Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Complicidad

 

Federico Reyes HerolesFederico Reyes Heroles                 

Sextante

 

 

Fomentar el odio, el fanatismo, la irracionalidad, la intolerancia es relativamente sencillo. Más aun estando en el poder. La pregunta –sin respuesta sencilla– es: ¿cómo contenerlo?

En todas las sociedades siempre habrá factores que confrontan. Desde el color de la piel, las diferentes religiones, los orígenes étnicos, las costumbres y, por supuesto, las concepciones políticas. Con frecuencia los fanatismos están a la vista: israelíes y palestinos. En otras ocasiones están ahí, pero adormecidos. Son odios potenciales. Se pueden convertir en una gangrena cerebral, advirtió Voltaire, incurable. Es una ceguera colectiva. No hay peor ciego…

Los prejuicios echan raíces muy rápido, sobre todo cuando la ignorancia abunda. La educación es la mejor vacuna, pero no es infalible. Alemania era uno de los países más educados del orbe y, sin embargo, apoyó la locura mesiánica de Hitler. Argentina fue una potencia educada, pero idolatró a Perón, a Evita, que hablaba de “fuego sagrado del fanatismo”. Ese país arrasó a los pueblos originales de la zona. La persecución al pueblo judío ha brotado en muy diversas latitudes apoyada en falsedades. Los ejemplos no sólo están en la historia. Trump y sus fanáticos sacudieron a una de las democracias fundacionales del orbe. Sigue activo y lo siguen respaldando. Bukele alimenta un nuevo tipo de fanatismo que apoya la brutalidad. De nuevo, fomentar el odio desde el poder es sencillo. Contenerlo no. Hablamos de los líderes que envenenan a las sociedades y usan los odios para gobernar. Pero es poco popular recordar que son sus huestes, las hordas desatadas, las que actúan. Imposible explicar el Holocausto, sin la acción convencida de muchos alemanes. 

Como en todas las naciones, la mexicana construyó amarres civilizatorios. Por ejemplo, sabernos un país conquistado, comprendiendo la complejidad de ese hecho histórico. España es hoy un país muy querido, un gran socio comercial, que mira a México convencido de los múltiples logros y potencialidades. También nuestros problemas. Gastón García Cantú realizó un conteo de las decenas de invasiones de EU a México. Hoy somos grandes socios. Revivir el antiyanquismo de poco sirve. En México la pluralidad étnica y el mestizaje son motivo de orgullo. ¿Qué se gana reviviendo la idea de pureza original? Si algún concepto ha generado violencia entre los humanos es ése. En nuestro país la distribución del ingreso es muy injusta, pero ello se corrige en el largo plazo con medidas fiscales adecuadas. Hacer de “los ricos” la fuente de todos los males, lo único que ha conseguido es enervar al ánimo social.

El crecimiento en las últimas décadas de las clases medias mexicanas debe ser motivo de orgullo. Detrás hay un prolongado esfuerzo nacional por disminuir las carencias de agua, sanidad, vivienda, electrificación, salud y… educación. Pero ese crecimiento asombroso también es resultado del esfuerzo personal, familiar, generacional, de ahorro y mejoría de la propia condición de vida. La gran mayoría de los mexicanos se considera clase media, con independencia de los muy diferentes niveles de ingreso. La mejoría en la capacidad de consumo ha hermanado a muchos mexicanos. ¿Por qué imputar a las clases medias un tipo de traición a los principios de honestidad? ¿Por qué lanzar dardos contra las burocracias, científicos, “especialistas” y un largo etcétera?

México lleva casi medio siglo construyendo un andamiaje democrático y republicano. Es ese andamiaje –inexplicable sin el IFE y el INE– el que nos ha permitido arrinconar a la violencia electoral. El Poder Judicial cada vez está más presente. Otro gran avance republicano. La tolerancia y el respeto a las diferencias han echado raíces, son un patrimonio civilizatorio que debemos cuidar.

Atacar desde el poder a las instituciones es suicida. Quemar la imagen de cualquier ser humano es un acto de barbarie. La suma, el horror. Eso ocurrió el sábado. 

El líder y sus cómplices están frente a nosotros.