Miércoles, Noviembre 27, 2024
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El non grato

 

Víctor BeltriVíctor Beltri                       
Nadando entre tiburones
 
 

“El presidente de México es una persona non grata para nuestro país”, ratificó el Congreso de la República del Perú, hace unos días, tras haber soportado durante meses la intromisión de nuestro mandatario en sus propios asuntos internos. “Es un timbre de orgullo”, respondería el titular del Ejecutivo al recibir la dudosa distinción.

Una intromisión que comenzaría con la defensa oficiosa de Pedro Castillo, se incrementaría con los insultos a la presidenta Boluarte y culminaría con la negativa a entregarle la presidencia de la Alianza del Pacífico, que ahora —por derecho— le corresponde. Perú es una nación que no se menciona demasiado en nuestro país —más allá de las controversias recientes—, pero con la que mantenemos profundos lazos comerciales y de amistad, que han sido plasmados en un instrumento multilateral que, además, incluye a Chile y Colombia: cuando actuamos en conjunto, las cuatro economías representan más del 40% del PIB de América Latina y cerca del 50% del comercio exterior de la región entera. Un comercio exterior que nuestro Presidente, simplemente, desprecia.

La Alianza del Pacífico es, en los hechos, la octava potencia económica y exportadora del mundo: al carecer de una estructura propia, su presidencia recae de manera periódica entre sus miembros, quienes van rotando en orden alfabético. A México le tocó durante 2022, y al Perú le correspondería en 2023: la reacción del Presidente mexicano, al caer en el supuesto de transferir el poder a alguien que no es de su agrado, lo retrata de cuerpo entero. “No le puedo yo entregar nada porque ella no es legal y legítimamente para nosotros presidenta del Perú”, afirmaría, con el mismo desdén que utiliza cuando finge olvidar los nombres de sus adversarios.

“El presidente de México es una persona non grata”, ratificó el Congreso peruano, a la manera del niño que —como en el cuento de Andersen— señala que el rey está desnudo cuando nadie se había atrevido a hacerlo. “Todo esto pasará pronto”, pareció ser, por su parte, el mensaje de la banca internacional al postergar, hasta 2025, la venta segura de uno de sus activos más relevantes. El Presidente es popular, pero también es el primer mandatario mexicano en ser declarado como persona non grata, en toda la historia; el Presidente es popular, pero no ha sabido despertar confianza en el medio financiero internacional, ni entre los grandes inversionistas.

El Presidente es popular, pero eso no le confiere la potestad para pronunciarse sobre la legalidad —ni mucho menos sobre la legitimidad— de cualquier otro mandatario electo. Ni en el Perú, ni tampoco en México: en el primer caso el titular del Ejecutivo se niega a cumplir con su deber, y entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico, asumiéndose como el guardián de la legitimidad de un país lejano; en el segundo, las preguntas son necesarias y las respuestas urgentes. ¿Qué pasaría si el Presidente volviera a tener que entregar el poder a alguien que no fuera de su agrado? ¿Cómo tomaría la derrota de cualquiera que sea su candidato? ¿Cómo aceptaría el triunfo de una oposición que él mismo ha definido como “moralmente derrotada” y cuyo triunfo anticipa como imposible? ¿Qué rol tendrá el Ejército en todo esto?

“No le puedo yo entregar nada porque ella no es legal y legítimamente para nosotros presidenta”. Las palabras se refieren al Perú, pero las alertas se deberían despertar en México: la desmesura del mandatario ha revelado lo que siempre han sido las verdaderas intenciones del autócrata. En el futuro nadie podrá decir que no podía saberse: el Presidente es popular ahora, pero en muy poco tiempo será un recuerdo muy poco grato. Non grato.