Jorge Fernández Menéndez
Razones
El saldo más importante de la reunión binacional entre México y Estados Unidos ha sido el anuncio de que Washington ha puesto como su objetivo claro al cártel de Los Chapitos. Son 26 los personajes de esta organización criminal, dirigida por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, los que están en las listas prioritarias de la justicia estadunidense y sobre los que ese país demanda a México colaboración para detenerlos y extraditarlos.
No es nuevo. Desde hace años se sabe que Los Chapitos son los principales productores de fentanilo ilegal en México. Desde que comenzó a decomisarse esta droga en forma amplia (todavía a fines del sexenio pasado) los cargamentos casi siempre tenían como destino a Los Chapitos. Son ellos, además, con una estructura heredada de su padre, los que tenían los contactos adecuados en Asia como para poder proveerse de los precursores químicos suficientes para comenzar a producir fentanilo ilegal en gran escala.
Fue esa organización también la que identificó cómo las restricciones en la venta, durante mucho tiempo indiscriminada, de opiáceos legales abría una enorme puerta para la distribución y venta de fentanilo ilegal, más potente y mucho más barato que los opiáceos farmacéuticos. Eso terminó siendo no lo que originó, pero sí lo que detonó la epidemia de opiáceos y el enorme crecimiento de muertes por sobredosis de fentanilo.
No tiene sentido en esta coyuntura mandar cartas a China para preguntarle al gobierno de ese país si ellos exportan precursores para el fentanilo ilegal o negar que en México se produce esta sustancia. Por supuesto qué hay redes enormes de distribución de drogas en la Unión Americana para que la droga llegue a los consumidores, de la misma forma que allí se lava buena parte del dinero obtenido y con ese dinero se compran armas que terminan fortaleciendo a los cárteles en México.
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