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El desastre de la Línea 12 del Metro capitalino

Leo ZuckermannJuegos de poder

 

 

 

Mi querido maestro Ulises Beltrán fue uno de los que me enseñó la importancia de analizar la realidad y tomar decisiones a partir de la evidencia empírica. Sí, los expertos importan. Por eso, cuando uno está enfermo va a consultar a un médico y no a un brujo. Me dirán que esto es una obviedad. Pues sí, pero hay quienes no lo ven así en el gobierno actual. Les repele la palabra “experto” porque la consideran elitista.

Bueno, pues Ulises, que sí cree en el método científico y la academia para entender la realidad, me envió un ensayo académico que viene como anillo al dedo para dilucidar por qué el terrible accidente en la Línea 12 del Metro capitalino.

El ensayo se titula Un desastre organizacional anunciado. Dinámica organizacional e institucional en el diseño e implementación de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México. Cuatro ejes explicativos. Sus autores son Silvia Blancas Ramírez, Marcos Hernández Rojo y David Arellano Gault. Lo publicó la revista Gestión y Política Pública del CIDE en agosto de 2018.

Comienzo citando los cuatro ejes explicativos del desastre:

“La decisión política de abreviar el proceso para la realización del servicio Mixcoac-Tláhuac, que significaba inaugurarlo en el periodo de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno del Distrito Federal, fue determinante. El activismo político de Ebrard fue trascendental para la gestión del proyecto, el primero de los cuatro ejes examinados, al apostar por la nueva tecnología de rueda metálica del tren y por el ‘proyecto integral’, el cual desplaza el control gubernamental y lo confía a los constructores privados”.

“Éstos [los constructores] se abocan, en el ámbito del segundo eje analítico, de manera fragmentada, a entregar una línea de Metro sin poseer el expertise que se suponía que tenían”.

“Desde el tercer eje explicativo se alude a la incapacidad para enfrentar una nueva gobernanza de parte de funcionarios del Metro elegidos por Ebrard, pero improvisados en la materia”.

“Y, por último, el cuarto eje muestra la obsolescencia del plan maestro para evitar las fallas cometidas en el diseño de la nueva línea”.

Fíjese usted en esta joya del informe que presentó la firma de consultoría Systra, especializada en ingeniería en movilidad, sobre la Línea 12 del Metro:

“Los diferentes componentes de la vía (rieles, durmientes, sistema de fijación) tomados individualmente, están conforme a las normas internacionales […] Sin embargo, se encuentran en los límites de la tolerancia permitida por dichas normas. La ruptura de ciertos componentes es la consecuencia del desgaste ondulatorio o de defectos de construcción de la vía o de una combinación de ambos. En cuanto a los parámetros de diseño del material rodante, aunque tomados individualmente tengan poca influencia sobre el comportamiento dinámico del tren, la combinación de los elementos escogidos en la especificación y el diseño […] no es la más adecuada y aumenta los esfuerzos de rozamiento transmitidos y disipados en la vía, es también otra causa importante del desgaste ondulatorio y deterioro de los elementos de la vía”.

En su ensayo, Blancas, Hernández y Arellano cuentan del desorden organizacional en el diseño y construcción de la Línea 12. Leyéndolos, anticipo que será muy difícil encontrar a los responsables del accidente.

Cuando comenzó a hacerse evidente el desastre, las empresas constructoras y ferroviarias evadieron la responsabilidad con el argumento que “nos apegamos a la normatividad que nos proporcionaron y está en el contrato”. En cuanto al certificador internacional de la obra: “certificamos la información que nos presenta quien nos contrató (Proyecto Metro), que a su vez la recibe de quienes supervisan a los que construyen la obra y el tren”.

Llego a un último punto que enfatizan mucho los autores de este trabajo académico. Con la llegada al poder de López Obrador como jefe de Gobierno del Distrito Federal se comenzaron a desmantelar las instituciones que contaban con la experiencia en la construcción de magnas obras como el Metro. Cuando lo sucedió Ebrard en el gobierno capitalino había una carencia de dichas organizaciones, por lo que el gobierno delegó la estrategia de la Línea 12 a “actores privados atomizados”.

“En un entorno que carece de cuadros técnicos y estructura organizacional al nivel del reto que significaba hacer la L12, la toma de decisiones para iniciar el nuevo proyecto se convierte en un ejercicio trivial, lo cual da pie a que se sobrepongan en última instancia las decisiones políticas”.

¿Suena familiar?