Leo Zuckermann
Juegos de poder
yer regresaba de Querétaro a la Ciudad de México por la autopista de cuota. En el trayecto conté nueve lugares donde vendían combustible robado. Las señales eran evidentes de que ahí estaban los ladrones ofreciendo gasolinas. En todos había una o dos personas agitando un trapo rojo con el fin de invitar a los automovilistas a pararse. La mayoría de ellos enseñaban unos pequeños bidones para no dejar lugar a dudas.
En uno de los puestos había un tráiler detenido. Frente al camión se encontraba una camioneta donde estaban sacando bidones, presumiblemente, llenos de diésel. A lo mejor se le había acabado el combustible y lo estaban ayudando. Pero, extrañamente, detrás del tráiler ya estaba otro más, parado en espera de una siguiente carga.
Medio kilómetro adelante de uno de los lugares de venta de gasolina robada había un retén del Ejército. A lo largo de mi trayecto por la autopista conté, además, cinco convoyes de soldados, uno de guardias nacionales y un par de patrullas de esta corporación, la encargada de vigilar la carretera.
Si yo vi estos puestos de huachicoleros, los militares y guardias nacionales también los pudieron observar. Claramente se hicieron de la vista gorda. El hecho de que los vendedores con trapos rojos actuaran con tal impunidad a plena luz del día me lleva a pensar que no le tenían miedo a que los cacharan las autoridades.
Cuento esta historia porque el gobierno presume de una reducción considerable en el robo de combustibles, conocido como huachicoleo. Esta semana, el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, informó que el robo de hidrocarburos registra una disminución del 90% en lo que va el sexenio. Mientras que en 2018 se robaban un promedio diario de 56 mil barriles de hidrocarburos refinados, dicho promedio disminuyó a sólo cinco mil 700 barriles por día.
A lo mejor a mí me tocó ver la venta de estos pocos barriles que se siguen robando. La pregunta es por qué no intervienen las autoridades para cerrar los establecimientos que siguen vendiendo mercancía que le fue robada al Estado.
Otra opción, y no hay que descartarla, es que los datos del director de Pemex sean más bien alegres y no estén considerando un incremento paulatino que ha tenido el huachicoleo.
Recordemos que, recién tomó posesión el presidente López Obrador, emprendió una cruzada contra el robo de combustible. Esto llevó al cierre temporal de tuberías y la consiguiente escasez de gasolinas en varios sitios del país. Incluso se compraron pipas para sustituir la distribución por ductos.
Supuestamente la lucha contra el huachicoleo continúa. Un comunicado de prensa de la Guardia Nacional del pasado 30 de agosto da cuenta de que “localizaron cinco tomas clandestinas, aparentemente utilizadas para la sustracción ilegal de combustible”..
“Al realizar patrullajes de seguridad y prevención del delito, los guardias nacionales localizaron en caminos de terracería, a orillas de un sembradío de maíz y en inmediaciones de las instalaciones de Petróleos Mexicanos, las conexiones irregulares instaladas en los poliductos”, informó esta corporación policiaca.
No dudo que la Guardia Nacional esté combatiendo este crimen. Pero tengo dudas del compromiso total de esta institución en erradicar un delito que deja tanto dinero.
Hace un par de días, Reforma daba cuenta de cómo la Guardia Nacional estaba “involucrada con dos bandas delictivas dedicadas al robo de hidrocarburos en Tabasco y Puebla”. Esto de acuerdo a “un correo electrónico enviado por el Centro Regional de Fusión de Inteligencia al Centro Nacional de Fusión de Inteligencia” de la Secretaría de la Defensa Nacional, documento hackeado al Ejército por parte del grupo Guacamaya.
“La célula dedicada al huachicol es liderada por un sujeto identificado como Gabriel Eduardo González Alejandro, El Gabo, quien tiene el apoyo de un integrante de la GN conocido como El Comandante Mata. Un operador financiero de El Gabo, identificado como Víctor Carbajal Zurita, es quien efectúa los depósitos para El Comandante Mata y que, al parecer, está desplegado en Cosamaloapan, Veracruz. ‘Proporciona seguridad en el lugar de extracción (de combustible en ductos de Pemex) y escoltan los vehículos con combustible robado’, indica el informe”.
¿Será que algunos elementos de la Guardia Nacional ya se corrompieron y le entraron al jugosísimo negocio del huachicoleo?
Pues eso dice el propio Ejército en sus documentos.
Yo lo que vi ayer, con mis propios ojos, es cómo vendían combustible robado en la carretera Querétaro-México y las autoridades castrenses no hacían nada.
Twitter: @leozuckermann