Jueves, Noviembre 28, 2024
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El ciudadano, al centro

 

Pascal Beltrán del RíoPascal Beltrán del Río               
Bitácora del director 
 

Puede –y debe– hacerse una valoración crítica de la presentación pública del documento de discusión Punto de partida. Una nueva visión de país, elaborado por la organización Mexicolectivo, y en cuya redacción participaron conspicuos personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, Francisco Labastida, José Narro y Diego Valadés, entre otros.

Tratarla con condescendencia sería menospreciarlos a ellos, así como a la idea de que existe en la sociedad mexicana un pensamiento alternativo al movimiento político que gobierna el país y de que el monolitismo del “pueblo” es un concepto desarrollado para el control. 

Acudí al acto en el World Trade Center para no tener que depender de la crónica y los comentarios de otros sobre este primer esfuerzo serio de organización y aglutinamiento de un sector de la sociedad civil que no está de acuerdo con el rumbo que lleva el país y no comparte la narrativa del presidente López Obrador.

Los convocantes dicen buscar “algo nuevo y diferente”, pero lo que vi, lamentablemente, fueron muchos rostros conocidos. A varios no se les debe regatear méritos en cuanto a experiencia en materias específicas –como educación y salud–, pero me hubiera gustado ver una mayor participación de jóvenes.

La edad promedio de los asistentes fácilmente rebasaba los cincuenta años, si no es que un poco más. Es verdad que el oficialismo adolece de lo mismo –nada más hay que ver el gabinete presidencial–, pero uno esperaría que la alternativa se nutriera de visiones más frescas o, al menos, que tuviera algo concreto que decir a los jóvenes, más allá de lugares comunes sobre la importancia del Estado de derecho y la democracia. 

También fue desconcertante que el acto consistiera en una serie de propuestas inconexas. No hubo ayer un gran hilo conductor y la audiencia, formada por entusiastas de esta causa, a ratos parecía aburrirse mucho.+

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Dicho todo eso, celebro que algo esté germinando en el desierto de la oposición. El esfuerzo para dar forma a un conjunto de ideas que rompa con el dogmatismo oficialista –cuyos adherentes nada se cuestionan– puede ser el principio de “una nueva visión de país”, como propone el colectivo.

 
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Para ser justo, aunque fueron pocos, sí hubo momentos electrizantes ayer a mediodía, que prendieron a los asistentes y me dieron razones para escribir esta columna. El llamado de Valadés a procurar un México “libre de miedo, incertidumbre, violencia y corrupción” arrancó aplausos, igual que el buen cierre de su discurso: “Estamos a las puertas de la esperanza. Ahora hay que abrirlas y pasar por ellas”.

José Narro, exsecretario de Salud y exrector de la UNAM –viejo lobo de mar en las lides políticas– también generó algarabía al sostener que “es mejor tener un país con un coro de voces disonantes, que uno con una sola voz”. E igual lo hizo Lourdes Morales Canales, de la Red de Rendición de Cuentas, al fustigar “la campaña permanente para suplantar la verdad” y “el uso de las emociones para desplazar a la razón”.

En el balance, el acto no fue el jonrón que muchos esperaban, pero tampoco un ponche. Quizá fue el primer strike de un bateador que tiene potencial para conectar la bola. Si hace las cosas bien, para junio, cuando se espera que este movimiento entregue las conclusiones de sus foros regionales y temáticos, podremos ver cómo se embasa. 

En todo caso, esto es mucho más de lo que han hecho las dirigencias nacionales de los partidos, actualmente enfrascadas en los métodos de selección de candidatos, que seguramente estarán protagonizados por aspirantes que no pintan en las encuestas.

La apuesta de Mexicolectivo de volver a poner al ciudadano en el centro de la discusión pública es el camino a seguir. Ésa fue la ruta que permitió, en los años 90, trascender pacíficamente al régimen de partido hegemónico y construir las instituciones que hoy son asediadas por un gobierno que busca cancelar aquellos logros para perpetuarse en el poder. La defensa de la democracia –que hace posible que la ciudadanía elija al partido de su preferencia y despida a aquel que lo está haciendo mal– es la tarea urgente que puede guiar este esfuerzo.