Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Con alguna frecuencia, cuando comento, interpreto o contextualizo en las redes sociales alguna información que tiene que ver con el presidente Andrés Manuel López Obrador, aparecen seguidores suyos que me retan a acudir a la conferencia mañanera para hacerle el planteamiento directamente a él.
No les hago caso por cuatro razones muy concretas: la primera es que al mismo tiempo que él habla desde el salón Tesorería de Palacio Nacional yo estoy al aire en radio; la segunda, que dicha conferencia no está abierta para cualquiera que quiera ir a pararse en ella; la tercera es que no se trata de una rueda de prensa en el sentido tradicional, que se efectúa por razones de transparencia y rendición de cuentas, sino un ejercicio de promoción personal, en el que, con muy pocas y valiosas excepciones, quienes se dirigen al mandatario son sus subalternos o lisonjeadores a los que alguien indebidamente acreditó como periodistas, y la cuarta es que yo voy a donde se me pega la gana.
He respondido, además, que el día que el Presidente de la República encuentre el tiempo y el deseo de recibirme, yo estaré encantado de hacerle una entrevista periodística, en la que lo trataré con cortesía y respeto –porque así me educaron y, desde luego, porque se trata del jefe del Estado– y entonces le haré las preguntas que sean pertinentes en función del interés público.
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Que la mañanera es el espectáculo personal de López Obrador nunca ha estado en duda, al menos para mí. Pero por si a alguien no le ha quedado claro, bastará que revise lo sucedido ayer martes, cuando el Ejecutivo le negó el derecho de réplica a la senadora Xóchitl Gálvez, de quien la víspera dijo algo que faltó a la verdad.
Desde Campeche, López Obrador había acusado a Gálvez de pretender eliminar los programas sociales, desvirtuando un dicho de ella, en el sentido de que el apoyo económico debiera otorgarse a la persona beneficiaria del programa en tanto ésta adquiere alguna habilidad para salir adelante por sí misma.
Ante esto, la senadora panista solicitó derecho de réplica en la mañanera. La petición no debiera considerarse excesiva, pues el propio López Obrador ha dicho que su conferencia es “un ejercicio circular”, es decir, un proceso informativo de ida y vuelta, en el que se habla y se escucha.
Sin embargo, el mandatario bateó la petición. Mandó a “la señora Xóchitl Gálvez” –así decidió llamar a una integrante de otro Poder– a acudir ante “la autoridad competente” para tramitar su derecho a ser escuchada en Palacio Nacional y advirtió que él, por lo pronto, no la recibiría pues “ya es el colmo: tienen todos los medios, denuncian, gritan, insultan y todavía quieren meterse aquí”, dijo, refiriéndose, es de suponer, a los miembros de la oposición.
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Con ello, el Presidente estableció, sin confusión alguna, que él decide quién habla en la mañanera y quién no. Asimismo, que el lugar donde, desde hace cuatro años, se desarrolla dicha conferencia, podrá llamarse Palacio Nacional –como fue rebautizado el Palacio Real después de la Independencia–, pero en los hechos es su residencia particular.
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