Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Ayer le contaba cómo el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación no ha procedido penalmente contra ningún gobernador o exgobernador del PRI, pese a la retórica electorera que señala como corrupto a dicho partido político.
Recordemos cómo, durante el primer debate de aspirantes presidenciales, la oficialista Claudia Sheinbaum se refirió a la opositora Xóchitl Gálvez como “la candidata del PRIAN”, y nunca por su nombre, usando las siglas del tricolor como una mala palabra.
Pero, por lo visto, el problema no es el PRI, sino la falta de sumisión de los priistas a los intereses del actual gobierno. Y, peor aún, su pecado de haberse aliado con el PAN.
Tan es así que seis exgobernadores del PRI disfrutan actualmente de las recompensas recibidas luego de entregar sus respectivos estados a Morena en la más reciente elección.
Y es que así opera el oficialismo. Los peores pecados políticos pueden ser lavados y olvidados siempre y cuando los responsables capitulen y se disciplinen a los designios de Palacio Nacional.