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Antes de que los europeos llegaran a América, los marinos portugueses arrebataron a los primeros africanos de sus países de origen para venderlos y explotarlos en la Península Ibérica.
Autor: Pedro de la Hoz | Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
Antes de que los europeos llegaran a América, los marinos portugueses arrebataron a los primeros africanos de sus países de origen para venderlos y explotarlos en la Península Ibérica. La evidencia documental indica una fecha: 1444. En 1510, 18 años después del primer viaje de Colón, el monarca Fernando de Castilla autorizó el traslado de envíos de africanos a La Española, con el fin de dejar sus vidas en las vetas minerales de la isla, como Los aborigenes. Cuba en 1886 y Brasil en 1888 fueron los últimos en abolir la esclavitud en esta parte del mundo.
Entre una fecha y la otra hay cuatro siglos de infamia, de desarraigo forzado, explotación sin límites, muertes prematuras, fracturas familiares, destinos torcidos, alienación cultural y violación masiva de los derechos humanos más elementales.
Estimaciones conservadoras indican que 12 millones de africanos esclavizados llegaron a suelo estadounidense. A las estadísticas hay que sumar los hijos de las víctimas de trata nacidos aquí, también esclavizados, y el número de los que murieron durante el trayecto.
A la infamia descrita hay que añadir la secuela de este horror: el racismo como construcción ideológica que justificaba la explotación africana y, sobre todo, el carácter inherente y sistémico del proceso explotador.
En la memoria del pueblo cubano no se olvida esta huella. Por tanto, la llamada de atención en vísperas del 23 de agosto, Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición, debe trascender la formalidad y proyectarse como un momento de reflexión y comprensión de lo que significa el legado africano en el mundo. y dentro del tejido social histórico y actual de nuestra nación.
El día, proclamado por la UNESCO, evoca el levantamiento masivo de esclavos en la colonia francesa de Saint Domingue, en la madrugada del 23 de agosto de 1791, que inició la revolución haitiana, y busca no solo resaltar el vínculo indisoluble entre libertad, justicia social y defensa de la dignidad humana, pero también aportan un trasfondo histórico esencial a la lucha contra todas las formas de opresión y racismo que persisten a escala mundial en la actualidad.
Durante años, Cuba ha desarrollado el programa La Ruta del Esclavo con resultados apreciables, apoyado en las acciones coordinadas de instituciones académicas y culturales que responden a la política educativa y cultural derivada de las transformaciones revolucionarias que se han producido entre nosotros. durante más de medio siglo.
Publicaciones, eventos científicos, acciones promocionales de impacto social en festivales y programas artísticos han hecho posibles avances en el estudio de la trata y la esclavitud, los valores patrimoniales relacionados con el tema y el reconocimiento de expresiones de origen africano que forman parte de nuestra identidad.
Hay condiciones para que todo esto se fortalezca aún más con la implementación del Programa Nacional de Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial, aprobado por el Consejo de Ministros, encabezado por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y en el que más de treinta agencias estatales y organizaciones socialistas de la sociedad civil involucradas.
Esta será, por supuesto, una forma de honrar un concepto expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, cuando el 22 de diciembre de 1975, en la clausura del Primer Congreso del Partido, y el anuncio de la Operación Carlota, la solidaridad combativa de Cuba con Angola, afirmó: "No solo somos un país latinoamericano, sino también un país latinoafricano".
(Traducción: )