Francisco Garfias
Arsenal
No votaré en la consulta dizque para juzgar a los expresidentes vivos —a excepción de Luis Echeverría— convocada para el próximo domingo.
Primero, porque la ley no se consulta, se aplica, valga el lugar común. Si Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto tienen cuentas pendientes, las autoridades están obligadas a investigarlos y a sancionarlos. No necesitan urnas.
Segundo: la consulta es promovida como un ejercicio de “democracia participativa”, pero en realidad es una maniobra de distracción que esconde intenciones de propaganda política. Tiene, además, claros tintes de linchamiento.
Tercero: distrae recursos que se necesitan de forma urgente en otras tareas, como la adquisición de medicinas para niños con cáncer.
La 4T se gastará 500 millones de pesos en la organización de un ejercicio que no lleva a ningún lado. El resultado ni siquiera es vinculatorio para el Poder Judicial. Pero el Presidente y sus morenitos nos quieren hacer creer que “el pueblo” va a decidir si se juzga o no a los expresidentes.
En los espectaculares pagados para promover la consulta se aprecia la imagen de los cinco exmandatarios con los ojos tapados, como si fueran forajidos. Una forma de manipulación.
Pero la pregunta que aparecerá en las 95.3 millones de papeletas impresas ni siquiera menciona a los expresidentes.
La SCJN eliminó los nombres por considerar que era inquisitoria de personas y contenía juicios de valor.
Presidido por un aliado de Palacio Nacional, Arturo Zaldívar, el máximo tribunal, sin embargo, aprobó el ejercicio de este “circo guinda” para no contrariar al Ejecutivo.
Eliminó los nombres de los expresidentes —que sí venían en la pregunta original—y elaboró una larga y enredada pregunta: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.
La percepción es que ni de chiste van a jalar a las urnas a los 37 millones de ciudadanos (40 por ciento del padrón) que se requieren para que sus resultados sean válidos. El desinterés de la población es evidente. Peor: el Presidente, promotor de la consulta, va a votar en contra. Faltan 24 horas para que el ejercicio se lleve a cabo y ya los dirigentes de Morena se curan en salud. Han llegado al ridículo de acusar al INE de colocar mañosamente las casillas para que la gente no vaya a votar.
De nueva cuenta López Obrador se puso al frente de la campaña en contra del INE, al que quiere “renovar” para ponerlo a su servicio. En la mañanera de ayer dijo:
“Es una vergüenza que los del INE, que deberían de estar difundiendo lo de la consulta, porque se supone que es el organismo encargado de promover la democracia, parece que están en contra de la democracia. No parece, por sus actos se puede demostrar que actúan de manera antidemocrática. Y los medios de información, silencio. No generalizo, hay excepciones, pero se cuentan con los dedos de la mano”.
Es verdaderamente lamentable que la primera consulta popular formal —más allá de los ejercicios patito en temas como el aeropuerto de Texcoco— sea utilizada para enjuiciar al pasado y abonar el terreno para desaparecer el INE, tal cual lo conocemos.
La historia los juzgará, como dijo el clásico.
*En la columna de ayer hablamos del bajísimo nivel mostrado por el protagónico diputado de Morena, Rubén Cayetano, en el debate del jueves en la Comisión Permanente.