremos, porque a últimas fechas hemos sido testigos de la imposición de nuevos símbolos con los que se busca dar significado distinto a determinados episodios. El que conocimos como “Árbol de la Noche Triste” hoy se llama Plaza de la Noche Victoriosa, ya no se interpreta como el lugar en el que Hernán Cortés lamentó una derrota, ahora su nombre recuerda a los mexicas que cayeron en aquella batalla que les dio un parcial triunfo. Puente de Alvarado dejó de tener su calzada en el centro de la Ciudad de México, hoy tenemos la Calzada México-Tenochtitlán: “No es posible que haya una calle que se llame Puente de Alvarado (...) Al mismo tiempo de la conmemoración, abrimos la discusión a académicos, historiadores, científicos y a muchas personas que se han dedicado al estudio de nuestro México, como los cronistas…”, expresó Claudia Sheinbaum al informar de estos cambios.
“Si no conoces nuestra historia, cómo vamos a construir nuestro futuro...”, agregó en aquella conferencia en marzo pasado.
Y es cierto. Aunque también es cierto que en el mundo, la reinterpretación del pasado tampoco ha acelerado una nueva lectura de lo que se estima y espera para el futuro.
Ayer, durante la ceremonia en el Zócalo, al pie de la réplica del Templo Mayor, el presidente López Obrador sentenció: “Ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio actual de la República Mexicana (...) La conquista fue un rotundo fracaso, ¿de qué civilización se puede hablar si se pierde la vida de millones de seres humanos y la nación y el imperio, la monarquía dominante, no logra en tres siglos de colonización recuperar la población que existía antes de la ocupación militar?”.
Horas antes, en Pantelhó, Chiapas, pobladores despedían a Gregorio Pérez, fiscal indígena que investigaba la violencia en la región, que no es la única azotada por el crimen organizado que no ha podido contenerse. Esta localidad es hogar de 20 mil de los más de 12 millones de indígenas que viven en nuestro país. De ellos, siete de cada diez viven en condición de pobreza, según el Coneval.
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No se reclaman los gestos de revisitación de episodios de nuestra historia, pero sí nos preguntamos cuándo meterán velocidad para que a esos pueblos a los que hoy se les pide perdón se les dé, más que una reinterpretación, una oportunidad de integración. Que no pasen otros 500 años.