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MÁS CIUDADANOS, MENOS SÚBDITOS

TOMADO DE LAS LUPAS DE GONZÁLEZ IÑIGO

 

HISTORIA

 

Daniel Cosío Villegas (1898-1976)

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MÁS CIUDADANOS, MENOS SÚBDITOS

 

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JULIO SCHERER GARCÍA Y DANIEL COSÍO VILLEGAS EN LA EDICIÓN que recopila la labor periodística del último, a la manera de Don Luis Cabrera, otro ilustre intelectual mexicano…Para los no enterados y para los jóvenes que leen estas LUPAS, Cosío Villegas nació y murió en la CDMX, estudió economía en la Universidad Harvard, la Universidad de Wisconsin y la Universidad Cornell. Posteriormente recibió un máster del London School of Economics y École Libre de Sciences Politiques de París (actual Institut d'Etudes Politiques de Paris). Su doctorado fue en Economía Agrícola.

 

FUE UNO DE LOS POCOS CRÍTICOS DE LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ EN LOS TIEMPOS QUE EJERCÍA LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. Sus ácidos artículos –dice el recopilador de Wikipedia-- en el periódico Excélsior destacaron sobre todo en tiempos de represión, esto molestó a Echeverría y lo hizo saber por distintos medios, por lo que Cosío Villegas consideró dejar de escribir. El secretario de Educación Victor Bravo Ahuja lo visitó y le dijo que su esposa le había pedido suplicara a don Daniel no dejar de escribir, a fin de cuentas la esposa de Bravo Ahuja resultó ser Echeverría mismo, quien de plano se bajó de su nube y le habló al historiador: ¡Siga escribiendo!

 

UNO DE SUS LIBROS QUE RESULTÓ EN UN HITO FUE LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL (1975), en el cual explicaba varios tabúes sobre la presidencia de México que en su tiempo la retuvo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hoy en desgracia total.En 1976 publicó sus memorias que le tardaron dos años en terminar. Fue enterrado, sencillamente, en el Panteón Jardín. El gobierno quiso enviarlo a la Rotonda de los Hombres Ilustres, pero su viuda se negó.

 

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ALFONSO REYES OCHOA. Por iniciativa de Cosío Villegas, Lázaro Cárdenas ayudó a los exiliados de la Guerra Civil Española a llegar a México, y con ellos y con Don Alfonso Reyes Ochoa (1889-1959) --regiomontano ilustre, enamorado de las letras españolas, no de las letras de cambio--, entre otros muchos, se fundó La Casa de España, que después se convertiría en El Colegio de México, del cual Cosío Villegas fue fundador y director. 

 


EL 16 DE AGOSTO DE 1968, DANIEL COSÍO VILLEGAS (DCV) EMPEZÓ A PUBLICAR LOS VIERNES EN EXCÉLSIOR Y LLAMÓ MUCHO LA ATENCIÓN. Porque era un personaje del mundo académico que opinaba sobre la situación política (tradición entonces olvidada). Porque tenía algo que decir, cosa extraña en un género reducido a votar a favor o en contra, para lo cual basta con levantar la mano. Porque lo decía muy bien. Pero, sobre todo, porque elegantemente y con buenas razones se metía con los errores presidenciales, cosa inusitada y de la cual podía esperarse que terminara mal. Excélsior era entonces el centro de la opinión pública nacional, y no estaba claro si el presidente Díaz Ordaz dejaría pasar eso, sobre todo en aquel momento de crisis.


UNAS SEMANAS ANTES DCV HABÍA CUMPLIDO SETENTA AÑOS. TENÍA, MERECIDAMENTE, UNA FIGURA DE CONSTRUCTOR ILUSTRE DE LA VIDA CULTURAL. Había destacado como universitario (líder estudiantil, profesor, investigador, secretario general de la UNAM, miembro del Colegio Nacional, presidente del Colegio de México); como editor (fundador del Fondo de Cultura Económica y de las revistas El Trimestre Económico, Foro Internacional e Historia Mexicana); como diplomático (que promovió la invitación a México de los intelectuales derrotados de la guerra civil española y representó a México en Breton Woods); como historiador (entonces sumergido en la vida política del Porfiriato, para su magna Historia moderna de México).


¿CÓMO EXPLICAR QUE UN HOMBRE TAN ESTABLECIDO Y TAN DEL ESTABLISHMENT 
inesperadamente creciera ante la crisis, asumiera un papel nuevo en la vida pública y diera un estirón de estatura moral a los setenta años?

