Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Claudia, la xenofobia y el antisemitismo

 

Leo ZuckermannLeo Zuckermann                       
 
Juegos de poder
 
 

Era previsible que, en cuanto Claudia Sheinbaum se convirtiera en aspirante real para ser la primera presidenta de México, comenzarían los ataques falsos en su contra. Así de ruda es la política, hoy más gracias a las redes sociales.

En este caso, la están acusando de extranjera y judía, tratando de explotar dos prejuicios que todavía existen en nuestro país: la xenofobia y el antisemitismo.

Como a todos los que estamos en las redes sociales, me llega mucha basura. Noticias falsas a las que no les presto la menor atención. Salvo que me van dando una idea de por dónde van los ataques de las campañas negativas en esta temporada electoral.

Estos días he recibido un video de TikTok que literalmente dice:

“Una judía-rusa a la Presidencia de México.- La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, nació en Bulgaria en 1957 y nuevamente fue registrada en México en 1962. La Constitución prohíbe a los extranjeros ser presidentes de este país”.

Nada innovador hay en este ataque. El “genio” que lo hizo simple y sencillamente se lo está copiando a los llamados “birthistas” de Estados Unidos. Se trata de descalificar a un candidato tildándolo de mentiroso, extranjero y miembro de un grupo minoritario de la sociedad.

Es exactamente lo que le hicieron a Obama en 2008 cuando empezó a subir como la espuma en la elección primaria del Partido Demócrata. Los seguidores de Hillary Clinton circularon un correo electrónico donde se afirmaba que la madre de Obama vivía en Kenia con su padre musulmán y ahí parió a su hijo. Luego lo llevó a Hawái a registrarlo. Ergo, era un keniano que no podía convertirse en presidente porque hay que ser ciudadano estadunidense por nacimiento. 

El ataque, sin embargo, también estaba diseñado para tildar de mentiroso a Obama, dejar la idea que era musulmán (en un momento donde había odio social en contra de esta religión por los ataques del 11 de septiembre de 2001) y, de paso, recordarle a los racistas que también era negro.

En suma, estábamos frente a una conspiración de un musulmán negro que quería ser presidente para destruir ese país desde adentro. En una sola fórmula se apelaba a la xenofobia, el racismo y el encono en contra del Islam.

A pesar de estos ataques, Obama ganó. Pero un ciudadano privado, con amplio acceso a los medios, retomó esta falsa conspiración y estuvo duro y dale con el “birthismo” en contra del presidente Obama. Su nombre: Donald Trump.

Fue tal la presión, que la Casa Blanca se vio obligada a publicar el acta de nacimiento de Obama para acallar los rumores. No sirvió de nada. Trump la consideró como falsa y siguió con el cuento de que no había nacido en Estados Unidos.

Bueno, pues lo mismo quieren hacer ahora con Claudia. No nació en México sino en Bulgaria. La trajeron aquí para registrarla. No puede ser, por tanto, presidenta.

Además, aunque haya nacido en Bulgaria, en realidad es una “judía-rusa”. Dos gentilicios sacados de la basura literaria de Salvador Borrego.

Lo de “rusa” es para tildarla indirectamente de comunista. Una “roja” o “bolchevique” que es parte de una conspiración para destruir a México desde adentro, como lo iba a hacer el musulmán negro en la Casa Blanca.

Lo de “judía” es para explotar el antisemitismo. La pregunta se asoma con todas sus letras: ¿de verdad queremos a una no católica en Palacio Nacional?

Sheinbaum, desde luego, no es ni búlgara ni rusa. Es mexicana. El problema es que, aunque publique su acta de nacimiento, dirán que es falsa y seguirán difundiendo esta basura.

En cuanto a judía, según he visto, Claudia no niega su origen judío. Sin embargo, por lo que sé, no se considera ya como judía.

En una ocasión le pregunté al expresidente de Israel, Shimon Peres, quién era judío. Me contestó: “el que se siente judío”. Coincido. Un judío es alguien que se siente judío y punto. Si Claudia Sheinbaum no se siente judía, pues no lo es.

Será agnóstica, atea o guadalupana. No importa. México, hasta donde entiendo, es una República laica, donde las convicciones religiosas no son requisito para ser presidenta.

Pero eso dice la ley. La realidad es que todavía existe gente en nuestro país que, profunda o superficialmente, duda de la conveniencia de que alguien no cristiano pueda convertirse en presidenta. Y eso, por desgracia, lo van a explotar los malquerientes de Claudia para atacarla.

Sheinbaum no la tiene fácil hacia adelante. A la xenofobia, antisemitismo y anticomunismo de la burda y falsa invectiva que ya circula, agréguese el machismo, que tratarán de explotar por ser mujer.