Yuriria Sierra
Nudo gordiano
El fenómeno Xóchitl Gálvez se ha convertido, a lo largo de la última semana, en la más inesperada e imponderable, pero, al mismo tiempo, deseable irrupción en la arena político-electoral mexicana previa a la elección presidencial de 2024. Y aunque los morenistas (empezando por el propio López Obrador) se han puesto visiblemente nerviosos, es porque han perdido (si alguna vez lo tuvieron) el músculo del cálculo y la estrategia de las sutilezas en democracia. Porque la aparición de Gálvez también es una gran noticia para Morena y las corcholatas. Y, al final del día, todo ello termina por convertirla en una buena noticia para el país. Me explico:
AL FRENTE OPOSITOR
Lo obvio, para una oposición que se encontraba absolutamente pasmada, extraviada, borrada a grado de inexistencia, el anuncio de Xóchitl Gálvez y el entusiasmo que ha generado no sólo entre el sector antiAMLO, sino entre muchos apartidistas o izquierdistas desencantados que reconocerán en ella a una mujer de izquierda moderna en muchos temas. Y, claro: está el tema del carisma y la elocuencia. Frente al fenómeno López Obrador (que nadie osaría regatearle estas virtudes), sólo Xóchitl Gálvez tiene parque para contestarle cada ataque y convertirse en su obsesión mañanera. Pero, justamente por ello, Xóchitl le va a resultar muy útil a AMLO y a su necesidad permanente de construir enemigos permanentes en su narrativa. Ya veremos (ojalá sea el caso) si el arrojo y el estilo de Xóchitl sirve para desempolvar a la oposición y sacarlos también de su aturdimiento (o temor) con el que se han conducido frente al aparato gobernante.
A MORENA
Más allá de lo arriba escrito sobre la utilidad retórica —como combustible político para una pre-pre-precampaña morenista que está demasiado rígida y unitemática— de los muy predecibles ataques de López Obrador, la aparición de Xóchitl Gálvez puede convertirse en la mejor noticia, al menos para dos de sus candidatos. Hay quienes aseguran que la presencia de Xóchitl puede ser oxígeno y gasolina para la candidatura de Marcelo Ebrard, ya que están convencidos de que su candidatura sería más competitiva si Xóchitl creciera demasiado. Pero cæteris-paribus (si nada cambia dramáticamente y todo sigue como hasta ahora) para la candidatura de su corcholata más obradorista (pero también la más querida y puntera hasta hoy en las encuestas): Claudia Sheinbaum dejará de ser tan cuestionada (y subrepticiamente atacada por los propios) al tener enfrente a una opositora mujer que, a los ojos de muchos, será una contendiente formidable. Claudia Sheinbaum también será una contendiente formidable, pero ya no solamente por su ascendencia obradorista (y lo que eso significa en términos de apoyo electoral duro), sino que cuando llegue el momento y deba salirse —así sea un poco— del guion de AMLO, demostrará que es una mujer intelectualmente equipadísima y la contienda con Xóchitl la obligará a mostrar eso que ha sido extremadamente cuidadosa en exhibir (la jauría del machismo muchas veces resulta disuasiva) porque ya en la campaña presidencial buscará el voto de todas, todos y todes, no exclusivamente el duro de Morena. Si Claudia enfrenta y vence a Xóchitl Gálvez, su Presidencia será mucho más legítima a los ojos de todo el electorado (y del mundo), pues nadie le podrá decir que su candidatura fue tan sólo un capricho de AMLO.
AL PAÍS
Aunque hay candidatos extraordinarios y muy preparados en ambas pistas (Marcelo y Gurría también harían una contienda formidable), lo cierto es que el momento histórico y las ganas (a juzgar por las encuestas), la ciudadanía quiere otorgarles a dos mujeres formidables la oportunidad de mostrarnos de qué están hechas y qué tan distintas pueden ser como agentes de transformación desde el gobierno. Al ser una contienda tremenda entre dos mujeres tremendas, las obligará a ambas a salir de sus respectivas zonas de confort y hacer muy claros posicionamientos en oferta de política pública. La campaña tendrá un nivel extraordinario. Y sí: porque si Claudia y Xóchitl se enfrentan, la certeza primordial es que México tendrá una Presidenta. Y eso tendrá una dimensión histórica total.
