Ese fue el momento histórico más importante de la conquista, a Cortés le faltaba una persona que pudiera comunicarse con los hombres fuertes de aquellos reinos y ellos hablaban la náhuatl, y cómo se dio la suerte que aquella muchachita azteca fuera a dar hasta el lejano sureste y después de más de diez años, pudiera recordar su lengua materna; ¿fue un milagro de Dios acaso?
Si para Cortés ya era importante la Malintzin, con este incidente lo fue más. De ese día en delante los aposentos de la Malintzin estuvieron muy cerca de los de Cortés y muy pronto los emisarios de Moctezuma Xocoyotzin iban y venían con inucitada frecuencia, ya que Cortés les pedía oro, piedras preciosas y todo lo que de valor tuvieran y Moctezuma se los enviaba a la brevedad posible porque no los quería ver en sus dominios. Con haberlos visto en los dibujos que de ellos se tenían ya era demasiado susto. Y él a que no y Cortés a que sí, y las pláticas entre los ministros de Moctezuma y Cortés y sus lenguas duraban desde el amanecer hasta el anochecer y esta actividad extraordinaria puso de mal talante a la Malintzin al grado que un día se negó a trabajar y se pasó todo el día en sus aposentos, al otro día la volvió a llamar Cortés y la respuesta fue la misma, entonces Hernán fue a verla y trató de convencerla con buenas palabras, pero la india terca no accedió. Entonces Cortés ya enardecido la quiso azotar y cuando levantó su brazo derecho la Malintzin de un saltó se paró cual pantera, y le dijo: ¿de verdad me queres azotar? ¡Azótame si es tu voluntad! ¡Pero azótame hasta que quede sin vida! y las pocas ropas que llevaba encima cayeron al suelo y recogiendo su larga cabellera negra, dejó ver su cintura y todo lo demás.
Como muerto cayó el brazo de Hernán, y el español quedó rojo, no se supo si de pena, de ira o de qué.
¡Perdóname Malintzin, perdóname, fue todo lo que dijo el gachupin y salió del lugar!
En tanto el lengua junto a Cortés no daba una, ya que casi todos los indígenas que llegaban hablaban la náhuatl, mixteca u otras lenguas que desconocía y cuando estaba Malintzin ella que sabía varias lenguas lograba comunicación con la gente: allí comprendió mejor Cortés el valor de la indígena, a la que ya no se podía quitar de la mente después de verla desnuda frente a él.
Poco a poco las tropas de Cortés fueron avanzando con rumbo a la gran Tenochtitlán de la que ya tenía noticias porque día con día hacia pactos de no agresión con los pueblos cercanos a la Vera Cruz y ya que todos esos pueblos eran explotados por los aztecas y decidieron cambiar de dueños, al fin los aztecas tenían muchísimos años explotándolos y quitándoles hombres y mujeres que se llevaban de esclavos o para ser comidos en las fiestas paganas, y nada cambiaba y los españoles les hicieron promesas más justas.
Malintzin salió a la mañana siguiente de sus aposentos, y se introdujo entre el bosque y allí pasó casi todo el día y anduvo recogiendo hojas por aquí, raíces por allá, varas de árboles, hongos, hasta renacuajos y quien sabe que cosas más, encontró un nido de calandria semi destrozado con residuos de sangre y yema de huevo con cascarones y lo echó al bolsa donde iba cargando todo lo que levantaba.
Así ya obscuro llegó a su lugar sin que nadie la viera llegar, llenó una olla con agua y parte del tesoro que traía en la bolsa fue echado a la olla y la olla la puso en la hoguera que siempre mantenía encendida. Ella salió sin hacer ruido y fue hasta el río a bañarse, untándose fuertemente con una rama muy olorosa que la perfumaba. No hay que olvidar que ella era una Ix Xiu, que significa: la mujer que conoce el nombre de las plantas y sus usos. Eso lo aprendió mientras fue de las niñas de Ek Balam.
Lo cierto es que cuando regresó a su habitación en cuanto entró percibió el mal olor que provenía de su cama, donde yacía un hombre, que no era otro que Cortés. Al parecer ya tenía tiempo allí porque se había quedado dormido. Ella como si nadie estuviera en sus aposentos se puso ropas cómodas y empezó a preparar una bebida que en cuanto despertó Cortés le ofreció. Éste la tomó de buena gana después de olerla y pidió más, ella en otro poso preparó otra bebida y la tomó también e iniciaron una plática muy larga que terminó hasta el amanecer cuando el canto de los pájaros y el ruido de pericos y cotorras y una que otra chachalaca los despertaron y encontraron la flecha que Cupido dejó olvidada, dando fe de lo acontecido. Cuatro tunkuruchus estuvieron viendo las escenas de amor que allí se dieron y rayando el sol se fueron a sus madrigueras a escribir en el libro de Chilam Balam un significativo encuentro de seres de mundos distintos.
DE allí en delante todo fue avanzar y lograr triunfos para los españoles y sus asociados y ya para entonces el nombre de Mallintzin había sido olvidado, ahora era Doña Marina, la mujer de Cortés, ella era la primera dama y su palabra era ley.
Estando en tierras tlaxcaltecas Mallinali salió a pasear por las calles del pueblo, que era Cholula, cuando vio que una mujer iba gritando y llorando maldiciendo a unos soldados españoles que acompañados de unos indígenas agregados arrastraban a un indígena de buenas vestimentas. Doña Marina los detuvo y preguntó qué pasaba, los españoles le dijeron que el detenido era hombre importante de un reino muy lejano en donde se sabía había mucho oro y que andaban por allí buscando a una hermana que les había sido raptada desde muy niña.