Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la VIII Cumbre de la CELAC, en Kingstown, San Vicente y las Granadinas, el 1ro. de marzo de 2024, “Año 66 de la Revolución”
Autor: Miguel Díaz-Canel Bermúdez | Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Queridos participantes;
Querido Primer Ministro y hermano Ralph Gonsalves:
Gracias a ti, a tu querido pueblo y al Gobierno de San Vicente y las Granadinas por su generosa hospitalidad y por la excelente conducción de la CELAC durante el mandato que hoy concluye, el primero de una pequeña nación del Caribe anglófono liderando a un grupo tan amplio y diverso de Estados.
Los exitosos resultados del trabajo en este periodo, plagado de desafíos políticos a nivel regional y global, confirman que no importa el tamaño de un país si existe voluntad política y compromiso con la integración latinoamericana y caribeña.
En estos instantes en que volvemos a encontrarnos, la sola visión del conjunto nos anima y entusiasma. Todo parece que empieza de nuevo, hasta que emerge la dura certeza sobre lo mucho que nos debemos desde aquella primera reunión en Caracas en 2011, cuando apostamos por avanzar juntos hacia la integración, definiendo a la unidad como la tarea urgente.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana, apasionado promotor de la integración latinoamericana y caribeña, dejó dicho sobre la decisión de crear la CELAC, en Cancún en 2010, que “ningún otro hecho institucional de nuestro hemisferio durante el último siglo refleja similar trascendencia”. Y también nos planteó interrogantes que aún siguen sin respuestas: “Frente a los grandes grupos que hoy dominan la economía mundial, ¿hay acaso lugar en el futuro para nuestros pueblos sin una América Latina integrada y unida?
Según la CEPAL, en 2024 las economías de América Latina y el Caribe seguirán la senda de bajo crecimiento, y todas las subregiones crecerán menos que en 2023. Seguiremos siendo la región más desigual del planeta.
Se cuenta en 183 millones el número de habitantes de esta región que califican como pobres. Eso equivale al 29 % de la población; de ellos, 72 millones viven en la pobreza extrema. Lacera profundamente que la mitad de esas cifras corresponde a niños y adolescentes.
La creación de empleo entre 2014 y 2023 ha sido la más baja en la región desde la década de 1950.
De los 292 millones de personas ocupadas, una de cada dos se encuentra en empleos informales, y cuatro de cada diez tienen ingresos inferiores al salario mínimo. Se amplía la brecha de género en el empleo y los ingresos.
Cuatro de cada cinco menores de diez años en América Latina y el Caribe no saben leer ni escribir.
Sin ser excepción, en el mundo pospandémico, inseguro y empobrecido en que vivimos, las naciones de América Latina y el Caribe no podrán cumplir con la gran mayoría de las metas de la Agenda 2030.
Hermanos de la Patria Grande:
A pesar del injusto panorama descrito y las deudas de acciones integracionistas que acumulamos, esta unidad en la diversidad que ha logrado sostener la CELAC, se consolida, pero queda mucho por hacer. Al respecto, el General de Ejército Raúl Castro Ruz en la Cumbre de Caracas expresó: “La unidad e integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe constituye una necesidad para enfrentar con éxito los desafíos que se nos presentan como región”.
No bastan las Cumbres y sus declaraciones, cuyos efectos prácticos son difíciles de apreciar, para que la CELAC cumpla sus objetivos fundacionales. Los protagonistas de la integración y sus principales beneficiarios tienen que ser nuestros pueblos.
Queremos una integración que privilegie la defensa irrestricta de la paz, la soberanía, la solidaridad y el humanismo; una integración que permita reposicionar a América Latina y el Caribe en el escenario internacional. Que reconozca el derecho de los hermanos países caribeños a un trato justo, especial y diferenciado que contribuya a reclamar en unidad el justo resarcimiento por 500 años de expoliación y esclavitud.
Aspiramos a una integración que asegure dignidad plena y justicia social para todos.
Estimados amigos:
Para Cuba es ineludible reiterar la más enérgica condena al genocidio que se perpetra contra el pueblo palestino.
