Jueves, Noviembre 28, 2024
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Juicio a García Luna: El Grande y Veytia

 

 

Jorge Fernández MenéndezJorge Fernández Menéndez         
Razones
 
 

Ayer comenzó el juicio contra Genaro García Luna en la Corte de Brooklyn. El primer testigo presentado por la fiscalía fue Sergio Villarreal, El Grande, quien fue un despiadado jefe de sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva. Si los demás testimonios que presentará la fiscalía estadunidense son como los de Villarreal, no veo cómo podrán comprobar la presunta relación del exsecretario de Seguridad Pública con el Cártel de Sinaloa, el delito por el que es acusado.

Villarreal no presentó una sola prueba de sus dichos, como dijo la defensa, pero, además, su versión no es siquiera verosímil. Villarreal dijo que dejó el Cártel de Sinaloa en 2001 para ser parte de los Beltrán Leyva, pero que, desde entonces, García Luna era parte del cártel: cobraba, informaba de operativos, ponía y quitaba agentes en cualquier lugar del país. Era parte, dijo Villarreal, del propio cártel.

El problema es que, para esa fecha, antes de 2001, García Luna era un operador del CISEN, influyente, pero sin posibilidades de hacer lo que dice Villarreal. En 2001, cuando el sicario dice que él mismo dejó de pertenecer al Cártel de Sinaloapara pasarse con los Beltrán Leyva, García Luna acababa de ser designado como director de la Agencia Federal de Investigaciones de la PGR, que encabezaba el general Rafael Macedo de la Concha. El secretario de Seguridad era nada menos que el actual fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, quien encabezaba también la Policía Federal. García Luna y Gertz no se tenían la menor simpatía.

 
Pero, además, desde mediados de ese sexenio comenzaron las rupturas internas del Cártel de Sinaloa con los Beltrán Leyva, poco después de que el Chapo Guzmán se fugara del penal de Puente Grande, en enero del 2001. Poco después de que asumiera Calderón, en diciembre de 2007, esas diferencias se convirtieron en una guerra, sobre todo luego de que fuera detenido uno de los hermanos Beltrán Leyva, El Mochomo, y que Rodolfo Carrillo, el hermano de Amado, El señor de los cielos, fuera asesinado en Culiacán. Desde entonces los Beltrán, el Cártel de Juárez y los Zetas entraron en una guerra abierta con los de Sinaloa.

La pregunta es pertinente, ¿por qué le pagarían los Beltrán, que es lo que dice Villareal, a García Luna para proteger a sus enemigos?, ¿cómo podría el jefe de sicarios de los Beltrán ser testigo de ello?, ¿cómo podría hacer García Luna todo lo que se suponía que hacía cuando no tenía poder suficiente para hacerlo, sobre todo entre 2001 y 2006?

Son testimonios que pueden funcionar bien en cierta prensa, entonces y ahora, pero que, en términos judiciales, son sencillamente inverosímiles.

Otro personaje que testificará en estos días es el exfiscal de Nayarit Édgar Veytia, detenido desde 2017, acusado de introducir droga a Estados Unidos, ligado con el Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los personajes más corruptos e inescrupulosos que ha habido en el sistema de justicia. Esa fiscalía era utilizada para golpear, extorsionar, se le pagaba con terrenos, propiedades, recursos y, en el centro de esas versiones y denuncias, siempre estaba el fiscal Veytia.

  

Hace unos años, en 2012, fuimos a investigar en Nayarit la detención de un joven empresario, Eduardo Valencia, que tenía un duro pleito legal con un grupo de inversionistas canadienses apoyados por el gobierno del estado y, sobre todo, por el fiscal, entonces procurador, Veytia, por unas propiedades inmobiliarias en Nuevo Vallarta. El empresario había sido detenido literalmente a la mala y nos pidió que investigáramos su caso. Eso hicimos.

 

El reportero de Todo Personal que fue a Tepic y Nuevo Vallarta se encontró con durísimas amenazas de la fiscalía, que luego se hicieron extensivas a un servidor y a Bibiana Belsasso, acompañadas de una campaña impulsada por Veytia en medios locales contra el programa Todo Personal y sus conductores y terminaron con un recrudecimiento de las condiciones carcelarias del empresario.

El propio Veytia nos amenazó judicialmente a través de una carta, simplemente por haber investigado uno de los muchos casos de aparente corrupción judicial en el estado.

A la familia del empresario, el fiscal personalmente les dijo que, como habían aireado su tema en los medios, les costaría mucho más sacarlo de prisión. A Eduardo Valencia le costó todo su patrimonio, años de cárcel, dos intentos de asesinato dentro de la cárcel y, hasta que cayó Veytia, no recuperó su libertad y ha ganado casi todos los procesos que se habían abierto en su contra. Su caso, además, está hoy en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Veytia se ha convertido en testigo protegido para todo uso, purga una condena de 20 años que terminará siendo bastante menor por su presunta colaboración con las autoridades estadunidenses.

Ésa era una historia particular. Más allá de eso, lo importante era el control del Cártel Jalisco Nueva Generación sobre el estado. De ser cómplice de ese cártel se acusó al fiscal en Estados Unidos. Que un personaje como Veytia sea usado como testigo de cargo en realidad debilita cualquier caso. Ya lo usaron para detener al general Salvador Cienfuegos y el exsecretario de la Defensa fue regresado a México en menos de un mes y exonerado.

Veytia, como Sergio Villarreal, es un hombre con decenas de muertos en sus espaldas, pero, además, con una carga de corrupción inocultable. Con un agregado, si Veytia era parte del Cártel Jalisco y por eso fue detenido y condenado, ¿cómo podría saber, cómo podría ser testigo, de que García Luna era parte del Cártel de Sinaloa?