No es cierto, es falso que si no se trabaja entonces no se puede tener un buen nivel de vida.
Eso es el discurso del pasado. Aquí el gobierno,el Estado mexicano tiene que apoyar…
Escucho la expresión. Es increíble. Estamos en el siglo XXI. A todos se nos puede ir un gazapo. Pero no lo fue; es una concepción de la vida. Es y ha sido durante cinco años la máxima política del populismo que nos gobierna. La candidata del oficialismo, la que proclama la necesidad de continuar por la misma vía de su padre político, lo dice convencida y para convencer. Por respeto a la ciencia y a los ciudadanos, debería haber consultado un manual mínimo al respecto. Hoy se sabe mucho más del tema. Los recursos naturales son, sin duda, un factor clave para que un país prospere y su población obtenga mejores niveles de vida. México los tiene y, aunque hemos exagerado al respecto, por su territorio, por su biodiversidad, por su localización geográfica, por sus costas, por sus selvas y bosques, por los recursos mineros, por el petróleo, por el potencial de energía solar y eólica, por nuestro clima, somos privilegiados.
Pero eso no basta y la candidata debería saberlo. Hay países muy extensos –por ejemplo, Argentina, casi 3 millones de kilómetros cuadrados, con relativamente poca población, 45 millones– que tiene un ingreso per cápita de 13 mil 650 dólares. Austria, 10 millones de habitantes, no llega a los 100 mil km². Pero el ingreso per cápita es de más de 50 mil dólares. Mientras Argentina tiene 16 habitantes por km², Austria tiene 107. Entre menos dependa un país de los recursos naturales –la agricultura de Austria sólo es 1.2% de PIB– y se cuente con más industria y servicios, más rico será. Está en Adam Smith, pero también en Marx, el trabajo es el eje del conflicto. Hoy sabemos que la prosperidad verdadera proviene del trabajo humano, de la división social del trabajo, de la acumulación de capital, del ahorro, de la tecnificación.
Detrás está una palabreja, incómoda pero imprescindible: productividad. Es decir, qué tanto podemos hacer con ciertos recursos asignados. Hay muchos índices de cómo medir la productividad de las empresas y de las naciones. Uno de ellos es la productividad por hora trabajada, lo usa la OCDE, club al que por fortuna pertenecemos, porque así tenemos que compararnos con los países que han logrado altos niveles de vida. Irlanda, de la cual poco se habla, tenía en 2019 una productividad por hora promedio de trabajo de más de 100 dólares. Le seguía Noruega con 93 dólares. Italia, España y Canadá estaban en la parte media de la tabla. El último lugar lo ocupaba México y cayendo. Trabajamos más horas, producimos menos. La productividad está estrechamente vinculada al nivel educativo. En Irlanda hay más de 100% de cobertura en primaria y secundaria. En el nivel terciario, ronda 80%. En México este nivel apenas rebasa 40%. En México se gasta más en educación, pero… la calidad. ¿Por qué desaparecieron al INEE, encargado de esa misión, por qué cortar a la mitad el presupuesto de las normales? Si no se trabaja, si no se es productivo, no se puede tener un “buen nivel de vida”, sea esto lo que sea y, difícilmente, disminuirá la pobreza. Ningún Estado moderno es capaz de asumir esa responsabilidad: reducir la pobreza… sin trabajo.
Falta el ahorro, sin él, un país no se capitaliza, no es más productivo, no prospera. Botswana, que avanza a pasos agigantados, ahorra el equivalente a 32% de su PIB. México, 20%. Argentina, 18%. Sólo a partir del equivalente a 25% o más del PIB, se puede obtener un crecimiento sostenido. Nada se hizo en los últimos años por lograrlo, al contrario, se dilapidó dinero público como nunca antes, se espantó a la inversión. Ésa es la factura.
Falsedad es decir que, sin trabajo, se puede tener un buen nivel de vida. El discurso del futuro es sobre el trabajo, la productividad y el ahorro.