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El segundo piso… de la impunidad

 

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

 

No hay acusación, por grave que sea, que lleve a los más cercanos colaboradores del presidente Andrés Manuel López Obrador a siquiera contemplar su renuncia. Probablemente ni a sonrojarse.

Hechos como haber provocado la muerte de centenares de miles en la pandemia, mediante la aplicación de una estrategia sanitaria fallida; o haber encabezado una dependencia donde se desviaron miles de millones de pesos que tendrían que haberse destinado a aminorar la desnutrición; o no haber actuado para mejorar las condiciones de detención en un centro migratorio, donde 40 personas murieron quemadas, resultan, por lo visto, poco importantes en tanto los señalados mantengan su fidelidad hacia el jefe del Estado.

En el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación los peores pecados de los correligionarios terminan lavados, por más que sean documentados en los medios y denunciados ante fiscalías supuestamente autónomas.

Podrán carecer de vergüenza propia las personas que incurren en ese tipo de conductas, pero lo que nunca les falta es la dispensa dictada desde Palacio Nacional, el fuero de todos los fueros, más resistente que el beskar de Mandalorian. 

A juzgar por lo sucedido en la reciente gira por Veracruz de la candidata presidencial del oficialismo, la práctica de arropar a los cercanos en una capa impermeable a la ley podría mantenerse el próximo sexenio en caso de que la mayoría del electorado decida dar el triunfo a Claudia Sheinbaum en la elección del 2 de junio.

La morenista visitó esta semana el estado donde compite por la gubernatura Rocío Nahle, la exsecretaria de Energía del gabinete lopezobradorista, quien ha venido acumulando señalamientos respecto de un súbito e inexplicable enriquecimiento.

A Nahle y a su esposo les han publicado, con lujo de detalles, una lista de propiedades –en Tabasco, Veracruz, Nuevo León y Nueva York–, así como cuentas bancarias en paraísos fiscales, de las que se habrían hecho, según las acusaciones, en los tiempos en que ella encabezó las obras de construcción de la onerosa refinería de Dos Bocas, uno de los proyectos insignia del presidente López Obrador, y que son imposibles de  reunir con su salario de burócrata republicanamente austero. 

Pues resulta que, de gira por ese estado, doña Claudia no sólo no evitó a doña Rocío –cosa que hubiera sido sensata, para que no se le pegara la mala fama–, sino que la abrazó y le dedicó un mensaje en redes sociales con un clarísimo tono de indulgencia.

Dice lo siguiente:

“Rocío Nahle es una mujer honrada, comprometida, trabajadora, capaz y con mucho amor por Veracruz y por México. Por más que le quieran construir fake news, ella va a ganar Veracruz porque dignamente representa la 4T. Vamos a apoyar al norte de este maravilloso estado”.

Después de leerlo varias veces y entender que hablaba en serio, concluí que la única parte no cuestionable de ese texto es que la zacatecana Nahle representa dignamente a la 4T. Ni duda cabe. Si me pidieran la firma para avalar ese dicho, lo suscribiría de inmediato, con la misma certeza con la que sé que Dos Bocas no produce aún un solo litro de combustible.

Todo lo demás del texto resulta fantasioso. Bueno, menos una cosa: tomadas literalmente, sus palabras y sus fotos con Nahle revelan que Sheinbaum está dispuesta a tender el segundo piso del lavadero donde se han venido blanqueando las faltas de la nomenklatura cuatroteísta.

No cuesta trabajo imaginar que los candidatos de Morena y partidos satélites que hayan leído esa proclama se habrán frotado las manos. Y ¿cómo no?, pues son una auténtica licencia para no observar la ley.

 

 

 

 

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