Jueves, Noviembre 28, 2024
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La culpa no es del...

 

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

Desde que inició su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha utilizado las amenazas, las ofensas, la persecución fiscal y judicial contra aquéllos que se oponen a sus designios. Él ha hecho uso de todo el Estado para conseguir a la buena o, en la mayoría de las veces, a la mala hacer su voluntad.

 

Sin embargo, no siempre la culpa es del Presidente, sino del político o del magistrado que lo hacen compadre, que se somete a sus caprichos y que agachan la cabeza ante la crítica o la amenaza de ser encarcelado o ventilado. 

La culpa es de Alejandro Moreno, presidente nacional del PRI, que demostró que tenía más pecados de los que podría ser perdonado. Las ilegales grabaciones que Layda Sansores difundió dejaron en claro que era cuestión de tiempo, para que terminara cediendo las pretensiones presidenciales.

El pez muere por la boca y Moreno pasó de tiburón a mojarra en menos de lo que se presenta un proceso de desafuero. Así pues, el PRI de Alito Moreno está cargando con su desprestigio y con la traición a la alianza con PAN y PRD. Sin embargo, el presidente del tricolor debe estar pensando: “Mejor que me digan corrupto a que me digan preso”. 

El Presidente logró su objetivo: dinamitar la alianza no sólo de cara a las iniciativas que debían ser aprobadas en el Congreso, sino de las elecciones de Coahuila y el Estado de México. El PAN y el PRD por otra parte, no deben sentirse sorprendidos, ya les habían dicho otros priistas que Alito no era de fiar. 

Otro triste ejemplo de culpabilidad son los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Sólo fue necesario dos días de que el mandatario los atacara hablando de su arrepentimiento de proponer a cuatro ministros y ministras, que tres agacharan la cabeza y una más, ni siquiera alcanzara a fijar su postura porque el proyecto fue retirado. Así, la Prisión Preventiva Oficiosa no pudo eliminarse. Fueron estos letrados quienes perdieron la oportunidad de romper de una vez con el Presidente y mostrar independencia, pero no, el miedo fue más grande que la responsabilidad que les da su cargo.

 

 Que el Presidente hubiera amenazado a los senadores de que si votaban en contra de la militarización del país no se iba a quedar callado, es muy del tabasqueño. La culpa es de los diputados y senadores morenistas que han hecho de la abyección un estilo de vida, que por miedo de perder sus prebendas o ser ventilados en la mañanera prefieran ocultar lo que dicen en cuchicheos o reuniones privadas.

 

Resultó especialmente chocante el senador Ricardo Monreal, quien señaló que el cambio de la Guardia Nacional propuesto por el Presidente debía realizarse a través de cambios constitucionales, haya decidido abstenerse en la votación. 

 Es esa medianía, esa cobardía es la que ha hecho en estos años que el Presidente se empodere. El zacatecano prefirió un punto medio en lugar de votar en contra de la evidente militarización del país quedando mal con el Dios y con el diablo, con López Obrador y con la oposición. El tabasqueño le mandó decir que: “No estoy de acuerdo con su postura. Está avalando la falsedad, hipocresía y politiquería del conservadurismo de México, pero somos libres” y del otro lado sorprendió su tibieza y que ni siquiera otros senadores lo hubieran seguido.

 

 El Presidente ha demostrado su autoritarismo, pero la culpa de que todos los días pueda ser un poco más autoritario, lo tiene el pasado corrupto de varios políticos, la abyección de ciertos magistrados de la SCJN, del Congreso y el miedo de los empresarios. 

El querer pasar desapercibido, fuera de la mira presidencial, de la FGR, del SAT y la UIF es lo que ha hecho que el Presidente sienta que tiene todo el poder en la bolsa.