Vianey Esquinca
La inmaculada percepción
El presidente Andrés Manuel López Obrador cumplió su amenaza y mandó a la Cámara de Diputados el llamado plan B, un paquete de leyes secundarias que, sin pasar por la Constitución, permitiría afectar seriamente al INE y, por consiguiente, poner en riesgo la democracia y los procesos electorales.
Esta nueva pretensión fue calificada con un B de berrinche del mandatario mexicano; otros, como el consejero Ciro Murayama consideró que era un plan V de venganza. La verdad es que lo que el tabasqueño envió, atraviesa todas las letras del abecedario de la antidemocracia.
Es el plan A de aplanadora. Gracias a las elecciones de 2021, la gente logró frenar las pretensiones presidenciales para cambiar la constitución a su gusto, pero Morena y sus rémoras conservaron una mayoría simple que utilizaron en la Cámara de Diputados para aprobar los cambios a seis leyes secundarias que reducen y afectan al INE.
Es el plan C de cobardía. Nuevamente, el senador Ricardo Monreal tiene la posibilidad en convertirse en fiel de la balanza. Dio una esperanza al decir que se tomarían el tiempo para analizar las modificaciones a diversas leyes secundarias, pero es evidente que está recibiendo presiones de Palacio Nacional. Ya demostró que quiere vender caro su amor, y que, aunque diga lo contrario, al final del día puede alinearse como cuando emitió una tibia abstención en el caso de la militarización. Hoy puede moverse entre la c de cobardía o la d de dignidad. Puede tener la c de candidato de la democracia y la libertad, o la c de la comparsa, de él depende.
Es el plan D del descaro. Si el Senado aprueba la propuesta presidencial, estaría permitiendo que los precandidatos y candidatos pudieran violar la ley sin ninguna sanción, además de hacer campaña todo el tiempo.
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