Por siempre se ha dicho que el humano se distingue de las demás especies de seres vivos por su raciocinio, entendiéndose ello, como la facultad de razonar; a su vez, razonar es manifestar las razones en que se basa una idea y por otro lado, algo razonable es algo justo y sensato.
Si analizamos nuestro mundo a través de su existencia en las diferentes épocas, tendremos un común denominador, la lucha entre los humanos por los bienes de nuestro entorno, el abuso del fuerte sobre el débil y finalmente la generación de una brecha cada vez más grande entre ricos y pobres que pone en peligro la estabilidad social en las naciones y en el mundo entero.
¿Será esto razonable? Será razonable lo hecho por Herodes, por Hitler, por los que atacaron las torres gemelas, por los que han asesinado a las mujeres de Cd. Juárez y recientemente por los que atacaron al pueblo de Francia? El hombre es un ser pensante pero idiosincrático, actúa en base a su temperamento, a su manera de ser, y ésta se conforma de manera extremadamente compleja, con factores como la genética, su forma de vida, su entorno, la educación, etc.
Es quizás desde que se manifiesta el mal, que existe entre nuestra convulsa existencia humana, el noble sentimiento de la solidaridad social y ayuda comunitaria. Hablar de ello es estimulante, ya que a pesar de la inocultable mancha roja de la conducta humana, es innegable también la presencia de valores fundamentales, éticos, morales y filantrópicos. La reacción del hombre ante el dolor y el sufrimiento de nuestros semejantes, la capacidad de ponernos en el lugar de otro para entender su desventura y el entendimiento razonado de manera inteligente, de solo algunos, de que en el mundo se requiere de un mínimo de equilibrio social para una duradera convivencia pacífica, representan la fuerza que busca ese equilibrio.
A través de la historia, grupos de personas con estas características se han manifestado de diferentes maneras: en la religión, en agrupaciones civiles de asistencia social, clubes de servicio, etc.
En las sociedades prehispánicas de Sinaloa, existen evidencias de asistencia social documentados en textos jesuitas, de autoridades y vecinos españoles.
Durante la colonia, surgen otras formas de asistencia y solidaridad social, destacando por su importancia, el hecho de que el segundo alcalde mayor de la Villa de San Miguel de Culiacán, Cristóbal de Tapia, prohibió la práctica del negocio de la caza de esclavos para
venderlos fuera de la provincia, obligando a los vecinos españoles a cultivar la tierra. Ello implicaba concebir al natural, no como “el otro”, sino como un semejante.
En el siglo XIX, la solidaridad y la asistencia social, se manifiestan en los momentos de conflictos armados y de intervenciones militares, es decir, mientras unos seres humanos irracionales destruyen, otros seres humanos racionales tratan de reconstruir.
Ejemplos, lo son el Cuerpo de Inválidos de Sinaloa en 1867, la Junta Menor de Asistencia a los Pobres y la Junta de Caridad de Mazatlán en 1874.
En el siglo XX surgen la Casa de Beneficencia de Culiacán, la Casa de Asilo, Hospicio Francisco I. Madero, Orfanatorio de Mazatlán, Hospital del Carmen, entre otras.
Los clubes de servicio representan una manifestación mundial de filantropía; el Rotario Internacional nace en 1905 y con su lema “Dar de sí antes de pensar en sí” y buscando el desarrollo de la buena voluntad, la paz y la ética en toda actividad, ejecuta programas tan importantes como “Un mundo sin polio”, becas y alfabetización. Actualmente existen aprox. 31 mil clubes rotarios en 166 países con aproximadamente 1.2 millones de socios.
En 1922 se funda el 20-30 Internacional por jóvenes que decidieron participar en organismos de servicio que tradicionalmente eran manejados por adultos. Sus lemas reflejan su tendencia a ayudar a la niñez. “La juventud para ser servida debe servir”; “El hombre nunca se enaltece tanto como cuando se arrodilla a ayudar a un niño” y sus objetivos generales son proporcionar el medio práctico de crear y conservar amistades francas y duraderas, rendir un servicio altruista y constituir mejores comunidades.
Los Cámara Junior que en algún tiempo tuvo su club en nuestra ciudad, tienen presencia en 123 países con 250 mil miembros que promueven la paz y la comprensión en todo el mundo. Llevan a cabo actividades de negocios o eventos sociales, capacitación, educación, proyectos de captación de fondos para servicio a la comunidad y hasta eventos deportivos. Todos los proyectos de Cámara Junior tienen la finalidad de superarse y contribuir al progreso de sus comunidades.
