Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Puede –y debe– hacerse una valoración crítica de la presentación pública del documento de discusión Punto de partida. Una nueva visión de país, elaborado por la organización Mexicolectivo, y en cuya redacción participaron conspicuos personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, Francisco Labastida, José Narro y Diego Valadés, entre otros.
Tratarla con condescendencia sería menospreciarlos a ellos, así como a la idea de que existe en la sociedad mexicana un pensamiento alternativo al movimiento político que gobierna el país y de que el monolitismo del “pueblo” es un concepto desarrollado para el control.
Acudí al acto en el World Trade Center para no tener que depender de la crónica y los comentarios de otros sobre este primer esfuerzo serio de organización y aglutinamiento de un sector de la sociedad civil que no está de acuerdo con el rumbo que lleva el país y no comparte la narrativa del presidente López Obrador.
Los convocantes dicen buscar “algo nuevo y diferente”, pero lo que vi, lamentablemente, fueron muchos rostros conocidos. A varios no se les debe regatear méritos en cuanto a experiencia en materias específicas –como educación y salud–, pero me hubiera gustado ver una mayor participación de jóvenes.
La edad promedio de los asistentes fácilmente rebasaba los cincuenta años, si no es que un poco más. Es verdad que el oficialismo adolece de lo mismo –nada más hay que ver el gabinete presidencial–, pero uno esperaría que la alternativa se nutriera de visiones más frescas o, al menos, que tuviera algo concreto que decir a los jóvenes, más allá de lugares comunes sobre la importancia del Estado de derecho y la democracia.
También fue desconcertante que el acto consistiera en una serie de propuestas inconexas. No hubo ayer un gran hilo conductor y la audiencia, formada por entusiastas de esta causa, a ratos parecía aburrirse mucho.+
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Dicho todo eso, celebro que algo esté germinando en el desierto de la oposición. El esfuerzo para dar forma a un conjunto de ideas que rompa con el dogmatismo oficialista –cuyos adherentes nada se cuestionan– puede ser el principio de “una nueva visión de país”, como propone el colectivo.
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