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Calderón, mal augurio para el Metro

 

Adrián RuedaCapital político
 

 

 

Las primeras declaraciones del nuevo director del Metro, de que no hay crisis en el organismo, son un mal augurio para los usuarios de este vital transporte, considerado la columna vertebral de la capital.

En principio, Guillermo Calderón suena a más de lo mismo: pretende justificar todas las fallas culpando a los anteriores gobiernos, en este caso, al de Miguel Ángel Mancera.

Primero, al asegurar que no hay crisis en el Metro, Calderón parece olvidar algo básico: que entró al relevo de Florencia Serranía precisamente porque la exfuncionaria tenía hecho un verdadero cochinero el sistema.

Ni modo que no entienda que la crisis en el Metro, que se hizo insostenible luego del accidente en la Línea 12, fue lo que propició su llegada.

Si el funcionario no tiene claro que lo llamaron como bateador emergente porque ese sistema está haciendo agua, los usuarios ya podrán ir perdiendo la esperanza de tener un transporte seguro y eficiente, como debería de ser.

En una entrevista con el portal La Silla Rota, Calderón aseguró que durante la administración de Mancera se relajó, “por decir lo menos”, el mantenimiento al Metro.

El director debería cuidar más sus declaraciones, pues si es cierto lo que afirma sobre el sexenio mancerista, debe recordar que la actual administración está por cumplir tres años, y si todo estaba tan mal, debió arreglarlo. Y no podrá argumentar que Florencia —quien ya había ocupado antes ese puesto con López Obrador— tuvo que hacer primero un profundo análisis para llegar a esa conclusión.

¿O cómo explicaría Calderón que a él le llevó sólo un par de semanas llegar a esa conclusión?

Dicen que para solucionar un problema, lo primero que hay que reconocer es que existe. Pero si a su llegada el funcionario afirma que no hay crisis en el Metro, hay que preocuparse.

Que pregunte a los usuarios qué opinan del servicio, porque ahora no sólo se paraliza el sistema cuando la lluvia moja las vías de las zonas que están en la superficie, sino que no se sabe si lloverá más a dentro, que afuera de las estaciones.

Antes, si los ciudadanos querían llegar temprano a sus actividades, se subían al Metro, que era un transporte seguro, eficiente y barato. Hoy no hay seguridad de cada cuándo pasará un tren; si no se detendrá entre cada estación o si de plano se incendiará. Si las escaleras eléctricas funcionarán o si los andenes estarán iluminados. Y no es que antes fuera un servicio de primera, pero al menos funcionaba y no se notaba el descuido en el que hoy está sumido.

Eso sí, Calderón afirma que en este gobierno no subirá el costo del pasaje. Qué consuelo, nada más faltaba que quisieran cobrar más por la porquería de servicio que prestan.

Si el nuevo director no ve la crisis, habrá que preguntar si en verdad conoce el Metro.


CENTAVITOS... Un tecnicismo salvó momentáneamente de la quema al diputado Mauricio Toledo, quien, al menos este lunes, no podrá ser desaforado en San Lázaro, para que responda a las acusaciones por corrupción y enriquecimiento inexplicable. El asunto es que a la comisión instructora que analizó su caso le faltó un voto para que la resolución fuera legal. Son cuatro integrantes y dos votaron a favor; el PT en contra y el PRI ¡se abstuvo!, evitando, con ello, que el exdelegado en Coyoacán perdiera su fuero… Quien no corrió la misma suerte fue el moreno Saúl Huerta, quien el próximo lunes será desaforado para que enfrente las acusaciones de abuso sexual que le hacen varios menores de edad.