El presidente López Obrador presenta 18 reformas constitucionales y dos legales a ocho meses de dejar el poder. La candidata de su partido, Claudia Sheinbaum, rápidamente hace suyas dichas propuestas. Promete que serán “bases sustantivas de lo que va a ser nuestro gobierno”. Si uno entiende bien, pues Claudia, de ganar, quiere hacer lo mismo que está ambicionando Andrés Manuel.
Resulta que no porque, también de inmediato, salen distintas voces afines al proyecto lopezobradorista a proclamar que ella será diferente, que efectivamente apoyará algunas de las veinte iniciativas de AMLO, pero no todas.
Como si fueran talmudistas o psicoanalistas, interpretan la voluntad de Sheinbaum.
Sí hará esto, pero no lo otro. Con docta precisión, se atreven a predecir, por ejemplo, que la doctora no apoya la elección de ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial. O que modificará radicalmente la política energética. Ya verán: a la hora de la hora, cuando se ponga la banda, veremos las diferencias.
Uno les pregunta: ¿Y de dónde sacas eso? ¿Acaso tienes información privilegiada? ¿Te lo comentó ella en privado?
Ofrecen dos respuestas.
La primera, que Claudia lo anda diciendo en reuniones privadas con grupos empresariales. Wink-wink, aquí entre nos le cuento que yo pienso diferente que el Presidente. Claro, no lo puedo decir en público porque el éxito de mi candidatura depende de trasmitir la idea de que soy la discípula más leal del líder del movimiento.
Okey. En privado dice algo distinto que en público. Muy política la señora. Pero, una de dos, o Claudia le está mintiendo a los empresarios o a López Obrador. Usted decida a quién.