Jorge Fernández Menéndez
Razones
La gobernadora de Campeche está utilizando una serie de grabaciones obtenidas de manera ilegal para difundirlas en forma abierta desde un programa realizado con recursos públicos, llamado El Martes del Jaguar. Es una forma de chantaje político. Se fue de inicio contra Alejandro Moreno, Alito, y luego lo suspendió cuando el PRI presentó la iniciativa de reforma militar. Ahora amenazó con irse contra Ricardo Monreal, después dijo que no, pero como no le gustó una respuesta de Ricardo, cambió de opinión y dijo que hoy sí difundirá ese audio. A ver qué saca.
Esto fue tema de la mañanera de ayer, y cuando uno esperaría del Presidente que reprendiera a Sansores por su comportamiento, decidió cubrirla de elogios, pero también, para compensar, recordó su historia con Monreal, mucho más larga y con mucho más sentido político que el que tiene con la gobernadora. En ese largo relato me involucró en una llamada que ya ha contado muchas veces, siempre agregando alguna cosa. Ese día de 1998 era el epílogo de una muy conflictiva elección donde, como dijo el presidente López Obrador, hubo acusaciones de narcotráfico contra Monreal desde el momento en que renunció al PRI para ser candidato a gobernador por el PRD (fue el primero en hacerlo). Yo recibí de muy altas fuentes gubernamentales ese mismo expediente que dice haber recibido el Presidente y lo publiqué.
Cuando se acercaba la jornada electoral no había denuncia contra el ahora líder del Senado y ratifiqué un compromiso que había hecho con el candidato Monreal en aquellos días y así lo escribí desde hace años, lo volví a publicar hace dos años y Ricardo lo incluye textualmente en su libro La infamia (2020), precisamente sobre esos temas. ¿Qué escribí en un largo texto que se publicó entonces en El Financiero?: que había sólo dos opciones, “la información era falsa y no estaba sustentada o la investigación no había tenido otra intención más que el expriista no llegara a la gubernatura y, por lo tanto, fracasado el objetivo, había sido desechado”.
Aquel 5 de julio de 1998 estuve en Zacatecas, cubriendo la elección desde el Hotel Quinta Real, para MVS y El Financiero, medios donde entonces trabajaba. Ahí mismo estaban la mayoría de los periodistas y dirigentes del PRD. En la mañana tuve una larga reunión con Monreal, que se comprometió, luego de toda la historia que acabo de platicar, a darme la única entrevista esa noche si ganaba las elecciones. A media tarde me mandó un mensaje diciendo que iban a ganar, que ya tenía ventaja suficiente. Como estaba cubriendo para radio y televisión los comicios y a las seis se podían dar resultados, llamé a Emilio Gamboa Patrón, entonces subsecretario de Medios, a las oficinas de Gobernación, a ver si ellos podían ratificar lo que me decía Ricardo. Emilio nunca aseguró un resultado, pero, en un momento, dejó de hablar conmigo para hablar creo que con Jesús Salazar Toledano, y le dijo, en otras palabras, que quedaba una hora, que había que activar la movilización, o algo similar, y retomó la llamada conmigo. Ésa fue toda mi participación en esa llamada, nunca participó, tampoco, como dijo ayer el Presidente, el secretario Labastida. No percibí que la indicación de Emilio fuera con la intención de robarse las elecciones, pero sí de mover el voto: si hubieran querido robarlas, lo hubieran hecho antes o hubieran procedido con la investigación, aunque fuera infundada, contra Ricardo.
Lo cierto es que Ricardo ganó con amplitud y poco después de las 8 de la noche se confirmó su triunfo. Y cumplió su palabra, la única entrevista que dio en ese hotel, que antes había sido plaza de toros, en una noche fría y estrellada, fue con nosotros, se pasó en vivo y duró más de una hora. Un par de semanas después, me llamó López Obrador, entonces presidente nacional del PRD (en esa época nos llevábamos muy bien, nunca supe, diferencias políticas aparte, en qué momento se molestó conmigo siendo ya jefe de Gobierno), para regalarme el casete de la grabación, que un día antes había sido publicada en Proceso. Ahí supe que tenían control sobre las llamadas de periodistas que salían del hotel y así se había logrado aquella cinta. Ese mismo día me mostró, y yo, torpemente, no entendí el mensaje, su nueva credencial de elector que acababa de renovar: tenía dirección de la Ciudad de México.
LA PRESIÓN ESTUDIANTIL
Si alguien lo puede entender en este gobierno es Claudia Sheinbaum: la temperatura estudiantil está subiendo en la Ciudad de México y en otros lugares del país por diversos motivos, pero sobre todo porque la austeridad y la inseguridad se están cebando con los estudiantes y sus familias. Pero no sólo eso está detrás de los paros en los CCH y preparatorias de la UNAM y el IPN, hay indignación por la violación de una estudiante en los lavabos del CCH Sur, hay denuncias que se suman sobre casos de abusos sexuales, hay porros y vendedores de drogas en los planteles, falta seguridad.
En las llamadas Universidades del Bienestar Benito Juárez todo es una farsa, no hay planteles o, cuando los hay, están en ruinas o son simples galpones, las principales carreras no tienen profesores suficientes o no se imparten, las condiciones son lamentables y los estudiantes comienzan a quejarse cada vez con mayor firmeza. Nada de esto es definitivo, pero si ese fuego llega a las sedes principales de la UNAM y el Poli el incendio será de pronóstico reservado. Y en la UNAM en un año hay sucesión y en el país se decide en julio-agosto la candidatura de Morena.