Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Soy testigo

 

Federico Reyes HerolesFederico Reyes Heroles 
Sextante
 
 

En memoria de Enrique Florescano

 

La vida me ha dado ese privilegio. Soy testigo de cómo la presencia de la mujer, en todos los ámbitos, enriquece nuestra existencia. 

Pero ahora soy más realista. No hay garantía.

Mi madre fue la primera alumna de la Universidad Femenina. En su juventud una mujer profesionista era una rareza. Fue diplomática y después, como muchas otras mujeres, por desgracia, perdió impulso profesional. Pero, eso sí, nunca dejó de señalar las injusticias hacia las mujeres. A pesar de todo ello, ha habido mujeres brillantes, consistentes y muy activas. Pienso en doña María Lavalle Urbina, doña Griselda Álvarez, Rosario Castellanos o Guadalupe Rivera, y muchas más.

Pero fueron excepciones. La deserción femenina sigue siendo un gravísimo obstáculo: genera desigualdad, cancela el desarrollo de la mujer y sus talentos. Se ha avanzado, sobre todo en primaria y secundaria, pero sigue allí. Proigualdad ofrece estos datos: la tasa de asistencia escolar de mujeres entre 16 y 18 años es de 56.5% o sea que 44% ya está fuera. En educación superior es apenas 23.7%, o sea que alrededor de 74% abandona sus estudios. La mutilación sigue: 5 de cada 10 profesionistas mujeres abandonan sus estudios a partir del nacimiento de los hijos. ¿Cómo es posible que México siga perdiendo esa riqueza, que no tengamos políticas sociales de apoyo? Al contrario, los autollamados “progresistas” cancelaron escuelas de tiempo completo, comedores escolares y estancias infantiles. El desprecio hacia la mujer ha sido evidente: rechazo y cero atención a las Madres Buscadoras. Impera una actitud retrógrada. A esas medidas han contribuido mujeres, hemos tenido dos secretarias de Educación. ¿Cuántas diputadas de Morena aprobaron esos recortes?  Son cómplices. Hoy son 104.

El “piso parejo”, es engañoso. Para lograr mayor igualdad de oportunidades, se necesitan acciones afirmativas en todos los niveles. Las comunidades indígenas, tan de moda ahora, no muestran ninguna mejoría en sus índices educativos. Dejemos de gastar en spots para acreditar al partido gobernante y mejor invirtamos de verdad en las niñas. Sabemos dónde están, en las matrículas escolares aparecen los nombres de las ausentes. ¿Por qué no llegamos a ellas habiendo tanto “siervo de la nación”? Con otro agravante, Enrique Alduncin lo ha estudiado con detenimiento. Las mujeres siguen siendo las principales transmisoras de valores en el hogar. Un bajo nivel educativo de la madre condena a las próximas generaciones. Terminar con la deserción debería ser una prioridad nacional incuestionable. No lo es. Si se hubiera invertido el equivalente a la décima parte de lo que va a costar Dos Bocas –que, por cierto, impulsa obsesivamente una mujer– en rescatar a las niñas desertoras, otro país –más allá de los tubos– estaría en construcción. 

La Razón (6/3/2023) recuerda que hay 15 iniciativas para acotar la violencia contra las mujeres que están relegadas. Tenemos paridad legislativa, ¿dónde están las acciones conjuntas de las legisladoras para luchar contra ese horror? Se cometen 300 feminicidios al mes, van casi 18 mil en cuatro años. La Cámara de Diputados cuenta con un centro especializado en problemas de género, tiene buena información sobre el rezago de las mujeres, pero poco o nada ocurre. Por si fuera poco, con cierta frecuencia aparecen notas de horrendos crímenes en los que participan mujeres. Salgamos del engaño, los varones tenemos gran responsabilidad en el patriarcado, en los techos de cristal, en la discriminación por género, pero las mujeres –en pleno siglo XXI– también. Hay protagonistas de primer orden en la violación de la ley, como la gobernadora de Campeche y la candidata de Morena en el Estado de México. Hay plagiarios y… no hay garantía. 

¿Qué sororidad –expresión de Unamuno– han manifestado las legisladoras contra las amenazas a la presidenta de la SCJN?

Soy testigo: la ética nacional está fracturada. Todos y todas somos responsables de esa triste realidad.