En la arena política, las estrategias son tejidas con hilos de intención y la confrontación es, a menudo, un juego arriesgado. Hasta hoy, las dos candidatas a la Presidencia, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, han bailado en el filo de la contienda sin llegar a las hostilidades directas. Sin embargo, la trama parece estar tomando el giro inevitable, revelando la sutil danza estratégica que se está llevando a cabo.
Xóchitl Gálvez ha cambiado su mirada estratégica. Donde antes evitaba la confrontación directa con la candidata de Morena, ahora parece estar buscando provocar una reacción de Claudia Sheinbaum. ¿Por qué el cambio de táctica? ¿Quizá porque la estrategia de atacar a AMLO ya ha dado lo que podía dar y se necesita un nuevo enfoque para revitalizar su campaña?
La política es un juego de estrategias evolutivas y, en este escenario, las candidatas ajustan sus tácticas conforme avanzan en la contienda. La ventaja que Claudia Sheinbaum mantiene en las encuestas es innegable, pero Xóchitl Gálvez busca ahora provocar un error, una fisura en la aparentemente impenetrable armadura de su contrincante.
Estamos viendo un escenario completamente inédito en la historia política y electoral de México. Dos mujeres compitiendo por el cargo más importante del país. La delicadeza y la fuerza son armas poderosas en el arsenal de cualquier mujer política. Claudia Sheinbaum ha mantenido una postura firme y segura, administrando su ventaja como mandata cualquier manual de cabecera en las campañas. Xóchitl Gálvez, por su parte, busca la apertura que le permita colarse en la narrativa dominante y alterar los números que, hasta hoy, reflejan todavía una desventaja para ella.
El juego sutil se intensificará a medida que Xóchitl siga buscando forzar una equivocación de Claudia (como dictaría también cualquier manual de campaña). Hasta hoy, Claudia ha logrado exitosamente no morder los anzuelos e, incluso, aprovecharlos para algunos revires como el de ayer en el chacaleo sobre la invitación a adelantar debates lanzada por Gálvez: “No por mucho madrugar amanece más temprano y no por mucho provocar se crece en las encuestas”.
Estas primeras notas de confrontación directa se dan al cierre de las precampañas. Vienen las famosas intercampañas, en donde ambas candidatas estarán impedidas de hacer declaraciones con tintes electorales, lo cual implica que ambas se prepararán para el arranque, ahora sí formal, de las campañas electorales.
Y en las intercampañas es probable que veamos todos los obuses, de un lado y del otro de los equipos de campaña, lanzados a manera de guerra sucia y desleal, ante los cuales ninguna de las candidatas está legalmente habilitada para desplegar sus estrategias de defensa.
En un contexto donde la polarización política es moneda corriente, la confrontación entre dos mujeres agrega una dimensión única. Atacar a otra mujer no es sólo un riesgo político, sino también existencial. Ambas candidatas entienden este delicado equilibrio y han logrado navegar con elegancia. Pero parecería que ese momento está tocando su fin. La confrontación entre Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum se va a desenvolver en un terreno cada vez más complejo y más minado. Mientras una busca abrir brechas, la otra mantiene su posición con cautela. La danza estratégica continúa y, en esta narrativa, cada gesto, cada palabra, se convierten en un movimiento crucial que puede cambiar el curso del juego. A partir de ahora, ambas se enfrentarán no sólo como candidatas, sino como estrategas astutas que buscan la manera de asegurar su camino hacia la Presidencia.
Por el bien de ellas, de la imagen de las mujeres todas y por el bien de México, ojalá que ambas hagan una contienda a la altura del momento histórico que les está tocando protagonizar