Martes, Noviembre 26, 2024
A- A A+

Banner superior a un lado de logo

Anuncio Museo 400px

Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

Las nuevas perspectivas

 

Julio Faesler

Julio Faesler

 

 

Los tiempos actuales de seudodestapes son estrategia maquiavélica del presidente López Obrador para que la ciudadanía se ocupe de la sucesión presidencial como una cortina de humo para que nadie vea los fracasos de la actual administración. Las mañaneras le sirven a AMLO para envolver a sus detractores de críticas cada vez más ácidas, mientras describe los hechos de su gobierno en quimeras irreales.

Para el Presidente, los 50 mil desaparecidos durante los últimos 4 años son mucho menos que en el sexenio de Calderón, por eso AMLO ha ordenado la realización de un nuevo conteo cuyos resultados serán la prueba de su dicho. Para López Obrador, la alarmante inseguridad está sólo en la mente de los neoliberales conservadores. Las muertes y los incendios que se han visto en las últimas semanas en Apatzingán son mentiras de una prensa opositora al régimen. En esos lugares reina la calma, aunque hay quienes, como el sacerdote Gregorio López, Goyo, manifiestan “haber perdido la fe en algún día ver su querido Michoacán libre del narcogobierno y la delincuencia”.

El Presidente adelantó los procesos electorales para distraer la atención de los proyectos centrales en la 4T que están en marcha. Los profundos defectos de concepción, diseño y ejecución de los mismos tienen que preocuparle. Al propio tiempo, el desorden que está adueñándose de su estrategia de depender de sus corcholatas, la transmisión de su programa maestro, que desea dejar para la siguiente administración, le inquieta.

Su frustrada maniobra de lograr que la seleccionada por el Frente Amplio para la Presidencia fuese sensible a las orientaciones de Morena es la última piedra en su camino. En proceso de búsqueda de un candidato presidencial idóneo, la aparición de Xóchitl Gálvez fue una sorpresa. No fue menos la forma en que se realizó su elección tras de los pocos debates regionales.

La precipitación de los tres partidos integrantes del Frente Amplio esta semana tuvo por razón la de proteger de cualquier interferencia de fuerzas interesadas en frustrar  la elección programada para el domingo 3 de septiembre. La inseguridad general que actualmente prevalece en el país hacía muy expuesto el realizar la elección pública. La falta de la elección preparada con todo cuidado por el Frente de ninguna manera implica ausencia de la sociedad civil. Es necesario que se asiente el método de debates en elecciones primarias anteriores a la elección presidencial definitiva. La sociedad civil que había seguido con interés los debates se acostumbrará a que sean un elemento permanente en un proceso democrático.

Los debates del Frente Amplio en Durango, Guadalajara y Mérida se efectuaron en línea con lo que la democracia demanda y sirvieron de ejemplo para repetir este manejo como elemento republicano normal en cada ejercicio comicial a cualquier nivel. Los debates entre los aspirantes a cargos de gobierno son indispensables para asegurar que todos los puntos de vista sobre los asuntos locales o nacionales sean incluidos en los programas aprobados por los órganos correspondientes. 

El hecho de que la ciudadanía haya llevado a la creación del Frente, que reúne a los tres partidos más acreditados, en un esfuerzo concertado, apunta a la aparición por primera vez de un gobierno de concordia. Es evidente que tal coalición no puede ser real si las posiciones que animan a los participantes políticos o cívicos son incompatibles en los asuntos que ellos estiman básicos. Es indispensable la concertación entre las posiciones de los partidos participantes en el gobierno sobre ciertos puntos como, el respeto a la propiedad privada o a la libertad de conciencia y de expresión. Es evidente el propósito de respetar en todo momento la Constitución que une a todos. El reconocimiento de la función rectora del Estado para mantener el interés público por encima del particular debe ser convenido. Otro elemento inevitable es la suficiente contribución de la ciudadanía a los gastos del gobierno, en proporción a su demanda de servicios. 

Será indispensable para el desarrollo nacional en todos ámbitos la coordinación de las personas que sean llamadas a operar los programas de acuerdo con su responsabilidad de actuar con independencia y lealtad a su compromiso de fortalecer la unidad nacional. La precariedad de la política nacional está plenamente demostrada en la necesidad de que la decisión sobre el candidato de la oposición haya sido tomada por las dirigencias de los partidos, que puso de manifiesto la voluntad de la sociedad civil de tomar en sus manos esa decisión, lo que significa la insuficiencia de los partidos para conducir al Legislativo a aprobar programas que promuevan el desarrollo.

Las cámaras legislativas, al ser inoperantes para esa función, han caído bajo el dominio del Poder Ejecutivo. El mismo hecho de la suprema importancia que tiene para México la elección de quien encabece el Ejecutivo lo demuestra. Las cabezas de partidos políticos, entidades sociales y grupos especializados están llamados a cooperar en la fase preparatoria de una nueva administración, a la realización de proyectos de interés común.

Hasta ahora, no ha habido en México experiencia en la concertación dentro del gabinete presidencial de puntos de vista diversos. Hay un ambiente actual de profunda desconfianza en la capacidad de la clase política para dar solución a los problemas nacionales. Años en que los gobiernos han estado determinados por el partido que ganara elecciones han dejado en claro que esa exclusividad ha impedido la unidad nacional. La construcción del programa de nuevo gobierno comienza en términos de las necesidades concretas que la administración de AMLO habrá dejado pendientes.