En plena primera guerra mundial, en 1917, surgen los Leones en la ciudad de Chicago, Illinois, con hombres de profundas convicciones y conocimientos sobre moral y derechos humanos. El leonismo en esencia trabaja para coadyuvar al logro del equilibrio en la convivencia de los seres humanos para así lograr la paz y encaminarnos hacia la prosperidad.
Los Leones al igual que los otros clubes de servicio, trabajan de manera paralela con los gobiernos en la solución de problemas a su alcance. Actualmente combaten la ceguera de 40 millones de ciegos en el mundo, prevención del uso de drogas y la diabetes y ofrecen ayuda a los sordos, personas con capacidades diferentes, los desamparados, los niños y los ancianos. Su presencia en el mundo es de 1.4 millones de socios en más de 200 países y regiones. Su lema: “Nosotros Servimos”.
En el siglo XXI, la práctica de la filantropía tiende a profesionalizarse como un medio para el desarrollo social, basada en la Ley de Instituciones de Asistencia Privada para el Estado de Sinaloa, promulgada el 15 de enero de 2003. Así surge una nueva figura legal: las Instituciones de Asistencia Privada (IAP), que vienen a redimensionar al sector filantrópico.
Conocer al detalle los alcances y consecuencias de esta normatividad, son requisitos indispensables para todas las instituciones y para todas las personas que opten por realizar prácticas filantrópicas.
Las IAP pueden captar recursos de Fundaciones nacionales y extranjeras, de instituciones públicas como Sedesol, Lotería Nacional, Nacional Monte de Piedad, etc. y canalizarlos al desarrollo de programas específicos que beneficien a los más desprotegidos.
Es importante señalar que el Sector Filantrópico es considerado como el tercer sector después del Público y el Empresarial, debido a su dimensión de utilidad pública.
En el ejercicio del servicio social de más de treinta años, a través de los clubes de servicio (Club de Leones), he conocido gente verdaderamente noble que aportan parte de su tiempo, su dinero y su familia, con el único fin de darle a la gente más pobre, algo que tienen y que ellos carecen, con ello contribuimos a la búsqueda de una preocupación mundial: la paz.
En el entorno global, los países ricos obviamente están preocupados por la gran desigualdad social que avanza día a día, e implementan programas tendientes a contrarrestar la pobreza en los países más infortunados. Canalizan grandes cantidades de recursos a través de organismos como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, etc. y que en nuestro país se traducen en programas de gobierno que muchas veces son politizados y difícilmente han cumplido con su cometido. Recordemos en tiempos de Luis Echeverría y su “Programa para el Desarrollo Rural”, siendo gobernador de Sinaloa Alfonso G. Calderón, su acción general de gobierno se basó en el apoyo a los altos de Sinaloa, que no era otra cosa que la aplicación de recursos ya etiquetados de esos organismos mundiales para tratar de desmotivar la siembra de la droga. Algo se logró en infraestructura, pero sabemos que no cumplió en lo fundamental.
¿Los países ricos sienten tristeza por la pobreza en el mundo? Generalmente sienten preocupación, temor. Por ello destinan grandes cantidades de recursos para tratar de mitigarla, porque saben que la pobreza genera más pobreza y ésta a su vez, produce violencia para obtener lo necesario de quien lo tenga.
James Wolfensohn, con diez años al frente del Banco Mundial, hizo declaraciones verdaderamente sísmicas, criticando incluso su mismo papel como banquero del mundo: ”La pobreza es como una ola, un tsunami que viene, que ya ha advertido y sobre la que deberíamos hacer lo mejor posible para evitarla y paliarla. Y en mi juicio, no estamos haciendo lo suficiente contra la pobreza y la inequidad”.
¿Cuál sería el terremoto que provocaría el tsunami al que se refirió el Sr. Wolfensohn? A que los gobiernos del mundo, sobre todo Latinoamérica, que incluye a México, no han hecho lo suficiente para enfrentar la injusticia social. El resultado: hartazgo, que lo mismo se podría manifestar en las urnas o en las calles.
Ayudar a los más desprotegidos pues, debe ser un acto humanitario, pero habremos de tomar conciencia de que además debemos hacerlo para buscar esa convivencia pacífica tan anhelada entre los hombres, luchando por acortar esa gran brecha entre los que tienen y los que no tienen. Un gran personaje mundial responde a la pregunta que nos sirve de título y su respuesta nos lleva a la conclusión para este escrito.
¿La filantropía hoy, es un acto de caridad o de emergencia mundial? “Trabajar por los desamparados es una tarea que ya no puede cumplirse a nombre de la caridad; es un asunto de justicia, de inteligencia, de imaginación, es una cuestión de sobrevivencia de los pueblos, pero sobre todo, es una cuestión de amor entre los humanos”.