Las Propiedades de la compañía de Jesus Colegio Jesuita
Mucho se ha hablado sobre el colegio jesuita establecido en la Antigua Villa de San Felipe y Santiago hoy Sinaloa de Leyva, sobre su labor de evangelización que tuvo a través del sistema de misiones en la provincia de Sinaloa, que sirvió para poblar el norte del estado de Sinaloa, pero nunca se toma en cuenta que para poder funcionar se ocupaba un financiamiento el cual se obtenía de las tierras que eran propiedad de la compañía de Jesús en la misma provincia de Sinaloa.
Mediante un seguimiento puntual en los dos primeros tercios del siglo XVIII, antes de la salida de los jesuitas de la nueva España, obtenemos referencias directas sobre las relaciones sociales entre los nuevos pobladores y los asentamientos misionales. Primeramente se hablara de las propiedades de la compañía de Jesus, mismas que desde comienzos del siglo es la expresión de la problemática a que se vio sometido el colegio de Sinaloa para mantener bajos u control aquellas tierras, en primer lugar debido a que, al no ser utilizadas plenamente, los vecinos de la villa se establecían en ellas, ya fuera por préstamo o arrendamiento, lo que provocaba conflictos que se ventilaban ante la autoridad local y que solían prolongarse por decenios. Ante dichas circunstancia los resultados durante ese periodo tiene dos vertientes, la primera sobre la necesidad que tuvo la compañía de regularizar la situación legal de sus propiedades por medio de la composición de tierras, y la segunda tendiente a la vena de algunas tierras a los pobladores.
Asi, la primera solución que dio la autoridad jesuita del colegio de Sinaloa a los problemas derivados de la invasión que habían hecho los vecinos de sus tierras fue justamente su venta en calidad de censo redimible de los sitios de cabrera y san miguel. La actividad fue complementada con la venta de ganado del mismo colegio, que en su carácter de ganado alzado nos habla de la criaba en espacios abiertos, sin contar con la suficiente cuidado humano. La imposibilidad del Colegio de enfrentar el impulso de los pobladores hispanos que veian en la compañía de Jesus el principal problema para sus perspectivas de convertirse en propietarios rurales. Se daba así una posibilidad, para quienes estuvieran en condiciones de pagar la correspondiente renta anual, de convertirse legalmente en usufructuarios de las tierras mencionadas. Sin embargo la venta en calidad de censo no fue una solución definitiva, pues en 1761, apenas unos años antes del decreto de extrañamiento, fueron medidas las tierras del Colegio de Sinaloa y se incluyeron los puestos de Masocari, El Ojito, San miguel (hoy de Orrantias) y Lo de cabrera, tratándose estas de una posición no exenta de conflictos con los indios, pues en las medidas de dicho año se consigno un convenio con los naturales del pueblo de ocoroni que implico que una parte de las tierras en cuestión quedaran bajo su poder. Además de estas tierras, que formaron parte del colegio de Sinaloa desde los comienzos y que nada indica que hayan dejado de pertenecer a este antes de 1767, la compañía adquirió otras propiedades, algunas que provenían del siglo XVII pero todas, invariablemente fueron vendidas a pobladores hispanos entre 1739 y 1765, como lo fue el rancho de Portugués a don Juan Álvarez de Acevedo en el años de 1762.
Fuentes bibliiográficas. El poblamiento en tierras de indios cahitas, autor Gilberto lopez castillo, editado por el colegio de sinaloa