LA MISIÓN DEL SABER UNIVERSITARIO SE ENTENDÍA ENTONCES COMO SERVICIO A LA PATRIA; es decir: como servicio público; es decir: como servicio en el sector público; es decir: como tecnocracia. Idea de larga tradición platónica, cuyo antecedente inmediato estaba en los científicos de Porfirio Díaz, para los cuales había que superar las agitaciones de la vida política (las guerras y debates de liberales y conservadores) con la paz laboriosa de la administración pública.


COSÍO VILLEGAS PROMOVIÓ LAS CARRERAS UNIVERSITARIAS PARA LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE ECONOMISTAS Y DIPLOMÁTICOS. Promovió que el gobierno becara funcionarios para hacer estudios en el extranjero. Hizo traducir y publicar textos de economía. Dedicó mucho tiempo a formular recomendaciones razonables al Poder Ejecutivo. Y sufrió las consecuencias de rebasar ese papel platónico cuando en 1947 publicó La crisis de México, una crítica del poder que le ganó medio centenar de réplicas y un recordatorio del secretario de Gobernación: Sócrates fue compelido por el Estado a purgar su heterodoxia con una copa de cicuta, pero en México, señores, ningún heterodoxo será hoy perseguido.

 

SIEMPRE HABÍA TENIDO PREOCUPACIONES DE ESTADISTA RESPONSABLE DEL PAÍS, aun no teniendo más poder que sus argumentos. Pero, en general, sus argumentos se dirigían al poder y a sus círculos técnicos, no a la sociedad. La diferencia es capital. La razón al servicio del sector público y la razón pública pueden argumentar lo mismo, pero no apelan al mismo tribunal.

 

NO ESTÁ CLARO QUE ENTONCES VIERA LA DIFERENCIA, AUNQUE EL PODER SÍ LA VEÍA. Si en vez de publicar su diagnóstico se lo hubiera dicho en privado al secretario de Gobernación, el trato hubiera sido diferente. Héctor Pérez Martínez se creía intelectual, soñaba con la Presidencia de la República, y hubiera tomado como adhesión la esperanza de Cosío Villegasque de la propia revolución salga una reafirmación de principios y una depuración de hombresPero Cosío Villegas no se midió publicando su crítica. Del cielo platónico cayó a la plaza pública socrática y le recordaron la cicuta.

 

PARA 1968, CUANDO SE LANZA COMO EDITORIALISTA DE EXCÉLSIOR, no sólo estaba muy consciente de la diferencia, de su propio papel y de los riesgos que asumía: la vio como una causa central de la crisis. Los estudiantes universitarios y los universitarios en el poder, que eran supuestamente la culminación histórica de la razón en México, se dejaban arrastrar por la sinrazón. Sus deficiencias técnicas se explicaban por una deficiencia racional más profunda: la falta de crítica pública.

 

LO DIJO CLARAMENTE Y DOBLEMENTE, PORQUE LO DEMOSTRÓ ANDANDO. Puso la muestra de que la crítica razonada y respetuosa era posible y necesaria, como salida del conflicto en curso y del estancamiento político de México. La crítica del poder que inició en 1968 y continuó hasta su muerte, en 1976, fue un estirón creador de su propia conciencia, que resultó creador de conciencia pública. Fue una revelación para el público lector, una especie de terapia colectiva. La eficacia de su prosa se enriquecía con fórmulas. (No hay sino un remedio: hacer pública de verdad la vida pública del país, 13-IX-68) que, además de esclarecedoras, practicaban lo que decían: hacían pública la conciencia de que ciertas cosas tenían que decirse.

 

COMO DECENAS DE MILES DE MEXICANOS, LEÍ A PARTIR DE ENTONCES TODO LO QUE ESCRIBIÓ. Me sentía acompañado por su inteligencia independiente, por sus observaciones alejadas de la jerga oficial, de la jerga académica, de la jerga marxista; por su audacia tranquila, por su sentido del humor. Hoy, sus artículos me asombran por lo bien que se dejan releer, aunque los temas sean coyunturales. Quizá porque la coyuntura no ha pasado. Quizá por lo que tienen de ensayos, en la tradición de Montaignede vivencias compartidas, de conversación conciudadana.

 

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GABRIEL ZAID (MONTERREY, 1934), MEXICANO HIJO DE INMIGRANTES PALESTINOS, egresado en 1955 de la carrera de ingeniero mecánico administrador del ITESM, escritor, editor y poeta, miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua, autor de ensayos y libros de poesía.

 

DEJÓ LIBROS, INSTITUCIONES, DISCÍPULOS. Como si fuera poco, al final de su vida dejó un público lector que lo acompañaba en la plaza pública y en el estirón: que se volvía más ciudadano y menos súbdito…Gabriel Zaid, nacido en Monterrey, católico devoto, escritor, poeta, casado con la artista polaca  Basia Batorska, reflexión escrita en 1997, CDMX.