Permanecer en silencio ante la masacre de casi 30 000 civiles en la Franja de Gaza en los últimos cinco meses, en su mayoría mujeres y niños, no solo es inaceptable, ¡es incompatible con la dignidad humana!
Nunca seremos cómplices de la barbarie que garantizará a los indiferentes, como mínimo, una condena de sus conciencias y de la historia, como pasó con los que miraron para otro lado cuando avanzaba el fascismo y terminaron siendo sus víctimas.
No es posible ignorar la complicidad del Gobierno de los Estados Unidos, que con sus vetos paraliza al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, suministra armas a los ocupantes ilegales y permite a Israel actuar con total impunidad.
Hace diez años, en La Habana, tomamos la decisión histórica de proclamar a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, y desterrar para siempre de la región el uso de la fuerza.
Esa voluntad de fomentar la amistad y la cooperación, por encima de cualquier diferencia, debemos refrendarla en las relaciones dentro y fuera de la región.
Han transcurrido dos siglos desde la proclamación de la Doctrina Monroe, con la que los Estados Unidos advirtieron al mundo que sería intocable su hegemonía en la región. Pasó el tiempo, pero no cesó la ambición. En pleno siglo XXI persisten las amenazas, presiones y medidas coercitivas unilaterales contra gobiernos legítimos que ellos se niegan a reconocer como tales.
Sin embargo, no han cesado por parte de los pueblos los afanes libertarios y la decisión irrevocable de defender la soberanía nacional y regional hasta las últimas consecuencias.
Ratificamos el firme apoyo a la Revolución Bolivariana y la unión cívico-militar de su pueblo, conducida por su presidente, el compañero Nicolás Maduro Moros.
Reiteramos el respaldo a la tierra de Sandino y al presidente Daniel Ortega, frente a los intentos de quebrar el orden constitucional en esa nación.
Favorecemos una paz estable en Haití, que requiere con urgencia una mayor asistencia y cooperación para su desarrollo sostenible.
Estamos comprometidos con los esfuerzos de paz en Colombia, a los que Cuba continuará contribuyendo en todo lo posible.
Hemos apoyado y continuaremos apoyando las conversaciones y los esfuerzos de avenencia entre las hermanas naciones de Venezuela y Guyana, y nos opondremos resueltamente a los intentos de injerencia del Gobierno de Estados Unidos y de cualquier otro actor.
Mantenemos inalterable el apoyo a la autodeterminación e independencia de Puerto Rico, y apoyamos el legítimo derecho de Argentina sobre las islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Compatriotas de Nuestra América:
Debo unas palabras agradecidas, en nombre del pueblo cubano, a todas las naciones aquí representadas que han demandado que se levante el criminal, ilegal y sexagenario bloqueo contra Cuba.
Los gravísimos daños provocados por esa inhumana política se han recrudecido a niveles extremos tras la inclusión del país en la unilateral lista de Estados supuestamente patrocinadores del terrorismo.
Aprecio profundamente a las hermanas naciones de América Latina y el Caribe por su firme demanda de que Cuba sea excluida de esa espuria lista.
El poderoso vecino del Norte destina sumas millonarias y una sofisticada maquinaria de Guerra No Convencional en su guerra multidimensional contra Cuba. Manipula temas tan sensibles universalmente como derechos humanos y democracia, en el intento jamás abandonado de forzar un cambio político, con una mezcla de campaña de descrédito y asfixia económica en busca del estallido social.
Finalmente, quisiera ofrecer a Honduras, a su presidenta, querida hermana Xiomara Castro, todo el apoyo a su liderazgo al frente de la CELAC.
Cuba siempre estará en la primera línea de los esfuerzos por forjar el proyecto unitario del Río Bravo a la Patagonia por el que ofrendaron sus vidas los próceres de la independencia latinoamericana.
Es momento de hacer realidad, en la práctica, el concepto de “Nuestra América”, que tan bellamente describió José Martí. Es hora de construir “una sola Patria”, como soñó Simón Bolívar.
La unidad, ese sueño de siglos, clavado como utopía en el horizonte de Nuestra América, ha vuelto a sacudirnos. ¡No descansemos en la voluntad de conseguirlo, por un mejor futuro para nuestros pueblos!