Martes, Noviembre 26, 2024
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Mentiras y calumnias

 

María Amparo Casar

María Amparo Casar

A juicio de Amparo

Casi podría decirse que mentir está en la naturaleza de los gobernantes. No pueden vender el camello hablando mal de él. Pero, como en todo, hay grados y lo que escuchamos el sábado pasado en la celebración del 5º aniversario del triunfo de López Obrador no tiene parangón.

Una parte del discurso la ocupó en vilipendiar a la oposición. La otra, en contar los logros que, en su mayoría, no tienen sustento en la realidad. Si en el relato de sus logros se le vio exultante, en los ataques a la oposición se le notó iracundo.

Dedicar tanto tiempo, energía y enjundia a la oposición denota si no miedo, al menos sí nerviosismo.

Comenzó diciendo que era “un timbre de orgullo poder decir a los cuatro vientos, …. que existe una amplia mayoría apoyando a la 4T de la vida pública de México”. El triunfalismo era previsible, pero supongo que él y sus asesores hacen las mismas cuentas que nosotros los analistas. Tonto es quien cree que el pueblo es tonto.

Ya hemos establecido que en las elecciones intermedias de 2021 Morena perdió 4.2 millones de votos y JHH 3.5 millones respecto a 2018. También, que la oposición en su conjunto obtuvo 1.9 millones de votos más que la coalición gobernante.

También fundamentamos que, en las 23 gubernaturas que se han jugado entre 2021 y 2023, hubo más votos por la oposición (PAN-PRI-PRD-MC) que por JHH. La oposición superó en su conjunto a la coalición gobernante por 300 mil 453 votos.

Ahora hagamos otro cálculo. Supongamos, que en 2024 Morena y aliados (ahora el PVEM en lugar del PES), no ganan ni pierden ni un voto respecto a 2018. Supongamos también que, a pesar de los malos resultados de gobierno, de la desaprobación sobre su desempeño como gobernante (no sobre su persona) y de que no habrá un o una candidata de la potencia de López Obrador en la boleta, logran mantener los 30.1 millones de votos que obtuvieron entonces. Con la misma tasa de participación, esos votos equivaldrían en las próximas elecciones al 48.1% y no al 53.2 por ciento. La oposición podría llevarse el 51.9% restante. 

Si por las mismas razones perdieran el 10% de la votación obtenida en 2018 —un supuesto razonable cuando no conservador— Morena y aliados tendrían 3 millones de votos menos, o sea, se llevarían 43% de la votación. El otro 57% podría ser para la oposición si va unida.

Suficiente para ponerse nervioso si el Frente Amplio por México hace bien las cosas. Aquellos que creyeron que la oposición no tendría posibilidad alguna de entrar en zona de competencia, simplemente se equivocaron.

De ahí que en el discurso celebratorio del 1º de julio haya construido un enemigo a vencer, aunque ese enemigo no pertenezca a ningún partido político, no pretenda puesto alguno, no tenga detrás de si a quienes quiera que sean “los traficantes de influencia y políticos corruptos del antiguo régimen” y no sea obedecido por los sumisos “encargados de partidos, abogados marrulleros, intelectuales acomodaticios y periodistas alquilados o vendidos”.  O todo esto está en su imaginación o Claudio X. González es un prohombre como nunca se había conocido. Hasta donde se sabe, a quien el presidente acusa de gerente y jefe del Supremo Poder Conservador es, en efecto, un puente —muy efectivo, por cierto— entre parte de la sociedad civil organizada y los partidos. Su legítima tarea ha sido triple: haber previsto desde el 2020 (fecha en la que salió de MCCI) que la única manera de ganarle a un movimiento regresivo era uniendo a la oposición; elaborar un proyecto alternativo de futuro (Que nadie se quede atrás) y exigir a los partidos que tomen en cuenta las propuestas de la sociedad civil. Ha actuado en consecuencia.

Y de las mentiras, pues decenas de ellas. Entre los no logros estuvieron presentes la refinería que ni refina; el AIFA que costó más del doble de lo programado y que no cumplió el propósito de aliviar el tráfico aéreo; el tren Maya que ni está terminado, ni conecta al sureste ni mitigará el atraso regional y; el avance de 95% de una nueva tecnología para la explotación de litio.

Más todavía, decir que la estrategia de paz está funcionando para erradicar la violencia, que todos los delitos van a la baja, que “hay justicia y tranquilidad”, que ya no se eluden los derechos humanos, que la CFE quedó fortalecida y modernizada, que terminó la relación entre el narcotráfico y el gobierno, al final de su gobierno el sistema de salud mexicano será “uno de los mejores del mundo”, que no importaremos gasolinas, que la corrupción e impunidad se acabaron o que ocho de cada 10 hogares recibe algún programa social.

Terminó diciendo: los que quieren regresar al poder “ofenden la inteligencia de la gente, insultan y creen que con campañas de mentiras y calumnias van a reconquistar el gobierno”. No creo que las mentiras y calumnias estén del lado de la oposición, pero juzgue usted