Martes, Noviembre 26, 2024
A- A A+

Banner superior a un lado de logo

Anuncio Museo 400px

Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

Concluye la narrativa de Mallintzin

Parte VI y última

Por fin llegó y Mallinalli sintió un vuelco en su corazón, el rostro de la vieja mujer dejaba aun ver la belleza de sus años mozos, y ella recordaba esa cara, y la vieja cuando la vio hizo un gesto de sorpresa, pero se había llevado tantas decepciones que no expresó ni alegría ni tristeza.

Cruzaron algunas palabras Venado y la señora y Mallitzin que llevaba puestas ropas muy modestas, hablando en maya apresuró a Venado.

La señora le hizo la señal de que pasará y a Venado de que esperara afuera.

Unos segundos bastaron para que un grito mezclado con llanto saliera de la boca de la vieja, había encontrado de inmediato un lunar color café que en la parte interna del muslo derecho llevaba Mallinalli. No había duda alguna era su hija.

Doña Marina acostumbrada a tanto sufrimiento no sabía qué hacer, por una parte sentía la alegría de conocer a su madre, a la mujer que la llevó en su seno, a la que la alimentó de niña, a  quien tanto la  mimó, a la mujer que ella adoraba, pero que no la supo defender ante su marido  poniendo por delante su vida.

La madre lloró y lloró por mucho tiempo, casí llegó al desmayo, su alegría era mucha y sus sentimientos encontrados eran tantos. Ya que se calmó un poco le contó toda la historia y le dijo que ella no quería que su padre la vendiera y que su padre terco la vendió.  Que ella también fue engañada cuando la vistió según para conocer la gran ciudad y que se dio cuenta de su error cuando regresó su padre sin ella.

Que desde ese momento su vida acabó. Que su padre ya nunca más fue su marido, ella se negó a darle hijos, por temor a que si nacían niñas él las vendería de nuevo.

Esa noche Mallinalli durmió en el mismo petate junto a su madre quien toda la noche la tuvo abrazada como si temiera que se la fueran a quitar. Al amanecer Malinalli se despidió de su madre y le dejó todas las joyas de oro y jade que llevaba consigo, le dijo quien era ella, y le dijo que Mazotzin la había cuidado los primeros días después de que su padre la vendió y que era su único amigo, que a través de él le haría llegar riquezas para que formara un capital y ella y la demás familia viviera holgadamente.

Se despidieron muy tiernamente y Mallinalli sintió como su cuerpo había descansado como no recordaba en muchos años, ya que se sintió protegida por su madre.

Lo que pasó después es muy largo de contar, Mallinalli, Mallitzin, Malinche, doña Marina, no fue una mujer disoluta como aquella despistada maestra me enseñó, fue una mujer que el destino la arrancó del seno familiar y ya con eso tuvo el suficiente castigo que un ser humano puede tener.

La vida le enseñó que ella debería obedecer a sus dueños, fuera quien fuera, máxime en aquellos lejanos días en que la mujer era considerada un objeto; tuvo la suerte de ir a dar al harem de un rey maya donde las educaban y ella tuvo la fortuna de tener habilidades para aprender otras lenguas al convivir con compañeras de diversos rumbos y lenguas, lo que le dio la habilidad a su cerebro para aprender la castilla y al final colaborar con su dueño en la conquista de México, dueño que de alguna manera la respetó y la cuidó hasta donde le era posible en vista de su circunstancia.

Doña Marina vivió conforme le convino, fue un ser humano con virtudes y defectos, la historia no habla de que era casquivana, sino al contrario fue mujer asediada por hombres importantes y si al último se habla de que Cortés la casó, he leído a autores que dicen que el supuesto marido era su criado un tal Juan Jaramillo y fingía ser el marido por órdenes de Cortés ya que le tenía tremendo pavor a su fea esposa que era peor que una carcelera de Almoloya.

Doña Marina y Cortés tuvieron dos hijos a Martin y a María, aunque a la hija la bautizaron como María Jaramillo, cosa que poco le importó a doña Marina, ella y Hernán sabían que era de ellos y con eso bastaba.

A los 27 años de edad enferma Marina, su amigo Venado avisa a la madre de Mallinalli quien se hace pasar por criada para estar junto a ella día y noche hasta que murió.

Aún cuando es difícil de comprobar, se dice que los últimos meses de vida de esta pobre mujer, sirvieron para que la vida uniera de nuevo a una madre que sufrió un infierno en vida por la pérdida de su hija y a una hija que igualmente sufrió un calvario por las circunstancias que le tocó vivir y, todavía más, durante siglos ha sido tratada por sus paisanos como una traidora a su patria; craso error, que esta tarde tratamos de enmendar, ya que esa pobre mujer no podía tener conciencia de patria y en cambio, tuvo una gran honestidad intelectual al actuar a favor de quien en cada momento histórico, era su dueño.

Mallintzin fue la primera mujer en México que tuvo grandes poderes políticos y económicos, fue heroína al salvar a su hombre y dueño, ella no pudo tener patriotismo y tener buenos sentimientos para los aztecas u otras tribus, que ni siquiera conocía, ella fue educada para servir a sus dueños y en ese sendero se condujo.

Mallinalli está viva en cada mujer que lucha por los suyos y que toma decisiones a veces jugándose la propia vida o su futuro, en defensa de sus hijos o seres queridos, sacrificando  cualquier bien personal.

Doña Marina fue una mujer instrumento de Dios o del destino, como usted lo quiera ver, para que nuestros antepasados se mezclaran con los españoles y naciera una nueva raza, nosotros, podemos concluir que las herramientas fundamentales de la conquista fueron: la cruz, la espada y Doña Marina. El propio Hernán Cortés en sus días postreros llegó a decir: después de Dios, la conquista se hizo gracias a Doña Marina. 

Si alguien la crítica como traidora u otra cosa, habría que decirle, necio o necia que críticas a la Malinche sin razón, sin ver que fue la ocasión la que la indujo a lo mismo, que le reprocháis.