Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Carta a Esteban

 

Federico Reyes HerolesFederico Reyes Heroles   
Sextante
 
 

 

  • Hablar de “ciencia neoliberal”, desacreditarla en los hechos despreciando el cubrebocas, las vacunas o las energías verdes, a la biotecnología, es cavernario.

Sé que todo cambia, que a los seres humanos nos marcan los tiempos que vivimos, por eso hablamos de generaciones, la del 29, la del exilio español, la de la ruptura. Ustedes no son la excepción, su escepticismo político es explicable. Pero lo que estamos viviendo es muy grave. Dame oportunidad de explicarte.

Sabes que la relación con tus padres es entrañable, ustedes son familia. En la comida reciente escuché cuando, con tono un poco burlón, les dijiste: “Ustedes y sus marchas. No van a cambiar nada. Además, a ustedes en qué los afecta”. Te referías a que la actividad económica de tus padres –en apariencia– nada tiene que ver con la política. Pero mira Esteban, todos estamos en el mismo barco, en un naufragio nacional, todos caeríamos a la oscuridad, a un mar de incertidumbre.

Todo cambia, es cierto, imagínate, tus abuelos llegaron de España por la Guerra Civil, tu abuelo –de izquierda– fue perseguido. Sobrevivieron, salieron adelante. Pudieron educar a su descendencia y formar un patrimonio. Ahora tu padre –como otros– está pensando en comprar una propiedad en Madrid. Todo, siempre, puede empeorar. A México le llevó varias décadas salir del autoritarismo. No lo viviste, has crecido con libertades que se han ido ampliando. Eso está en juego. También para tus hijos –si los tienes y no optas por perrijos– ¡y mira que amo a los perros!, pero me entristece cuando escucho en tu generación que, por incertidumbre, por comodidad, se cancelan a sí mismos esa posibilidad de crecer como seres humanos. Eso ocurre con la descendencia. Los registros sensibles se amplían: nuevos sufrimientos, nuevos gozos. Por eso las certidumbres son vitales para todos.

A México la búsqueda de la modernidad, el estar abierto al mundo y aprender de él, le fue difícil. Ramos, Paz, Fuentes, Bartra y muchos otros han hablado de esa tentación permanente de sólo mirarnos al ombligo, de hablar de nuestra grandeza ancestral y resbalar en desplantes de superioridad. Eso también está en juego. Perseguir a la ciencia, a científicos en concreto, hablar de “ciencia neoliberal”, desacreditarla en los hechos despreciando el cubrebocas, las vacunas o las energías verdes, a la biotecnología, es cavernario. A pesar del magro apoyo –menos del 1% del PIB en Ciencia y Tecnología–, en México ha habido grandes científicos, quizá puedes recordar a Mario Molina, José Sarukhán, Julia Tagüeña, cuya familia también llegó con el exilio español. Astrónomos, matemáticos, físicos. Antes hubo verdaderos pioneros como Helia Bravo o Manuel Sandoval. Perseguir a la ciencia es equivalente a cegar al país.

Ese día hablamos de los migrantes. En esa área gubernamental siempre ha habido corrupción, la libertad, la vida misma, son materia muy apetecible para la extorsión. Pero lo que está ocurriendo hoy es criminal. Causa escozor la crueldad que se ejerce. En las últimas décadas, y gracias a figuras como Rodolfo Stavenhagen, Héctor Fix-Zamudio, Jorge Carpizo, Mariclaire Acosta o Sergio Aguayo, y a muchas organizaciones de la sociedad, los derechos humanos avanzaron dando vida a instituciones y también como cultura. Nunca hemos sido ejemplo mundial –como, por cierto, sí lo ha sido el INE que quieren “masacrar”–; falta mucho por hacer. Pero hubo avances, como también los hubo en las luchas de las mujeres, en educación, en salud, en reducción de carencias. Nuestra economía se modernizó. Reconocerlo hoy es parte de una “conspiración conservadora”. ¡Hazme el favor!

No todo en el pasado fue oscuridad, ésa es la trampa central en el discurso oficial. Hubo logros muy importantes. Es por eso que tus padres hicieron bien en marchar y manifestarse, porque estaban pensando en ti, en tus hermanos, en el país que quieren para ustedes. Debe ser difícil imaginar el naufragio de tu país. Mira alrededor.

 
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  • No, querido Esteban, no da lo mismo. Vives en un país que logró ser escuchado y respetado en el mundo. Eso también lo estamos perdiendo. Te propongo algo, vamos juntos a la próxima marcha. No la olvidarás.

Te abrazo.