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China define su futuro …y, con ella, el mundo

 
 
Pascal Beltrán del RíoPascal Beltrán del Río               
 
Bitácora del director
 
 El domingo dará inicio el acontecimiento político más importante en la República Popular China, la segunda economía más grande del mundo.

Se trata del Congreso del Partido Comunista de China, un encuentro que se realiza cada cinco años —ésta será su vigésima edición— y que sirve para ungir al liderazgo que habrá de encabezar al gigante asiático durante el siguiente lustro.

Desde principios de este siglo —luego del fallecimiento del hombre fuerte Deng Xioaping, en 1997—, se había vuelto costumbre que el mando político durara una década en el cargo —dos periodos de cinco años— y que el Congreso fuera también el escenario para perfilar al siguiente mandatario, que concentra tres funciones: presidente de la República (jefe de Estado), secretario general del partido y presidente de la Comisión Central Militar (jefe de las fuerzas armadas).

 
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Fue así como Xi Jinping se convirtió eventualmente en sucesor del presidente Hu Jintao. Durante el 17º Congreso, en 2007, Xi fue elegido como miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del partido —la élite política del país— y, desde allí, ascendió a la Presidencia, en el siguiente Congreso.

Sin embargo, Xi rompió esa tradición y aseguró para sí mismo un mandato más largo. Hace cinco años, en el 19º Congreso, ningún sucesor fue perfilado. La duda con la que se abre el encuentro de este fin de semana es si Xi —a quien se considera el dirigente más poderoso que ha tenido China desde Mao Zedong— se quedará en tres periodos o si luego buscará un cuarto o incluso perpetuarse en el poder.

Se abre la posibilidad del surgimiento de un eventual sucesor. A diferencia de Xi, el primer ministro Li Keqiang (jefe del Gobierno) decidió limitarse a sólo dos periodos. En marzo pasado, Li informó que éste sería su último año en el cargo. Eso significa que uno de los resultados del 20º Congreso será nombrar un nuevo primer ministro, una figura que suele tener una función más administrativa y velar por la marcha de la economía.

No está claro si el próximo primer ministro adquirirá el perfil de sucesor. En todo caso, se barajan cuatro nombres para el cargo: Wang Yang, presidente de la Conferencia Consultiva Política, un órgano de asesoría; Hu Chunhua, uno de los cuatro viceprimeros ministros; Li Qiang, líder del partido en Shanghái, y Han Zheng, otro viceprimer ministro.

 

Las apuestas ponderan aspectos que van desde la cercanía de cada uno de ellos con Xi hasta su edad. Por ejemplo, la juventud de Hu, quien es diez años menor que el actual líder, es vista tanto como una desventaja, por quienes creen que Xi no querrá empoderar a alguien que podría tener una carrera más larga que la suya, como una ventaja, por quienes sostienen que la antigüedad es una fuente de autoridad en la sociedad china.

Los ojos también están puestos en la nueva integración del Comité Central (200 miembros), el Buró Político (de entre 20 y 25) y el Comité Permanente (de entre siete y nueve).

 
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También se espera con atención el discurso central que pronunciará Xi y en el que se esperan pronunciamientos —o cuando menos claves— sobre los temas que más preocupan al país, como cuánto durará la polémica política de “covid cero”, que ha significado el confinamiento de ciudades enteras, con la consecuente ralentización de la producción.

Asimismo, la dirección que habrá de tomar la economía, en el sentido de si se orientará más al consumo o al control del Estado, si tiende más a la autosuficiencia o al libre comercio; la visión sobre el futuro de Taiwán, que el liderazgo chino ve como una provincia rebelde, y la relación con Estados Unidos y Rusia, las otras dos superpotencias militares.

Los siguientes días serán, pues, momentos de definición para China, lo cual significa, por el peso que tiene ese país en la economía mundial, momentos de definición para el mundo. Sobre todo cuando un mundo que se asoma al abismo de la recesión global.