Martes, Noviembre 26, 2024
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Decoro

 

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

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Para Miguel Mancera, digno representante de ese otro México.

Lejanía, indiferencia, incluso desprecio, es el sentimiento generalizado. Entre los jóvenes es aún peor: la política es deleznable. No es exclusivo en México, pero nuestro caso es muy doloroso. Pero necesitamos gobernantes y debemos exigirles, por lo menos, decoro.

El servicio público, aunque por decreto mañanero se quiera olvidar, gozó de reconocimiento. Hacer carreteras, puentes, presas y demás desde el gobierno, generaba orgullo. Por eso grandes ingenieros fueron servidores públicos. Llegar a una posición directiva en el IMSS, era para muchos médicos, la culminación de una trayectoria, algo que ni siquiera una práctica exitosa les brindaba. Ser miembro de las FA, hablaba de un amor patrio, de una orgullosa entrega. También formar parte del Estado Mayor Presidencial. Los secretarios de Salud eran, la mayoría, médicos de un gran prestigio. La herradura del patio central de esa Secretaría, recoge esa historia, con otros grandes de la medicina.

Muchos de los ingenieros de Pemex fueron profesionistas excelentes que decidían entregarse a los retos de esa empresa. ¿Corrupción? La hubo, pero pesaba más la emoción de servir. Qué decir de Recursos Hidráulicos o de Obras Públicas, de Trabajo y Previsión Social, todo un reto profesional. Ser director del ISSSTE o del Infonavit, construir hospitales y escuelas, merecía reconocimiento. Participar en la edificación de presas fue motivo vital de muchos. Gobernar la capital, compartir plaza con el Presidente de la República, era asunto mayor. Había campeonas en prestigio: Hacienda, Relaciones Exteriores, por supuesto el Banco de México. Educación tuvo figuras realmente sobresalientes. Hubo “colados” y pillos, por supuesto. Pero de nuevo, en lo general, el servicio público entrañaba la emoción de ser parte de la construcción de México. Eso se permeó al IFE, al INE, al Inai, a la CNDH y a otras instancias de gobierno.

Por la SCJN han pasado grandes juristas. Muchos gobernadores fueron figuras locales muy destacadas, que así cumplían su sueño. El Senado, y también la Cámara de Diputados vieron pasar figuras muy serias. Eso, salvo honrosas excepciones, se ha perdido. La degradación, como la humedad, fue permeando. En el pasado hubo casos patéticos, inocultable. Pero lo que vemos hoy no tiene precedente. Los acomodos de varios amenazados jurídicamente por su desempeño para conseguir fuero, o las narcofamilias como en Guerrero y otras entidades, pertenecen a las vitrinas de la ruindad.

México atraviesa por una crisis múltiple. Los partidos deberían estar convocando a cuadros de primera para poder enfrentar los dilemas. Estamos ante una emergencia, violencia, salud, educación, energía, infraestructura, relaciones internacionales y otros. La democracia misma está amenazada. Pero estamos atrapados en lo que el Presidente denomina “politiquería”, cuyo primer impulsor es él. Retomemos las verdaderas prioridades. Vacunación que era orgullo y ahora pertenece al Museo de la Infamia. La “restructuración” del sistema de salud que ha dejado a decenas de millones sin servicio y ha empobrecido a miles de familias. De la terrible sequía, simplemente no se habla. Tampoco de la tragedia educativa, eso es. 

Salgamos de la trampa. 

Los líderes de los partidos, los actorcillos políticos, la comparsa, muchos medios, siguen al magnavoz mañanero. Están logrando su objetivo: desviar la atención, distraer. Que si Dante, que si Samuel, que si Ebrard, que si Mario Delgado declararon, insinuaron, susurraron…. Hablemos de la ingobernabilidad que nos devora. No quieren aceptarla, está en todas partes. Como nación estamos contra la pared. Que la economía globalizada resista, nos engaña. Viene de atrás. Pero, qué país heredarán, heredaremos: uno que perdió la paz. Sin ella todo está perdido. Háganlo por ambición, así sea eso, sana ambición, de legar un nombre respetable.

Tengan decoro, respétense.