Jueves, Noviembre 28, 2024
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Los socios carroñeros de la transformación de México

 

Leo ZuckermannLeo Zuckermann           
 
Juegos de poder
 
 

 

El presidente López Obrador se desgañita todos los días afirmando que su gobierno está transformando a México. Pues veamos a qué se refiere en materia política. Al igual que los gobiernos pasados, ha tenido que negociar y darle todo tipo de prebendas a dos partiditos con el fin de obtener sus votos en ciertas legislaciones. Me refiero al Partido del Trabajo (PT) y al Partido Verde Ecologista de México (Verde).

Se hace el chistoso el Presidente diciendo que se metieron unos duendes cuando la Cámara de Diputados incluyó en su reforma electoral disposiciones que benefician al PT y al Verde. 

La primera es la llamada cláusula de la “sobrevivencia eterna”. Que el partido grande en una alianza electoral, en este caso sería Morena, pueda trasvasarles votos a los chicos a fin de alcanzar el tres por ciento que ordena la Constitución para mantener el registro como partido político. O que también puedan sostenerlo si obtienen este porcentaje en 17 de las 32 entidades federativas del país. De esta forma, PT y Verde tendrían asegurado su registro forever and ever, independientemente de la voluntad del electorado.

La segunda cláusula es también escandalosa. Dice López Obrador que su reforma está diseñada para gastar menos en materia electoral. Sin embargo, no toca el principal gasto que son las prerrogativas que otorga el Estado a los partidos cada año: cientos de millones de pesos. Bueno, pues el PT y el Verde agregaron que, si no se gastan ese dinero en el año, puedan ejercerlo en los siguientes.

Así de cínicos los socios de la transformación de la vida pública del país.

Y se entiende. Por un lado, estos partiditos no son más que negocios familiares diseñados para extraer cada vez más rentas del Estado. Ésta ha sido la historia del PT, que formó Carlos Salinas con el fin de debilitar al PRD. En el sexenio pasado, por ejemplo, el gobierno priista de Peña lo salvó de perder el registro con una chicana al repetir una elección en un distrito electoral, lo cual le permitió llegar al tres por ciento. Ni se diga del Verde, el peor producto de la democracia mexicana. Un negocio familiar que igual ha sido aliado del PAN que del PRI y ahora de Morena. Son verdes porque lo único que les interesa es el color de dólares que les caen a raudales en sus negociaciones con el partido que está en el poder.

 
 
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Por otro lado, Morena requiere de sus votos con el fin de aprobar legislaciones. Por sí solo, el partido de AMLO no tiene ni los diputados ni los senadores para lograr una mayoría absoluta de 50% más uno. En la caza de votos legislativos, los morenistas, tan propensos a presumir que ellos son diferentes y moralmente superiores, hacen exactamente lo mismo que los panistas y priistas del pasado, es decir, utilizan a sus rémoras. Y ellos, desde luego, les venden caro su amor. 

 

Cuando se enteró el Presidente de la integración en la Cámara de Diputados de las cláusulas arriba descritas en su reforma electoral, afirmó que se habían metido unos duendes. No. Los duendes no existen. Lo que existen son petistas y verdes que quieren mantener sus negocios a flote y morenistas dispuestos a apapacharlos.

AMLO dijo que estaba en contra y le pediría a los senadores que corrigieran estas barbaridades. A la hora de escribir este artículo se está discutiendo la reforma electoral en la Cámara alta. En la prensa y redes sociales aparecen notas que indican que el PT y el Verde siguen presionando para mantener los privilegios que lograron meter en la Cámara baja. No lo dudo. Ellos están en su juego. La pregunta es si los senadores morenistas le harán caso al Presidente y echarán para atrás estas disposiciones o, en aras de conseguir los votos de sus “socios transformadores”, aprobarán lo mismo que votaron los diputados morenistas.

Con su reforma legal, AMLO pretende inclinar la cancha a favor de Morena para las próximas elecciones. De aprobarse las condiciones que exigen el PT y Verde, dicha reforma tendría, además, una externalidad negativa. Dos partiditos impresentables tendrían asegurado su registro in sæcula sæculorum y podrían gastar los millones de pesos que reciben de financiamiento público cuando se les diera la gana. En otras palabras, lo que se está votando en este momento en el Senado es la transición de la democracia hacia un régimen hegemónico de Morena: un león que dominaría la sabana política acompañado de un par de buitres carroñeros cada vez más gordos por las sobras que les dejará el felino. Así la transformación que se está gestando en México.

               

Twitter: @leozuckermann