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Futuro, porvenir y destino

En México, lo ideal es tener buen gobierno y buena oposición. Lo catastrófico es que ambos sean pésimos. Lo intermedio es que sólo sirva uno de ellos. Si el gobierno es muy eficiente, no es tan grave la impotencia de la oposición. Pero si el impotente es el gobierno, la única salvación reside en la oposición. La oposición es de lo mejor que puede tener un gobierno

José Elías Romero Apis

José Elías Romero Apis

 

 

Pudiera ser que México regrese a los tiempos del poder absoluto, en los cuales vivió 70 años del siglo XX. Y ése de aquel entonces sí que era un verdadero imperio, digamos con cinco veces más poder y más absoluto que el que tuvieron y el que tendrán sumando a los gobernantes más recientes.

Sin embargo, nunca se ostentó ni se presumió. En alguna ocasión futura lo explicaré con minucioso detalle. Se ejerció con tal discreción que, cuando yo me decida a explicarlo, estoy seguro de que será una verdadera develación.

El poder absoluto no se logra con 500 diputados, 128 senadores, 32 gobernadores y 11 ministros. Se logra con siete elementos que describo en mi Teoría del poder como ciencia exacta (Porrúa, 2017), cuya ecuación da por resultado lo que he llamado el estado de craticidad o estado puro de poder.

Lo más importante de la política no siempre son los hechos, sino las palabras. Por eso considero como positivos los recientes discursos de Claudia Sheinbaum en cuanto a que gobernará buscando el consenso y la unión. Será cierto o no lo será. Eso no es lo importante, sino que lo diga. 

En México, lo ideal es tener buen gobierno y buena oposición. Lo catastrófico es que ambos sean pésimos. Lo intermedio es que sólo sirva uno de ellos. Si el gobierno es muy eficiente, no es tan grave la impotencia de la oposición. Pero si el impotente es el gobierno, la única salvación reside en la oposición.

La oposición es de lo mejor que puede tener un gobierno. Ella lo impulsa ante sus negligencias, lo contiene ante sus excesos y lo guía ante sus extravíos. Es el mejor motor, el mejor freno y la mejor contraloría del gobernante. Le da lo que, muchas veces, no le surten ni los leales ni los serviles. Le informa de lo que él no advierte o de lo que no previene. Es el vigía de mástil que le avisa si viene la tormenta, el iceberg o el enemigo.

Pero este binomio tiene dos riesgos. Uno es que el gobierno quiera someter a la oposición. El otro es que la oposición no sea recia o inteligente. La peligrosa ecuación de que, al mal gobierno se sume la mala oposición. La alarma mexicana de hoy es que el gobierno es muy impotente, pero la oposición es muy ineficiente. 

Por eso, Adolfo López Mateos les decía a sus más sabios y leales que nunca le prestaran las llaves del arsenal ni del tesoro ni del promisorio ni de las urnas ni del parlamento ni del tribunal. Se refería, claramente, a que no le permitieran matar opositores ni dilapidar recursos ni engañar en falso ni trampear elecciones ni decretar leyes ni dictar sentencias. Que no le consintieran usurpar atribuciones, sino que tan sólo lo ayudaran a cumplir con lo suyo y a no suplantar a los demás.

Y remataba, “jamás permitan que alguien me arrebate ni que yo extravíe las llaves de la Presidencia, que son las únicas que me han confiado”. Quiso ser y logró ser presidente y nada más. Pero, eso sí, presidente de-a-de-veras, no presidentillo-de-pastorela. Presidentazo, no presidenzuelo.

El equipo presidencial es muy importante. Veinte designaciones dicen más que veinte promesas. En estos días empezó a circular una versión no oficial de futuro gabinete. Me dio buen latido y creo que ésa fue su intención. Los que conozco me provocan respeto, reconocimiento y confianza. Los que desconozco me han sido bien recomendados. De convertirse en cierto este tanteo, ello ya revela cinco presagios positivos en la nueva Presidenta. Lo deseo por el bien de México.

Es muy claro que si no cuidamos nuestra convivencia nos vamos a aniquilar. Si no cuidamos la economía, nos vamos a empobrecer. Si no cuidamos nuestras convicciones, nos vamos a traicionar. Si no cuidamos nuestras esperanzas, nos vamos a desahuciar. Si no cuidamos la justicia, nos vamos a corromper. Si no cuidamos nuestros orgullos, nos vamos a humillar. Y, si no cuidamos la política… si mal cuidamos la política… si descuidamos la política… ¡nos vamos a destruir!

 

 

 

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