Leo Zuckermann
Juegos de poder
Ante todo, al Presidente le deseo una pronta y completa recuperación en su tercer contagio de covid-19. Yo tengo serias diferencias ideológicas con López Obrador. A lo largo de su carrera, creo que ha cometido errores significativos que he criticado en su momento. Él, por su parte, en lugar de responderme con argumentos, me ha ofendido en algunas de sus conferencias mañaneras. No obstante los insultos y las diferencias, lo respeto como ser humano y Presidente de México. Por tanto, siempre le desearé la mejor de las condiciones físicas y mentales a su persona. Ojalá se reintegre pronto a la vida pública del país.
La salud de un individuo común y corriente pertenece no al ámbito de lo privado, sino de lo íntimo. Las condiciones físicas y mentales de una persona es de la información más reservadas que puede haber. Cuando alguien se enferma, tiene todo el derecho de no decirle nada a nadie. Incluso puede mantenerlo en secreto de sus familiares más cercanos, si así lo desea. Cada quien, de acuerdo a sus convicciones, que decida hasta qué punto hace públicas sus enfermedades.
Pero los presidentes o primeros ministros de un país no son gente común y corriente. Tienen una función muy importante que cumplir. Ergo, la ciudadanía tiene el derecho de saber si están impedidos de realizar ciertas labores físicas o tomar decisiones racionales a causa de algún tipo de enfermedad.
En los países autoritarios esto no suele ser un problema. Los gobiernos son opacos y los problemas de salud del jefe del Estado o del gobierno se mantienen en secreto.
Así sucedía en el México del autoritarismo priista.
Hoy sabemos, por ejemplo, que el presidente López Mateos sufría migrañas paralizantes que le impedían ejercer su cargo a cabalidad. Un par de subordinados se encargaban de despachar los asuntos urgentes cuando el Presidente se encontraba incapacitado por los dolores de cabeza. Pero eso se supo después de terminar su periodo presidencial.
El asunto de la salud de los jefes de Estado o de gobierno es más delicado en las democracias liberales. En estos regímenes existen leyes de transparencia y siempre se está litigando hasta dónde deben revelarse o no las enfermedades del gobernante.
Por un lado, como dije antes, la ciudadanía tiene el derecho de conocer si un presidente o primer ministro está impedido física o mentalmente de ejercer sus funciones. Pero, por otro lado, debe mantenerse la calma y prudencia con el fin de evitar afectaciones serias a la política y economía del país.
Se dice fácil. No lo es.
Hasta hace muy poco tiempo, los presidentes en Estados Unidos escondían todo lo relacionado con su salud. Fue hasta 1967 que en este país se enmendó la Constitución para inhabilitar temporalmente al presidente por enfermedad y el vicepresidente se encargara del Poder Ejecutivo en ese periodo.
Por ejemplo, en caso de una cirugía. Sin embargo, cuando a Ronald Reagan lo trataron de asesinar en 1981 y estuvo inconsciente varias horas en la sala de operación, su gabinete no quiso invocar esta provisión constitucional. Reagan, en cambio, sí pidió él mismo que se le transfiriera el poder a su vicepresidente cuando tuvo otra cirugía de cáncer de colon en 1985. Lo mismo ocurrió con Bush hijo por un par de colonoscopias y más reciente con Biden por la misma razón.
Hablando de Reagan, por cierto, nunca se hizo público el Alzheimer que ya tenía al final de su Presidencia.
Aquí en México, con la llegada de la democracia en 2000, el tema de la salud de los presidentes se ha hecho más público. En su momento se informó sobre la operación que le hicieron a Fox por un disco herniado en la columna vertebral. De Calderón supimos que se fracturó el hombro izquierdo andando en bicicleta y de Peña que le retiraron un nódulo tiroideo, que resultó benigno, y la extracción de su vesícula biliar.
Sobre AMLO sabemos que padece de gota, hipotiroidismo, hipertensión y problemas cardiacos. Esa información nos las ha compartido el mandatario. Gracias al hackeo de Guacamaya Leaks, también nos enteramos de que el año pasado tuvo un riesgo de infarto por lo que fue al hospital y le realizaron un cateterismo. El Presidente admitió que, efectivamente, sucedió este incidente que se mantuvo secreto.
AMLO también ha informado sobre los tres contagios que ha tenido de covid-19, incluyendo este último que, como en ocasiones anteriores, ha desatado todo tipo de rumores.
Yo espero que el Presidente se reponga rápido y por completo. Y se cuide porque su salud no es sólo un tema que a él le compete, sino a toda la República por la importancia política de su cargo.
Twitter: @leozuckermann