Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Se ha vuelto un lugar común decir que México está destinado a beneficiarse enormemente del proceso de relocalización de cadenas de valor conocido como nearshoring. Se espera que nuestro país pueda captar nuevas inversiones por decenas de miles de millones de dólares, dependiendo de qué tan bien prepare el terreno en materias como certeza jurídica, formación de cuadros, infraestructura y generación de energía.
Sin embargo, también existe la posibilidad de que sólo una parte del país coseche esos frutos: aquellos estados que logren presentarse ante la comunidad internacional de negocios como sitios ideales para instalar empresas y exportar productos a Estados Unidos, el mayor mercado del mundo.
Ya hay entidades que han entendido la gran oportunidad que tienen delante, como Baja California, Nuevo León y Querétaro, cuyos gobiernos han estado activísimos, porque saben lo que este fenómeno podría significar en generación de fuentes de empleo y elevación del nivel de vida de sus habitantes.}
Incluso algunos estados que tradicionalmente habían estado en el sótano del desarrollo regional han logrado emerger gracias a su buen desempeño, como Oaxaca, de acuerdo con los datos más recientes del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) en México, publicado por el Inegi.
Los más adelantados en este esfuerzo no siempre han tenido a la geografía de su lado. Por ejemplo, Baja California está metida en la construcción de infraestructura que le asegure que no falte el agua a la población y la industria, pues se sabe árido y tiene claro que sin agua no hay progreso.
Otros, sin embargo, tienen todo a su favor y, no obstante, se han quedado estancados en la mediocridad. El caso prototípico es Veracruz.
Extendido a lo largo de la costa del Golfo de México, Veracruz tendría todo para ser una potencia económica, incluso el motor del país. Tiene agua, tierra fértil y abundantes recursos naturales. Su ubicación le permitiría tener un gran brío exportador. Cuenta con tres puertos –Tuxpan, Veracruz y Coatzacoalcos– que no están demasiado lejos de grandes centros de distribución de la costa estadunidense, como Houston, Nueva Orleáns, Mobile y Tampa. Y, desde luego, desde esos mismos puertos se puede llegar a muchas partes del mundo. Por lo mismo, el estado tendría que ser nuestro polo manufacturero por excelencia.