Día VI del juicio a García Luna: El Conejo
Jorge Fernández Menéndez
Razones
El testigo de ayer en el día VI del juicio a Genaro García Luna en la Corte de Brooklyn fue Harold Poveda, un personaje detenido en México en 2010 y que desde el 2000 era uno de los principales proveedores de cocaína de Colombia a México. Una vez más, el suyo es un testimonio sin pruebas materiales y que incluso no logra enlazar de lleno con la propia acusación contra el exsecretario de seguridad. Pero la historia de Harold Poveda, El Conejo, serviría por sí sola para desmentir su propio testimonio.
La primera gran mansión que se le decomisó a El Conejo fue en Querétaro, un rancho enorme, 8 mil 700 metros cuadrados de construcción, en un semirectángulo de 14 hectáreas denominado La Muralla, en las afueras de San Juan del Río, y que desde 2014 se transformó en el centro de formación y capacitación policial, ahora bajo control de la FGR. Allí, desde entonces, se capacita a agentes, policías, militares, con especialistas nacionales y extranjeros.
En distintos textos, en una fecha tan lejana como el 2010, hablábamos aquí, en este mismo espacio, de El Conejo. Según las autoridades colombianas, de donde es originario Harold Poveda, este hombre fue enviado poco antes del 2000 por el Cártel del Norte del Valle de Colombia a México, encargado de coordinar los cargamentos de cocaína en la ruta del Pacífico, la que parte del puerto de Buenaventura, en Colombia, y se dirige hacia Centroamérica y México.
Poveda, en México, trabajaba directamente con los Beltrán Leyva y, cuando se da la ruptura de éstos con la gente del Chapo Guzmán, se queda con los Beltrán. Pero, con el deterioro y fragmentación de ese grupo, comienzan también sus propios problemas y comienzan a caer cargamentos de los que era responsable y se habla de que quedó debiendo millones de dólares a sus proveedores en Sudamérica. Poveda declaró, tras ser detenido, que el último cargamento de cocaína que introdujo al país fue para Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, “quien me quedó debiendo aproximadamente 40 millones de dólares por ese cargamento”. También, dijo que debía unos 28 millones a sus proveedores colombianos. Todos estos son testimonios suyos de 2010, cuando fue detenido, que publicamos en este espacio.
Poveda, decía desde entonces, que introducía a territorio mexicano toneladas de cocaína, a través de lanchas rápidas o submarinos para los Beltrán. La droga ingresaba por vía marítima procedente de las costas del Pacífico colombiano, arribaba a Costa Rica y luego a Chiapas y Guerrero. Una amplia infraestructura aérea del cártel del Pacífico que se encontró, entonces, en Costa Rica, era parte de ese andamiaje. Desde el 2000, Poveda introducía a México más de 20 toneladas al año, en cargamentos que iban de tres a cinco toneladas, convirtiéndose en el principal proveedor de los Beltrán Leyva. Eso quiere decir que Poveda logró ingresar en esa década más de 200 toneladas de cocaína pura al país.
De 1998 a 2009, El Conejo, además del enlace con el Cártel del Norte del Valle de Colombia, trabajaba con grupos de las FARC que traficaban con cocaína y armas. Poveda negociaba directamente con Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, muerto en 2009 en Cuernavaca, a quien ahora en su testimonio en Brooklyn llamó “su tío”, por la relación tan cercana que, dice, mantenían.
Hasta antes de 2008, el colombiano había hecho del rancho La Muralla su lugar favorito de descanso y su propio parque de recreación, pues incluso tenía un zoológico con hipopótamos, canguros, búfalos acuáticos, jirafas, tigres de bengala y otros animales exóticos.
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