Domingo, Noviembre 24, 2024
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El horror de las guerras y las amenazas de Trump

 

Mario Luis Fuentes

Mario Luis Fuentes

 

 

El conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás no cesa. A pesar de la propuesta de un “alto al fuego” en Gaza y de que el gobierno norteamericano ha expresado “un cauteloso optimismo”, pues lo planteado por Hamás se encuentra en los límites de lo posible, lo cierto es que el nivel de violencia perpetrada por el grupo terrorista hace difícil que el Estado de Israel haga importantes concesiones.

Por otro lado, la ilegítima invasión de Rusia a Ucrania continúa y las tensiones crecen. El primer ministro francés ha expresado que, ante ese conflicto, todas las opciones son posibles, pues el objetivo que debe tener la OTAN es claro: Rusia no puede ganar.

En este contexto, las declaraciones hechas por Donald Trump el pasado fin de semana cobran una relevancia singular. En su discurso en Dayton, Ohio, pronunció varias frases muy graves que, en el marco de la democracia norteamericana, deberían ser condenadas.

En primer lugar, una de las frases que alertó a muchas personas fue la de que, de no resultar electo, habría un auténtico baño de sangre. Y si bien la frase fue dicha en el contexto de sus ideas respecto del comercio mundial y el daño que le hace supuestamente a los trabajadores americanos, la idea de un baño de sangre en un país como aquél que constantemente enfrenta masacres, y que vivió el asalto al Capitolio para impedir la transición de gobierno, cobra un cariz seriamente preocupante.

Pero no sólo eso. Respecto del fenómeno migratorio prometió que, de llegar a la Presidencia de EU se daría la mayor deportación en la historia de personas inmigrantes que se encuentren en situación irregular.

 

Peor aún, al abundar sobre el tema, Trump se atrevió a decir: “No sé si llamarlos personas. En mi opinión, en algunos casos no son personas… Dicen: tienen que votar en contra de eso, porque eso no habla de humanidad, pero he visto esa humanidad y éstas son malas personas. Son animales y tenemos qué detenerlos”.

Decir que cualquier persona es un animal rebasa todo límite de la violencia verbal en el ámbito de la política. Más aún cuando se aspira a llegar a la Presidencia del país más poderoso del mundo, porque si es capaz de pensar que otros seres humanos pueden ser vistos y tratados como animales, podríamos estar en la ruta de una nueva forma de poder que, investido de democracia, esté abiertamente decidido a ir en contra de los derechos humanos y de desarrollar prácticas y políticas abiertamente racistas y xenófobas.

 

 
 
 
 
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Para México esas declaraciones son de la mayor relevancia y preocupa que, hasta el momento de escribir estas líneas, ni el Presidente de la República ni las candidatas y candidato a la titularidad del Ejecutivo federal habían fijado ninguna postura respecto de lo dicho por el señor Trump.

La cuestión es fundamental porque no se puede permitir que se les llame animales a nuestras y nuestros connacionales y, en general, a ninguna persona. Y menos aún permanecer en silencio frente a la amenaza abierta de iniciar un proceso de deportación masiva histórica.

Está, además, la otra cuestión crucial para el desarrollo de nuestro país: Donald Trump ha fijado claramente una vez más que no comparte la visión de un mundo de economías abiertas; y que tampoco cree en el multilateralismo. Es un político que cree firmemente en la fuerza y en la amenaza como instrumento de imposición de sus estrategias, y eso va totalmente en contra de los principios de política exterior de nuestra nación.

Las amenazas de Trump son serias y así hay que tomarlas. Faltan ya muy pocos meses para que se lleve a cabo la elección presidencial en EU y es preciso tener una estrategia clara, porque seguimos siendo dependientes de su economía y de las decisiones políticas que se toman allá.

 

 

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