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Los nuevos pretextos

Los nuevos pretextos

¿Realmente EE. UU. ha estado tan lejos del control militar en Latinoamérica, o China, Rusia y los demás enemigos de Washington son los pretextos actuales para ampliar y fortalecer sus bases en la región?

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Bases militares foto Tomada de vamosporlaliberacion.org
A finales de 2022, Estados Unidos tenía instaladas 12 bases militares en Panamá, 12 en Puerto Rico, nueve en Colombia, ocho en Perú, tres en Honduras, dos en Paraguay, así como instalaciones de este tipo en Aruba, Costa Rica, El Salvador, de acuerdo con un artículo del sitio chileno BBCL, publicado el pasado 20 de abril. Foto: Tomada de vamosporlaliberacion.org

Quienes escuchan de primera mano los discursos de la oficial yanqui son egresados de escuelas militares estadounidenses, herederos de las dictaduras, del Plan Cóndor, golpistas alguna vez, facilitadores de la penetración de intereses o bases militares norteñas legales o encubiertas, y siempre acariciados con frases de viejas y falsas hermandades entre ejércitos, y promesas de ayudas millonarias, «vitales» hoy para frenar la amenaza no estadounidense sobre la región.

Recientemente, una comentarista del diario The New York Times revelaba parte del trasfondo «recuperador» de las nuevas estrategias de EE. UU. para apoderarse de mercados y espacios geopolíticos, y desplazar a China en Costa Rica, República Dominicana o Panamá, en materia de producciones de nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

«No podemos culpar a nuestros amigos latinoamericanos por recurrir a China para realizar inversiones que nosotros no les ofrecemos. Mientras hemos estado fuera, intentando dirigir el mundo, nos han sacado a codazos de nuestro propio hemisferio».

Pero, ¿realmente EE. UU. ha estado tan lejos del control militar en Latinoamérica, o China, Rusia y los demás enemigos de Washington son los pretextos actuales para ampliar y fortalecer sus bases en la región?

A finales de 2022, Estados Unidos tenía instaladas 12 bases militares en Panamá, 12 en Puerto Rico, nueve en Colombia, ocho en Perú, tres en Honduras, dos en Paraguay, así como instalaciones de este tipo en Aruba, Costa Rica, El Salvador, de acuerdo con un artículo del sitio chileno BBCL, publicado el pasado 20 de abril.

Añade la fuente que, en Colombia, la Base Aérea de Palanquero es un centro de operaciones «para misiones de contra narcóticos y ayuda humanitaria». En Honduras, la Base Aérea de Soto Cano, también conocida como Palmerola, apoya las operaciones conjuntas en toda la región.

La base naval de la Bahía de Guantánamo, en Cuba, es la base militar estadounidense en el extranjero más antigua, que tomó por la fuerza en 1898 y mantiene en contra de la voluntad de los cubanos.

Esta es la parte que se conoce, en América Latina, del total de 800 bases militares norteamericanas en más de 70 países por todo el mundo en 2021, según datos de la American University de Washington. El ejército estadounidense gestiona una cartera global que consiste en más de 568 000 activos (edificios e infraestructura) ubicados en 4 800 lugares en todo el mundo.

EXTENSIÓN HACIA EL SUR

Durante la polémica visita a Argentina de la jefa del Comando Sur, a principios de abril, el gobernador de la provincia de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, se negó a recibir a la militar, y la consideró, públicamente, una «persona no grata», al tiempo que generó rechazo de algunos sectores que desconfían de las intenciones de la Casa Blanca en la región.

El Gobernador de la provincia más austral no recibió a Richardson ni a su comitiva por considerarla «cómplice» de la ocupación británica en las Islas Malvinas.

«La Embajada (estadounidense) estaba deseando que nosotros la recibiéramos, y hemos sido muy claros, mientras Estados Unidos, el Comando Sur, participe en las maniobras que hace Gran Bretaña en el Atlántico Sur, nosotros no la vamos a recibir. No lo hemos hecho antes y no lo vamos a hacer ahora tampoco, mi respuesta es esa», declaró Melella.

«Cualquiera que acompañe la invasión que lleva adelante Gran Bretaña en nuestro territorio, termina siendo de alguna manera cómplice, y lo que le hemos pedido justamente a los representantes de la Embajada es eso, que los hagan reflexionar».

No obstante, el propio Presidente argentino, nuevo peón de la Casa Blanca para su estrategia anticomunista global y de recolonización de Nuestra América, ha anunciado, en el contexto de esa visita, la posibilidad de abrir una base militar de EE. UU. en ese territorio del extremo sur, «puerta de acceso» a la Antártida, como un supuesto «primer paso» para recuperar las Malvinas, al tiempo que defiende el estrechamiento de los lazos íntimos con Washington y solicita sumarse a las estructuras de la OTAN como «socio global».

En Ecuador, tras los sucesos de violencia extrema e inseguridad en enero, el presidente Daniel Noboa aseguró que las autoridades de Estados Unidos están dispuestas a colaborar en su «guerra» contra la criminalidad.

Las palabras de Noboa llegaron después de reunirse con el exsenador estadounidense Christopher Dodd, y con la Richardson.

A los pocos días se sucedieron gestos de acercamiento entre servicios de inteligencia y de defensa de ambos países, noticias de posibles nuevas bases militares yanquis y la internacionalmente condenada irrupción ilegal, por las autoridades ecuatorianas, en la sede diplomática de México, pisoteando el derecho internacional y la inmunidad diplomática.

Detrás del muro antichino, están las cañoneras devenidas portaviones con aeronaves no tripuladas exterminadoras que, en lugar de robar platanales y yacimientos petroleros, buscan reapoderarse de litio, grandes fuentes de agua y espacios geoestratégicos para nuevas bases militares.

Vuelven las viejas prácticas neoliberales con recién estrenados dictadores del siglo XXI, ligados a las peores causas y paradigmas del neofascismo que disputa la Presidencia de EE. UU. y en naciones europeas.