Rafael Álvarez Cordero
Lo ocurrido hace unos días con la cancelación del Insabi es paradigmático, porque representa la forma de actuar de este gobierno y sus resultados. De entrada, la titularidad de la Secretaría de Salud fue asignada a un amigo del Presidente, doctorado, pero totalmente ignorante de los que es administración en salud, sus problemas y sus soluciones, nada bueno podía salir si no conocía qué es la Secretaría; junto con él un siniestro hombre hambriento de poder, decidió olvidar la ciencia y ser lacayo del Presidente, renegando de su condición de médico. Esta lamentable pareja y sus colaboradores destruyeron de entrada el Seguro Popular, y decidieron crear el Insabi, que en tres años evidenció su corrupción, desorden, errores y carencias, por lo que después de miles de millones de pérdidas fue enviado a la basura. Insabi es paradigma de lo que hemos vivido en casi cinco años.
Uno de los problemas de salud de México, después de la creación del IMSS y el ISSSTE era la atención a la población que no es derechohabiente, por lo que se creó el Seguro Popular, destinado a ofrecer atención médica a este gran grupo de mexicanos. El resultado fue sorprendente, porque se pudo proteger contra gastos catastróficos a una enorme población; millones de consultas, miles y miles de intervenciones quirúrgicas que los pacientes no podrían pagar se realizaban todos los días; de hecho, el Seguro Popular fue considerado como un ejemplo de atención a la población abierta.
Todo eso desapareció de un plumazo, creando una gran inconformidad en la comunidad médica; de hecho, seis exsecretarios de Salud, incluyendo al maestro Guillermo Soberón, publicaron un extenso documento en el que señalaban las ventajas del Seguro Popular, y lo intentaron entregar a la Secretaría de Salud, pero nunca fueron recibidos, el desprecio por la ciencia continuó.
¿A quién encargaron el nuevo organismo llamado Insabi? (nombre idiota, porque de suyo se sabe que cuando hay salud hay bienestar), nada menos que a un arqueólogo, Antonio Ferrer, que hizo lo único que sabe hacer: robar, mentir, perder el tiempo, e ignorar a los millones de mexicanos que necesitan atención médica. El resultado fue el esperado: desorganización, caos, pérdidas de material y equipo, insuficiencia de medicamentos, que caducaban o se perdían, corrupción al comprar equipos, fracaso total, que obligó a su cancelación.
Pero ahora el panorama se presenta aún peor, porque las funciones y actividades asignadas al Insabi van a ser absorbidas ¡por el Instituto Mexicano del Seguro Social!, con lo que ahora quien va a sufrir es el IMSS, que tendrá que ofrecer atención médica y hospitalaria, medicamentos y demás a los millones de mexicanos no asegurados, lo que presagia otro caos en salud, más retrasos en la atención, más cancelaciones de operaciones, más enfermedad y más muertes de los mexicanos.
Sí, la cancelación del Insabi es muestra de la incapacidad para gobernar que tiene esta administración, y si además, como hemos visto estos días, los legisladores de Morena evidencian su putrefacción legislativa, se asoma la dictadura, que también será incapaz.
No será fácil, pero venturosamente ya hay grupos de expertos que están trabajando para poder presentar a los ciudadanos planes y proyectos de reconstrucción de éste y otros rubros. Todos debemos participar, se lo debemos a nuestros hijos y nuestros nietos, que no merecen vivir en la inopia en asuntos de salud.