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TOMADO DE EL ALAMO
 
 

Carlos Julio Corral

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Yo gocé de Interrail :  Ing. Carlos J. Corral-

 

Interrail, un regalo para jóvenes europeos (¿y residentes?) para viajar en tren durante 30 días a lo largo de 30 países. 
¡Cuántos recuerdos! Yo tuve la fortuna de gozar de ese beneficio.   No, no soy europeo, claro, pero el hecho de haber estado por más de seis meses dentro de Europa y por contar con menos de 26 años, califiqué para comprar un pase por 30 días para recorrer muchos países, incluso algunos de la "Cortina de Hierro" (parte de la antigua Unión Soviética - URSS), que no los incluía el Eurailpass, para no europeos, y más caro.   



Los asientos son de segunda clase, pero no se nota la diferencia, hasta cuándo va abarrotado y no encuentras lugar.   

Resulta que en mi estancia de año y medio en Inglaterra, me dieron las dos únicas semanas de vacaciones juntas de toda la estancia, a unos días de cumplir los 26 años. Compré el pase y sobre el tren cumplí los 26 años.   Recorrí países como Francia, Luxemburgo, Suiza, Liechtenstein, Austria, Italia, Grecia, Yugoslavia (hoy dividido en unos 7 países), Hungría, Checoslovaquia (hoy dividida en Rep. Checa y Rep. Eslovaca), Alemania Occidental (hoy unida con Alemania "Democrática"), y puedo contar algunos otros micropaíses como El Vaticano y Mónaco.   

Quizá algunos de esos países los recorrí en algún otro viaje, donde también visité Irlanda, Gales, Escocia, Bélgica, Holanda, España y Portugal.   

Iba con mi mochila y unos cuantos cambios de ropa. Cuando se me acababa la ropa limpia, hacía una escala en algún pueblo y usaba una autolavandería automática. Llevaba una chamarrón muy protector, regalo de mi hermana.   

Unas noches dormía viajando para avanzar y ahorrar hospedaje.   

Todos los trenes tienen su estación en el mero centro del pueblo o ciudad. Y cerca de ahí se encontraba un albergue juvenil (Youth Hostel). Un servicio económico propio para jóvenes solteros y en parejas. Las habitaciones eran comunitarias para seis personas y hasta más. Debías tú llevar tus sábanas. Había cobijas. Las parejas podían gozar de una habitación privada. Había cocina más tú debías preparar tus alimentos y dejar los trastos y cocina limpios.   

Estos albergues me representaban una gran oportunidad de conversar con jóvenes de otros países e intercambiar experiencias al encontrar a algunos que iban al pueblo del que tú venías y viceversa. Era un intercambio fresco y lleno de interés mutuo que te ahorraba tiempo y dinero a la hora de arribar a tu siguiente destino y podías explorar sitios desconocidos.   

Claro, el idioma universal era el inglés, muy a pesar de algunos países como Francia, Hungría y Checoslovaquia que me lo objetaban.   Una experiencia grandiosa fue tratar al responsable del albergue en Roma. Desde el principio, por mi acento, me reconoció como mexicano. Al entrar en detalles, me confesó que hablaba ocho idiomas. Él creció con abuelos y tíos de tantos idiomas y para él cada persona tenía su propio idioma.   

La verdad es que me tomé una semana de mis compromisos en Inglaterra y ese recorrido lo hice en tres semanas, hasta que me agoté y ya no pude sacarle jugo a mi cuarta semana. En Inglaterra ya me habían disculpado mi tardanza de antemano asegurando que me había topado con alguna chica.   

Ahora Europa brinda este beneficio renovado a sus jóvenes. ¿Se podrá colar algún mexicano?   

Revisa el enlace:http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/03/actualidad/1475521145_957670.html