Lunes, Noviembre 25, 2024
A- A A+

Banner superior a un lado de logo

Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

La infamia de Siempre

 

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

 

  • Quienes idearon esta infame portada quizá no midieron el daño que provocarían...

La revista Siempre, de larga trayectoria en México, ha vuelto a ser noticia por una portada que ha provocado un escándalo y una ola de condenas. La portada, que muestra una silueta de Claudia Sheinbaum, precandidata de Morena a la Presidencia, con una tira de suásticas en la parte superior, es un claro ejemplo de discurso de polarización y odio políticos, banalización del sufrimiento de los sobrevivientes del Holocausto y afrenta contra la comunidad judía de México y del mundo.

La suástica es un símbolo de odio y violencia que representa la ideología nazi y el Holocausto, que provocó la muerte de millones de personas, entre ellas seis millones de judíos. Utilizar este símbolo para representar a una persona de origen judío es un acto no sólo de infamia y discriminación, sino de ruindad que no puede ser tolerado.

Siempre ha intentado justificar la portada argumentando que era una crítica al régimen autoritario que, según la revista, representan Morena y Sheinbaum. Sin embargo, esta justificación es absurda y resulta aún más ofensiva. La suástica no es un símbolo del autoritarismo, sino del nazismo, antisemitismo y genocidio.

La libertad de expresión, uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia, se torna peligrosamente distorsionada cuando cae en las garras de la intolerancia y el discurso de odio. La elección de utilizar una suástica es más que una simple provocación; es una afrenta grotesca a la memoria de quienes padecieron el horror de esos tiempos oscuros. La comunidad judía, no sólo en México sino en el mundo, merece respeto y consideración, especialmente en un contexto político donde las diferencias ideológicas deberían debatirse con argumentos (que también escasean en las mañaneras de AMLO), no con símbolos que evocan tanto sufrimiento.

Y, claro, esta portada no sólo pretende atacar la candidatura de Claudia Sheinbaum, sino que también arroja un manto de sombras sobre la participación política de las mujeres. Es un ejemplo flagrante de violencia política de género, donde la crítica legítima se desvanece ante la degradación sexista y despectiva. La política debe ser un terreno de las ideas y las propuestas, no de ataques viles y abyectos.

Las condenas, tanto de simpatizantes como de opositores, han sido unánimes. La sociedad, en su diversidad, ha rechazado esta expresión de odio y ha levantado la voz en defensa de valores democráticos fundamentales. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿Cómo llegamos a un punto donde la confrontación política desciende a niveles tan bajos? Sabemos bien que muchos ataques arteros e infundados han salido de Palacio Nacional, pero nunca de su candidata a la Presidencia. Y, además, intentar contestar con este tipo de lamentable portada editorial es la peor de las ideas en un ambiente de polarización como el existente.

El periodismo tiene la responsabilidad de informar, cuestionar y desafiar, pero también de hacerlo con ética y respeto. La portada de Siempre, en lugar de aportar al debate, se convierte en un ejemplo de lo que no deberíamos permitir en una sociedad democrática.

 

 

 

 

 

Claudia Sheinbaum, más allá de su afiliación política, es una representante legítima de miles de personas que buscan un cambio. La crítica, cuando es justa y fundamentada, es esencial para la salud democrática, pero la infamia disfrazada de periodismo socava los cimientos mismos de nuestro sistema.

Es imperativo que, como sociedad, defendamos la dignidad y respeto que merecen todos los individuos, independientemente de su origen, género o creencias políticas. La respuesta a la intolerancia no debe ser el silencio, sino una condena unánime que resuene alto y claro, recordándonos que, incluso en medio de la polarización política, hay límites éticos que no deben cruzarse.

Quienes idearon esta infame portada quizá no midieron el daño que provocarían, no a la imagen de Claudia, sino a la convivencia política, a nuestras libertades democráticas, a las mujeres en general y, en especial, a la memoria de las incontables víctimas anónimas de la barbarie nazi. Ojalá algún día pidan perdón. (Eso sí que sería diferente, eso sí que sería un acto inteligente como oposición).