Martes, Noviembre 26, 2024
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Lo prometido es deuda II

 Puede ser una imagen de 1 persona y sonriendoBiografía de Hernán Cortés | Hitos y logros de Hernán Cortés

 Por Bernabé López Padilla 

Varios días estuvo encerrado con Portocarrero dándole instrucciones de lo que debería decir a sus reyes y sobre todo exaltar las acciones de Cortés a fin de que quedara como un héroe inigualable ya que hasta entonces no se sabía que alguien hubiera hecho una hazaña como la de Hernán Cortés. Claro que a cambio de todos los favores que le haría a Cortés, Alonso Hernández de Portocarrero tendría a su regreso muchas riquezas, haciendas, esclavos; en fin, todo lo que un hombre podría desear en esos momentos.

Todo se preparó y Cortés un día antes de la partida de Portocarrero, entregó una carta sellada dirigida al rey, la cual sólo el rey podía abrir, y en ella recomendaba que se le diera un gran premio a Portocarrero por sus hazañas en las tierras conquistadas y porque él ya quería quedarse a morir en tierras españolas, ya que extrañaba mucho a sus niños y a su esposa.

 Le pidió Hernán Cortés al rey que esto se hiciera con mucha discreción y que no se supiera que él había intervenido.

Portocarrero preparó todo para el viaje y Malinalli andaba feliz porque iba a conocer la tierra que vio nacer a su amado, pero horas antes de zarpar, fue llamada a la presencia del Conquistador quien tenía la visita de unos hombres llegados de Tenochtitlán que al parecer eran muy importantes y a ella la necesitaba con él.

Sin ella saberlo, Cortés le había dicho a Portocarrero que en esos momentos no podía llevarse a Marina porque era muy delicado lo que se trataría y le dijo, anda a España, muchacho, cuántos de nosotros quisiéramos ocupar tu lugar, anda y vuelve y cuando regreses yo tendré a otra persona que ahora mismo estoy preparando, para ocupar el lugar de Malintzin y a ella ya no la ocuparé, será sólo para ti.

Portocarrero, que muy en sus adentros estaba feliz de volver a ver a los suyos, creyó las promesas de Cortés, y sin más, levó anclas y puso rumbo hacia España. Ajeno por completo a las intenciones de Hernán Cortés, Portocarrero al voltear hacia el macizo continental y que ya no vio tierra, sintió en su corazón un dolor muy grande por haber dejado a su amada Doña Marina y lloró, lloró como llora un niño cuando pierde el juguete que más aprecia.

Varios días estuvo afectado Alonso, pero algunas tempestades que en el camino encontró, lo hicieron salir de la tristeza.

Y allá en la Nueva España como ya se le  llamaba al territorio conquistado hasta ese momento, Doña Marina trabajaba día y noche junto al incansable Cortés, que quería sacar oro de las tierras de Tabscoob y en tanto, aprovechaba el tiempo para construir más navíos aprovechando que había mucha madera en la selva chiapaneca colindante con las tierras de Tabscoob y el río caudaloso, hoy llamado Río Grijalva transportaba a toda velocidad los árboles cortados.

Ella había llorado a su amado Alonso, pero le había dolido más que se fue sin despedirse y sin decirle nada del viaje, cosa que aprovechó muy bien Hernán Cortés para decirle que el muy traidor hacia tiempo le venía pidiendo que lo mandara a España porque tenía muchas ganas de ver a su esposa y a sus hijos y que él - Cortés- al verlo sufrir tanto tuvo que acceder ya que su pobre corazón no soportaba ver llorar a un hombre por un amor tan grande como el que dijo que le tenía a su mujer.

Malintzin, de todas maneras por las noches veía hacia el lejano horizonte esperando la vuelta de su amado y allí se estaba la noche entera. Hasta que Cortés la hizo entrar en razón y le dijo claramente que Alonso Hernández Portocarrero ya no sería visto en tierras americanas y que muy pronto ella pasaría a ser mujer de otro oficial de su guardia.

Para entonces Marina ya se sentía víctima, ya sentía coraje o rencor por el que la abandonó, ya el gran amor que había nacido en ella por Portocarrero se iba desvaneciendo y cuando Cortés le dijo que tendría otro dueño sintió muy a su pesar una sensación de gusto.

Fue al amanecer de un domingo, ella y dos mujeres más iban rumbo al lugar que se había construido como baño para las mujeres, cuando Malintzin sintió ganas de orinar y saliéndose de la vereda fue a buscar un rinconcito entre las plantas y en eso estaba cuando vio a cuatro hombres que en cuclillas estaban platicando alrededor de una pequeña hoguera, los hombres vestían en forma muy diferente a los indígenas del lugar, y tampoco eran españoles. Ella no se movió y quieta siguió escuchando la plática que en otra lengua hablaban, pero ella, entendía algunas palabras y a medida que seguían platicando fue recordando y así sus recuerdos fueron aflorando y esa lengua era la que hablaban sus tatas, es decir, estaban hablando en náhuatl, su lengua materna.

Se percató que aquellos hombres traían la consigna de espiar los movimientos de los hombres blancos y barbados a los que llamaban teules (dioses) por aquello de que formaban una unidad con sus caballos y eran invencibles, y la idea era acabar primero con el jefe o sea con Hernán Cortés.

Malintzin se regresó y fue a buscar a Cortés a sus aposentos y éste después de hacerla esperar un buen rato, de mala cara se le presentó.

Doña Marina le contó todo y Cortés ordenó que un gran contingente saliera en busca           de los espías y pronto volvieron con ellos ya que los muy morbosos estaban anonadados viendo el bello espectáculo del baño de las chicas sin paños menores.

Uno por uno fueron interrogados por   Malintzin, y Cortés se enteró de los planes secretos de los aztecas que fue algo excepcional, se percató de que Malintzin le era fiel, ya que siendo ella de estas tierras, pudo haber tomado partido e irse con los suyos y los planes de Cortés tronchar de súbito; pero no, ella había sido regalada a Cortés y a él pertenecía, como fue en otro momento de Ek Balam, como fue de Tabscoob y de  aquel hombre feo de Tlatelolco quien  la compró a su padre, aquel hombre que en su infancia era su dios, el hombre que era lo máximo para ella en el universo y que la vendió. Y al recordar esos minutos tan dolorosos, las lágrimas afloraron como hacía mucho tiempo no mojaban su bello rostro indígena.

Mañana continuará. Favor de compatir a cien personas.