Miércoles, Enero 22, 2025
A- A A+

Banner superior a un lado de logo

Anuncio Museo 400px

Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

Responder a Trump

 

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

Responder a Trump 

Pascal Beltrán del Río

 
 
 

México fue el principal destinatario extranjero de los mensajes del presidente estadunidense Donald Trump en su discurso de toma de posesión.

Aunque no hubo realmente nada nuevo en su alocución de ayer –que lejos estuvo de ser una gran pieza de oratoria–, varias de sus advertencias se materializaron: dijo que declararía “una emergencia nacional” en la frontera y enviaría soldados a la zona limítrofe para “parar la desastrosa invasión de nuestro país”; que iniciaría “el proceso de devolver a millones y millones de criminales extranjeros a los lugares de donde vinieron”; que reimplantaría el programa Quédate en México para que los peticionarios de asilo en EU esperen al sur de la frontera el trámite de su solicitud; que daría a los cárteles la categoría de organizaciones terroristas internacionales, y que, con base en una ley expedida hace más de dos siglos, instruiría a su gobierno a usar “todo el inmenso poder de la procuración de justicia federal y estatal para eliminar las pandillas y redes criminales extranjeras”. 

 

Si bien a Trump le faltó, en la lista de advertencias relacionadas con México, a las que se refirió repetidamente en campaña, decir que aplicaría de inmediato aranceles a las importaciones procedentes de nuestro país –de acuerdo con una nota de The Wall Street Journal, su equipo estaría aún estudiando el tema–, por la noche, desde la Oficina Oval, aseguró que analiza imponer aranceles de 25% a México y Canadá desde el 1 de febrero.

Ya con este menú sobre la mesa, podemos discutir en concreto las opciones que tiene México para hacerle frente al nuevo mandatario de la Unión Americana. Algunos dicen que hay que ofrecerle algo que le interese; otros, que hay que plantarle cara.

Creo que lo que debemos hacer, más bien, es extinguir las razones por las que nos hemos colocado en la mira de Trump. Y no hacerlo por él, sino por nosotros mismos. No para darle gusto a él, sino por nuestra propia conveniencia. 

¿No valdría la pena preguntarnos si nos hemos puesto nosotros solos en esa incómoda posición, o vamos a ser, como país, la eterna víctima de otros? Una revisión mínimamente autocrítica nos tendría que llevar a admitir que los cárteles se han convertido en un poder paralelo, que controla regiones y extorsiona a empresas de todo tipo, y que el debilitamiento del Estado de derecho ha expuesto a millones de mexicanos a ser robados, secuestrados, desaparecidos y asesinados.

¿No es verdad, también, que México ha perdido el control de sus fronteras? Hay suficientes evidencias de que la migración se ha vuelto el negocio sucio multimillonario de funcionarios corruptos asociados con bandas criminales, y que eso ha generado un problema humanitario en el país, con repercusiones internacionales, como ya hemos visto. ¿O cómo se cava un túnel transfronterizo sin que ninguna autoridad se dé cuenta?   

No, a mí no me gusta que Trump nos señale y amenace. No me gustan las medidas de fuerza unilaterales con las que, dice, defenderá a su país.

Ante eso, estoy de acuerdo, hay que ejercer nuestra soberanía. Pero creo que la mejor manera de hacerlo es aplicar nuestras propias leyes, es decir, acabar con los negocios criminales de todo tipo. Ésa es la definición misma de soberanía: la capacidad de hacer valer el marco legal del país. 

Si México es un país que se respeta, ¿por qué asesinan todos los días a 80 personas y desaparecen a 40? ¿Por qué son ahogados por la extorsión los productores agrícolas y los comerciantes? ¿Por qué la gente más pobre es asaltada en el transporte público y las carreteras del país se han vuelto tierra de nadie? ¿Por qué en las zonas más marginadas el principal ingreso proviene de lo que mandan quienes emigraron por necesidad y no por gusto?

La inseguridad fue la gran demanda social de las elecciones de 2018, que llevaron al poder al grupo actualmente gobernante, pero ¿qué ha pasado? ¿Acaso ha dejado de ser éste un país peligroso para las personas de bien, las que trabajan para sacar adelante a sus familias y no andan armadas?

Vamos a responderle a Trump, sí. Pero hacerlo exigiendo a las autoridades competentes que hagan valer la ley y protejan a los mexicanos, los más afectados por los criminales que ordeñan el país. Conseguir eso sería la mejor manera de decirle que no se meta.