Jorge Fernández Menéndez
Razones
Ayer comenzó el juicio contra Genaro García Luna en la Corte de Brooklyn. El primer testigo presentado por la fiscalía fue Sergio Villarreal, El Grande, quien fue un despiadado jefe de sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva. Si los demás testimonios que presentará la fiscalía estadunidense son como los de Villarreal, no veo cómo podrán comprobar la presunta relación del exsecretario de Seguridad Pública con el Cártel de Sinaloa, el delito por el que es acusado.
Villarreal no presentó una sola prueba de sus dichos, como dijo la defensa, pero, además, su versión no es siquiera verosímil. Villarreal dijo que dejó el Cártel de Sinaloa en 2001 para ser parte de los Beltrán Leyva, pero que, desde entonces, García Luna era parte del cártel: cobraba, informaba de operativos, ponía y quitaba agentes en cualquier lugar del país. Era parte, dijo Villarreal, del propio cártel.
El problema es que, para esa fecha, antes de 2001, García Luna era un operador del CISEN, influyente, pero sin posibilidades de hacer lo que dice Villarreal. En 2001, cuando el sicario dice que él mismo dejó de pertenecer al Cártel de Sinaloapara pasarse con los Beltrán Leyva, García Luna acababa de ser designado como director de la Agencia Federal de Investigaciones de la PGR, que encabezaba el general Rafael Macedo de la Concha. El secretario de Seguridad era nada menos que el actual fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, quien encabezaba también la Policía Federal. García Luna y Gertz no se tenían la menor simpatía.
Pero, además, desde mediados de ese sexenio comenzaron las rupturas internas del Cártel de Sinaloa con los Beltrán Leyva, poco después de que el Chapo Guzmán se fugara del penal de Puente Grande, en enero del 2001. Poco después de que asumiera Calderón, en diciembre de 2007, esas diferencias se convirtieron en una guerra, sobre todo luego de que fuera detenido uno de los hermanos Beltrán Leyva, El Mochomo, y que Rodolfo Carrillo, el hermano de Amado, El señor de los cielos, fuera asesinado en Culiacán. Desde entonces los Beltrán, el Cártel de Juárez y los Zetas entraron en una guerra abierta con los de Sinaloa.